El Norte
Valladolid, piedra sobre piedra

El arco asimétrico de los 147.276 ladrillos macizos

Construido en torno a 1856, el Arco de Ladrillo es considerado la primera construcción ferroviaria de Valladolid, aunque su utilidad práctica nunca haya sido descifrada

Sonia Quintana

Valladolid

Martes, 4 de enero 2022

Sin utilidad práctica conocida, hay diferentes versiones sobre su origen. Una de ellas es la del historiador Casimiro González García-Valladolid, quien atribuye su autoría a Julián Sánchez, como encargo de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, como modelo de ... cómo tenían que ser los arcos que tendrían que colocarse en la boca de los túneles. Otra de las teorías atribuye el Arco de Ladrillo al ingeniero Venancio del Valle y hay quien apunta a que se construyó como arco triunfal, en honor a la Reina Isabel II, para la inauguración de la llegada del ferrocarril a Valladolid. Para otros fue una apuesta entre dos ingenieros franceses y hay para quien, simplemente, fue una construcción que se hizo para probar la resistencia, con el objetivo de construir después un puente. También se ha dicho que el arco sirvió para construir la cimbra de algún puente ferroviario sobre el Duero; y quien lo atribuye al empresario vitoriano Joaquín Fernández Gamboa, con motivo de una exposición para mostrar la calidad y resistencia que tenía el ladrillo que Gamboa producía en su fábrica. Construido en torno a 1856, antes del tendido de las vías, es considerado la primera construcción ferroviaria de Valladolid, aunque su utilidad práctica nunca haya sido descifrada.

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Realizado o no como arco triunfal para la visita de Isabel II a la ciudad, las crónicas de la época detallan un «hermoso arco que serviría para dar entrada al ferrocarril del Norte que aún estaba en construcción». Para aquella visita real se instalaron a su alrededor carpas para los invitados y, sobre el arco, se colocaron las banderas española y francesa –la empresa que había invertido en la línea Madrid-Irún, 'Le Credit Mobilier', era gala–. Dos años transcurrieron desde aquella visita hasta la llegada del ferrocarril a la ciudad. Un artículo publicado el 6 de julio de 1858 en El Norte de Castilla defendía, sin embargo, la teoría que dice que el arco se hizo para demostrar la idoneidad del ladrillo como material de construcción frente al acero. Sea cual fuere la verdadera utilidad para la que se construyó, el resultado fue un arco asimétrico.

Una de sus bases mide 6,50 metros de ancho y 2,60 metros de alto; y la otra, es más ancha (6,62 metros) pero también más baja (1,71). Parece que, según el proyecto, debían ser iguales, pero los «errores de replanteo de la cimbra durante su ejecución y los pequeños ajustes tras el descimbrado dieron lugar a su apariencia actual». En total, la estructura pesa unas 800 toneladas y está compuesta por 147.276 ladrillos (34.680 visibles y el resto, una estimación de los que hay en el interior). Cada uno de ellos mide 22,2 centímetros de largo, 14 de ancho y cinco de alto.

La base que tiene en los estribos es mampostería careada y su cara superior está enfoscada, lo que le da impermeabilidad. Está situado salvando todo el espacio que tienen las vías y su trazo es de arco escarzano o corvado. Cuenta con 30 metros de luz y 23 metros de radio de curvatura central, que se une a los estribos con otro metro de radio tendido en el trasdós.

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El futuro de esta singular construcción estuvo en entredicho por el plan del soterramiento del ferrocarril, que obligaba a desmontarlo y trasladarlo. La cancelación de este proyecto, hasta el momento, ha permitido la continuidad del Arco de Ladrillo en el lugar donde se levantó hace alrededor de 165 años.

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