Que un virus respiratorio se transmita solo por las gotículas exhaladas al hablar, toser o estornudar es, hasta cierto punto, un alivio. La distancia social y la mascarilla bastan para frenar su propagación. Que se demuestre que se contagia también por su presencia en el ... aire, «suspendido», es un cataclismo. Sanitario, porque significa que contagiarse es más fácil, pero también económico, porque resulta muy complicado hacer frente a esta posibilidad en casi cualquier negocio.
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Más sobre el contagio del covid
El 27 de abril, un grupo de científicos chinos publicó en la revista 'Nature' un estudio sobre la detección de ARN de coronavirus Sars-Cov-2 en el aire de dos hospitales de Wuhan en pleno brote, en febrero y marzo. «La concentración de ARN del Sars-Cov-2 en aerosoles detectada en zonas aisladas o habitaciones de pacientes bien ventiladas era muy baja, pero era mucho mayor en los aseos utilizados por los pacientes», decía el artículo.
«Ante aquellas primeras muestras de hospitales de Wuhan se dijo que eran casi en condiciones experimentales...», recuerda Raquel Blasco, médico internista y vocal del Colegio de Médicos de Valladolid. Sin embargo, pronto llegaron más publicaciones en el mismo sentido. «La primera publicación digna fue en la revista 'Jama', en julio», dice Blasco. Este artículo diferenciaba así lo que consideraba un matiz «crítico» en el tratamiento de la pandemia. «Las gotas se describen tradicionalmente como entidades más grandes (más de 5 micras) que caen rápidamente al suelo por la fuerza de la gravedad, normalmente en una distancia de 3 a 6 pies -90 a 180 centímetros- de la persona que las emite. Los aerosoles son partículas más pequeñas (menores de 5 micras) que se evaporan rápidamente en el aire, dejando tras de sí una parte suficientemente pequeña y ligera como para permanecer suspendida en el aire durante horas, como ocurre con el polen».
La Organización Mundial de la Salud respondió a esta publicación con prudencia. Quizá demasiada, visto que ahora se ha comprobado la evidencia de que el virus también se propagaba así. «Algunos de nosotros interpelamos al Ministerio de Sanidad, con la evidencia en la mano», recuerda Raquel Blasco. «La OMS dijo que de aerosoles nada, que nos centráramos en las gotículas y que por debajo de las 5 micras la carga viral no era suficiente». Es lo que tienen las pandemias de enfermedades recién llegadas, que el conocimiento sobre ellas se amplía, rectifica y modifica a medida que avanza el tiempo.
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RAQUEL BLASCO, MÉDICO INTERNISTA
El 5 de octubre, una carta publicada en 'Science' instaba a tomar medidas contra lo que consideraban una realidad incontestable. «Ugrimos a los responsables de salud pública a añadir directrices claras sobre la importancia de trasladar actividades a exteriores y de mejorar las condiciones bajo techo con el uso de la ventilación y de filtros».
«En los colegios, en los institutos, en los gimnasios, en un restaurante... En todos esos espacios hay una carga infectiva suficiente como para transmitirse el virus en esa hora y pico en la que es capaz de permanecer flotando en el ambiente», resume Blasco a la vista de la confirmación de esta transmisión del Sars-Cov-2 por vía aérea.
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Y eso provoca un nuevo salto al vacío para la economía. ¿Qué solución hay para los negocios de cualquier tipo que, de pronto, tienen bastante con la mascarilla y la distancia? Basta con pensar en una oficina cualquiera. Decía el periodista José Manuel Rodríguez, respecto a esos ambientes 'cargados': «No sé hasta qué punto se puede resolver bien en las redacciones la ventilación constante con aire fresco para evitar eventuales contagios aéreos. La mayoría de las que conozco no tienen ventanas, sino aire acondicionado».
Consejos y recomendaciones sobre las mascarillas
Óscar Chamorro / Álex Sánchez
Óscar Chamorro / Álex Sánchez
Deborah García Bello, divulgadora científica e investigadora en el Centro de Investigaciones Científicas Avanzadas de la Universidad de La Coruña, escribía ayer que la ventilación es vital. Y matizaba que «ventilar es diluir aire interior con aire exterior, así que hay que renovar el aire y evitar recircular el aire». Como resumen de su aportación. Un ventilador, con las ventanas cerradas, nunca. Con las ventanas abiertas, puede ayudar a crear la corriente adecuada. El aire acondicionado, si utiliza aire del exterior, sí. Si consta de un sistema cerrado, no.
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Raquel Blasco, que es experta en medicina deportiva, llama a tener cuidado especial con pabellones deportivos que no cuentan, habitualmente, con una ventilación adecuada. «Ahora estamos separados, no nos escupimos a la cara, y tenemos mascarillas, así que la vía más importante de propagación en sitios cerrados son los aerosoles. Habría que facilitar la ventilación», concluye.
Porque otra solución, la de incorporar filtros HEPA -¡ojo, solo los que sean capaces de filtrar partículas menores que el virus!- resulta carísimo y, en muchos casos, inviable. No vale el ozono. No valen los filtros sin las especificaciones adecuadas. Ni los que no se cambian regularmente. La profesora Linsey Marr, de Virginia Tech, especialista en polución, transmisión de enfermeadades por vía aérea e impacto de las nanopartículas en la salud, compartió en Twitter una imagen de su gimnasio con los ventanales abiertos. «Un entrenador positivo, 50 deportistas expuestos. Cero contagios en transmisión local», decía. «Al menos diez pies -tres metros- entre deportistas, muchas puertas y ventanas abiertas».
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Raquel Blasco lo cuenta así. «Te pones a hacer ejercicio aeróbico. Ventilas 120 ó 140 litros por minuto y al virus no le detiene una mampara». Así que ventilar, crear corriente, es la única posibilidad de expulsar los virus de espacios cerrados, sean oficinas, gimnasios, tiendas, comercios, restaurantes.
Y todo esto, por supuesto, sin dejar de utilizar la mascarilla ni reducir las distancias con aquellos que no sean convivientes. Todo lo demás será arriesgarse a un positivo de evolución incierta.
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