El cronista | Callejeando por Valladolid
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El cronista | Callejeando por Valladolid
Una calle en honor al médico más importante de la ciudadEn 1952, el alcalde González-Regueral anunció que el gran ensanche de Valladolid sería la urbanización de los terrenos de la antigua Huerta del Rey, donde los Austrias construyeron una extensa finca de verano con su palacio incluido, llamado de la Ribera.
El nuevo Valladolid necesitó de varios puentes (hasta entonces solo tenía el Mayor y el Colgante), y así, aquellas huertas y cascajeras que separaban el Pisuerga del cerro de las Contiendas, se fueron colonizando a partir de la década de 1970 con grandes bloques de viviendas que aportaban la novedad de contar cada uno de ellos con su propia zona ajardinada: eso que se conoce como espacio privado pero de uso público y que deben mantener los propietarios de las viviendas.
Y en la segunda fase fue creciendo la calle Pío del Río Hortega: nace en la avenida Gloria Fuertes (junto a la Feria de Muestras) y, recta como una vela, desemboca en unos jardines que la separan de la calle Padre José Acosta.
Pío del Río Hortega fue un médico e investigador que hunde sus raíces familiares en Portillo y fallece el 1 de junio de 1945, exiliado en Argentina. Fue enterrado en el cementerio de Chacarita, de Buenos Aires. Su cadáver fue repatriado a Valladolid en 1983 y enterrado en el Panteón de Personas Ilustres del Cementerio Municipal. Especializado en el sistema nervioso, estuvo propuesto para el Nobel de Medicina en dos ocasiones. El franquismo le represalió apartándole del ejercicio de la docencia en la Facultad de Medicina de Valladolid, a la que había accedido el mismo día que Esteban Cebrián, un afamado médico que regentaba un sanatorio (el «sanato de don Cebrián» lo llamaban popularmente) y que estaba en la calle Francisco Suárez… Por cierto, también represaliado.
Una característica de la mayoría de los bloques de viviendas que flanquean la calle es que se construyeron mediante cooperativas, que en aquella época estaban de moda en Valladolid. Algunas de estas cooperativas tuvieron un marcado carácter laboral, de tal manera que la mayoría de sus habitantes pertenecían a una u otra empresa: RENFE, ENASA (antigua SAVA), Iberdrola (antes Iberduero)… También la cooperativa sindical Vitra promovió una torre justo al final de la calle: el último bloque que se levantó, y que terminó por completar el trazado de Pío del Río Hortega.
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La acera de los impares se construyó en la década de 1970 y la de los pares un decenio después. De entre todas aquellas cooperativas acaso solo COTEVA (Cooperativa de Trabajadores Enada Valladolid), tuvo el carácter de auténtica cooperativa –o cooperativa de primer grado- pues los propios trabajadores, además de componer la junta directiva, decidieron hasta el último detalle, contrataron directamente las empresas, acordaron las calidades de los materiales y los compraron personalmente. Así se construyeron sus 118 viviendas, para que las que solicitaron la correspondiente licencia en 1981 y en dos años ya las estaban habitando.
Junto al moderno edificio parroquial de San Vicente de Paul, iglesia consagrada el 3 de diciembre de 2000, se erige una escultura salida del taller de Coello que homenajea a los mártires del Zaire, una masacre que ocurrió en aquel país en 1996: entre los asesinados había cuatro hermanos Maristas de España que estaban trabajando en un campo de refugiados.
En el último tramo de la calle, está la Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Creada en 1968, en realidad el edificio se terminó de construir en 1979. Ha tenido varias ampliaciones y la última comparte algunas aulas en el mismo edificio que acoge servicios municipales anexos al Centro Cívico.
La Escuela tiene la firma del prestigioso arquitecto Antonio Fernández Alba que, entre otros reconocimientos, ha sido dos veces Premio Nacional de Arquitectura, y es miembro de las academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Lengua.
Junto a Arquitectura se erige el Centro Cívico que lleva el nombre de José Luis Mosquera, un prócer vallisoletano que ostentó la presidencia de la Diputación y de otras instituciones, como la de la Cámara de Comercio y la de la Feria de Muestras.
Este Centro Cívico dotado de numerosos servicios (cafetería y gimnasio incluidos) ocupa la parcela en la que en su día estuvo la Escuela de Magisterio, sita ahora en el Campus Universitario Miguel Delibes constituida en Facultad de Educación y Trabajo Social.
A la biblioteca del Centro Cívico se la bautizó con el nombre del poeta modernista vallisoletano Francisco Pino, y a la Escuela Municipal de Música se la puso el nombre de Mariano de las Heras. De las Heras nació en 1905 y desde muy joven estuvo vinculado al mundo de la música de Valladolid. Larga es su biografía, pero nos quedaremos con que creó la Cátedra Musical Superior de la Universidad de Valladolid e inauguró la Orquesta Sinfónica de Valladolid mediado el siglo.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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