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Fotografía de archivo del interior del prisión provincial de Valladolid, en la que están internados en la actualidad 410 reclusos. Anrtonio Quintero
Coronavirus en Valladolid: Doble condena al confinamiento para los reos

Doble condena al confinamiento para los reos

Los 410 reclusos podrán realizar videollamadas para sustituir los vis a vis y mantienen un día a día «casi normal» solo roto por pequeñas trifulcas

J. Sanz

Valladolid

Lunes, 6 de abril 2020, 07:33

«La situación aquí es muy tranquila dentro de lo que cabe», reconocen fuentes penitenciarias en alusión al confinamiento, ya de por sí forzoso, pero que ahora se duplica en cierto modo al estar suprimidas las visitas, que viven estos días los 410 reclusos de la prisión provincial. Los reos, pese a todo, mantienen un día a día «casi normal», aunque sí se evidencia un «cierto nerviosismo» que poco a poco va creciendo y que se tradujo en las dos peleas registradas desde el inicio del estado de alarma por el coronavirus. Ellos, al igual que los funcionarios que los vigilan, adoptan ahora las debidas medidas de autoprotección similares a las del resto de ciudadanos que viven también confinados en sus domicilios, si bien en su caso su vida cotidiana se reduce a sus celdas y a los módulos en los que se encuentran.

La primera medida adoptada por el centro, y que se repite, como es lógico, en todas las prisiones del país, pasó desde un primer momento por permitir a los internos incrementar el número de llamadas semanales para que puedan contactar con sus familiares y allegados, a los que evidentemente ahora no pueden ver y que presumiblemente estarán tiempo sin ver físicamente en los tradicionales vis a vis. Los reos pueden realizar ahora quince llamadas semanales, de una duración de diez minutos cada una, cuando antes de la crisis del coronavirus solo tenían permitidas ocho.

Instituciones Penitenciarias, además, ha anunciado que repartirá doscientos móviles en sus centros de todo el país (uno o dos, al menos, irán a parar al de Valladolid) con el fin de que los reclusos puedan realizar videollamadas. Los vis a vis virtuales tendrán lugar en una sala que disponga de la «mejor cobertura posible», algo complicado en una prisión a causa de los inhibidores y sus muros de hormigón, y será un funcionario el que realice la llamada al familiar de turno para luego permitir cierta intimidad en la conversación al interno (con videovigilancia). La medida, eso sí, aún no ha comenzado a funcionar y faltan por concretar «cuestiones como la frecuencia y los turnos de llamadas, así como las garantías de que este medio se utilice correctamente».

Muchas de las actividades cotidianas que venían realizando los presos se han visto paralizadas (talleres, clases, deportes...) al quedar prohibida la entrada de voluntarios y maestros durante el estado de alarma. Sí pueden acceder al centro penitenciario de la carretera de León aquellos «profesionales necesarios para la asistencia a los internos, como psicólogos, por ejemplo, en función de las necesidades que surjan».

Abastecimiento garantizado

El abastecimiento, en este sentido, está «garantizado» y la prisión recibe con normalidad las mercancías, al margen de los alimentos para la manutención ordinaria, que luego los reclusos puedan comprar en el economato. Allí, al igual que en los supermercados del exterior, han marcado líneas en el suelo para que la espera se realice guardando la distancia de seguridad con un aforo muy reducido en el interior con el fin de evitar contactos.

Csif reclama mejores medios y una mayor valoración del riesgo

«Somos conscientes de la situación y de los medios que hay, pero es cierto que no se nos considera como personal de riesgo, cuando sería tremendo que el virus entrara en las prisiones», advierten fuentes del sindicato Csif antes de concretar que los funcionarios sí necesitan, al menos, «mejores medios de protección personal, como 'epis' y mascarillas, sobre todo, de una mayor calidad que las que nos dan ahora (es obligatorio llevarlas) y que deben durar, al menos, tres días». El sindicato, además, recuerda su petición histórica de ser considerados como «agentes de la autoridad» a efectos legales.

Los 410 internos del centro penitenciario de la carretera de León también mantienen las salidas al patio, si bien «se intenta evitar que se junten fuera en grupos, al igual que en los módulos, que son lo suficientemente espaciosos para permitir que puedan moverse también por el interior». La realidad, impuesta por las circunstancias, hace que los reos, no obstante, pasen más tiempo en sus propias celdas para evitar aglomeraciones y al haber descendido notablemente las actividades habituales en la que hasta ahora podían ocupar su tiempo.

«Los internos se están mostrando muy tranquilos y la verdad es que por el momento están mostrando una tranquilidad mucho mayor que en el exterior», apuntan las fuentes consultadas. La costumbre a estar privados de libertad parece jugar en esta situación en favor de los reos. «Es cierto que ha habido algunos problemas, presumiblemente a causa de la ausencia de drogas (ahora mismo es imposible colar nada en el centro), pero la realidad es que en cierto modo están mejor aquí los internos, con más libertad de movimientos, (por sus propios módulos, el patio...) de la que tendría fuera en sus domicilios».

La prisión provincial, por ahora, está libre de contagios por el virus, aunque cinco internos están aislados del resto «simplemente como medida de prevención, habitual en estos casos, para aquellos reclusos que han tenido salidas por permisos ordinarios o que han estado en el hospital por distintos motivos (en la última pelea, ocurrida el jueves de la semana pasada, hubo un herido que tuvo que ser evacuado al hospital)», aclaran las fuentes consultadas antes de incidir en que en la cárcel «el mayor riesgo de contagio para los internos lo suponen los propios funcionarios al ser los único que salimos al exterior y luego entramos aquí».

Los trabajadores del centro penitenciarios, en este sentido, intentan mantener «la distancia de seguridad siempre que se pueda» y reciben guantes de nitrilo y mascarillas (una cada tres días) para realizar su trabajo. Cuentan además con geles desinfectantes repartidos por las zonas comunes.

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