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Desde que el pasado 30 de marzo el Gobierno endureciera las restricciones del confinamiento por el coronavirus y paralizara toda actividad no esencial en España, en dos de los polígonos de Valladolid, los de Argales y San Cristóbal, no parece que sea laborable. Allí, ... en los principales núcleos industriales de la ciudad, la realidad es cruda. Las calles están prácticamente desiertas y el asfalto, sin vehículos. Predominan las naves cerradas y las persianas bajadas frente a aquellos que todavía abren sus puertas al desempeñar servicios esenciales. La crisis sanitaria por el coronavirus ha provocado que en torno al 80% de las empresas que están asentadas en estos espacios hayan tenido que bajar el telón de sus negocios, una situación que, según coinciden los presidentes de las asociaciones de ambos polígonos, será «insostenible» si se prolonga en el tiempo.
En el caso de San Cristóbal, su representante, Antonio Rodríguez, asegura que «como mucho» continúan activas el 20%de las empresas –de un total de unas 800–. «El nivel de ocupación baja cada día más. Veremos a ver si se notan las últimas medidas del Gobierno», afirma. Una de las posibles soluciones que baraja para mitigar la «tremenda caída» que experimentarán las entidades por el Covid-19, principalmente las de reducido tamaño (estima que en torno a la mitad tendrá menos de veinte empleados), pasa por crear unan líea de subvenciones «cuanto antes para ayudar a los empresarios». De lo contrario, lamenta, esta circunstancia «no se puede mantener». «Las consecuencias del parón van a ser bastante graves. Ahora hay mucha inseguridad. No siento más que supondrá el cierre de empresas que estén un poco justas, y eso además traerá consecuencias para la economía de la ciudad», asevera Rodríguez.
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Su homólogo en Argales, Carlos Castro, suscribe su opinión y sostiene que «el problema es muy grande». En este enclave industrial fue a partir del 30 de marzo cuando se empezó a notar un notable descenso de la actividad. Antes, explica el presidente, «había muchas empresas cerradas, pero otras tantas en movimiento porque muchas no estábamos obligadas a cerrar». En la actualidad, unos 40 negocios –de un total de 200, aproximadamente–, están activos.
Quiere «ser optimista» y no plantearse la posibilidad de que la crisis sanitaria se vaya a llevar por delante a alguna empresa, aunque sí alerta de que «les costará mantenerse en el tiempo». «Puede haber muchos problemas de cobro, los impagos van a subir bastante; las consecuencias pueden ser gravísimas», señala Castro.
Preguntas y respuestas
Óscar Chamorro rodrigo parrado
Elena Martín López
En el polígono de Argales, el único atisbo de movimiento se encuentra en las proximidades de la Avenida de Zamora. Los supermercados y tiendas de alimentación de la zona permanecen abiertos, y de sus tripas salen continuamente clientes con carros a rebosar para abastecer sus despensas. Pero cerca, en un pequeño callejón situado a menos de 700 metros, otro negocio de alimentación, ChickenVall, sigue con su actividad pese al «bajón» que le ha supuesto el Covid-19. Su propietario, Darío Martín, comenta que no se plantea cerrar «a no ser que quieras que Hacienda te persiga toda la vida».
«Esto es la ruina total. No hay nada de nada, está todo el polígono parado, pero cerrar supondría unos costes inasumibles», argumenta. Por una realidad similar pasa el dueño de Office Planet, Jacob Sahagún. Su distribuidora está en San Cristóbal, aunque la disposición es la misma: «Esto no se puede aguantar. «Se lleva mal, es complicado. A nosotros nos ha salvado el mes de marzo la venta de geles y mascarillas, que se han disparado, pero ahora veremos», apostilla.
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