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El colegio de Delicias donde dar la nota tiene premio

Los dos pies en el suelo, los culos al borde de la silla... y empezamos con el pizzicato», dice José Manuel González, director de In Crescendo, esta orquesta infantil que hoy, a estas horas, tiene ensayo de la sección de cuerda en el colegio Allúe Morer (en Delicias). «Vamos primero con re. Pasamos luego a la. Y ahora, lo vamos alternando. Pero estad muy atentos al ritmo», advierte el director a los jóvenes músicos que, con violines y violas en la mano, siguen sus indicaciones. Sí, con los dos pies en el suelo. Sí, con los culos al borde de la silla. Sí, con los instrumentos listos para que empiecen a sonar.

Hace tan solo unos minutos que el recreo ha terminado y los estudiantes se han acercado corriendo hasta la gran sala multiusos del colegio para coger sus instrumentos, ponerse luego en fila y ocupar su lugar. Durante los próximos minutos no tienen que enredarse con dictados ni fracciones, no tienen Lengua ni Matemáticas. A partir de ahora, les toca tocar. Juntos. Hay que preparar el próximo concierto.

Cerca de 80 alumnos (de todos los cursos) del Allúe Morer participan en el coro, la banda o la orquesta sinfónica que promueve el colegio dentro de In Crescendo, un programa de formación musical e instrumental impulsado e impartido por profesionales de la Oscyl. «Al inicio del curso 2010-2011, nos propusieron la idea y nos pareció una iniciativa fantástica. En febrero de 2011 ya empezamos a trabajar con los más pequeños, con niños de hasta segundo de Primaria y, a partir de ahí, fuimos subiendo hasta implicar a todo el colegio», asegura Henar Rubio, la directora del centro, quien solo tiene alabanzas para las bondades de esta acción social, educativa, cultural. «Son niños –la mayoría procedentes de familias gitanas y migrantes– que no tienen cerca la música clásica, que sería casi imposible que se acercaran a este tipo de instrumentos si no fuera por esta actividad».

Todas las semanas, los participantes en el proyecto acuden (en horario lectivo) a los ensayos. Además de esta hora de ensayo conjunto, tienen una hora semanal de instrumento, una clase personalizada para que dominen el trombón, el cello, la percusión. Sus profesores son Paula, Emad, Ricardo, Fede... y José Manuel como director. «Hacer música en compañía y tocar un instrumento es una actividad extraordinaria de la que se pueden extraer muchas enseñanzas. Es una labor muy creativa, favorece la concentración, el respeto de los turnos de intervención y desarrolla mucho las matemáticas, la expresividad...», cuenta José Manuel.

«Es que debería haber más horas de música en el currículo», añade Henar. Y esta frase la subraya Noemí Lebrón, profesora de Música, junto a Miguel Ángel Cabero, en el Allúe Morer. «Lo que hacemos a menudo en clase es apoyar la labor que se trabaja en la orquesta. Hacemos, por ejemplo, refuerzo de lenguaje musical para que aprendan a leer la partitura y les resulte más fácil la interpretación. Solo hay una hora de Música a la semana en el currículo... y es muy poco. Sobre todo, por todas esas ventajas que comentamos que tiene la música», opina Noemí. «A nivel social es buenísima y también para la motivación. Además, favorece el desarrollo de todas las áreas del cerebro», añade.

«En Música aprendes a respetar los silencios, a intervenir cuando te toca, a expresar mejor tus sentimientos o incluso es bueno para conocer y controlar mejor el propio cuerpo, para trabajar la coordinación», indica Aida García, desde hace diez años profesora de violín. «He visto crecer a muchos de mis alumnos. Algunos tienen ahora 22 años, su trabajo... y se acuerdan de cuando tocaban el violín en el colegio. Hay otros que lo han seguido estudiando, en el instituto, y eso es muy agradecido. Sobre todo, cuando te llaman por teléfono y te preguntan si puedes algún día quedar para tocar algo juntos. El objetivo fundamental no es enseñarles a tocar el violín. La música y el instrumento son unas herramientas para que aprendan muchas cosas». Sobre todo, porque precisamente el violín no es un instrumento fácil. «Hacen falta muchas horas de ensayo para que empiece a sonar medianamente decente», reconoce Aida.

Nadia García es una de sus alumnas. Tiene 9 años y muy claro que el violín es su instrumento preferido. «Los sonidos agudos me parecen muy melodiosos», asegura Nadia, quien explica que una de las grandes ventajas de hacer música es que la magia se crea en el momento. «No es como cuando estás con la radio o con el móvil, que le das al 'play' y todo empieza a sonar. Lo bonito aquí es que suena cuando nosotros queremos». Muy cerquita del atril de Nadia está el de Sufien Abdellouili. Tiene 9 años y lleva tres cursos con el violín. «Lo más difícil al principio es colocar bien la postura del cuerpo y de los brazos, que se cansan un poco de sujetarlo». Delia Marín (12 años) toca el contrabajo, el instrumento más grande y pesado de la orquesta. «Cuesta un poco poner bien los dedos, apretar las cuerdas porque hay que tener mucha fuerza», cuenta Delia, quien espera con interés que llegue el turno de tocar 'Oh, Fortuna' o 'La vida es bella', dos de sus piezas preferidas. En el repertorio hay más bandas sonoras ('El rey León')y fragmentos de ópera ('Carmen').

«Lo más importante es mirar al director y hacerle caso», asegura Amin Aoulan Taib, 10 años, uno de los integrantes del grupo de percusión. Toca el cajón y es consciente de su importancia. «Si yo me voy de ritmo, puedo arrastrar a todos mis compañeros». Entre esos compañeros no solo hay escolares del Allúe Morer, sino que también hay docentes que se han apuntado a aprender un instrumento. Es el caso de Ana González, profesora de compensatoria, que hace dos años comenzó con la viola. «Yo no tenía mucha idea de música, había tocado la flauta en el colegio y poco más. Así que lo tomé como un reto. Y me gusta. Es un planazo y que el colegio cuente con un proyecto de este tipo, un lujo».

La Fundación Siglo donó los instrumentos (los alumnos no pueden llevárselos a casa, hay que ensayar aquí en el cole) y un músico de la Oscyl, Ricardo Moreno, contribuyó con la cesión de buena parte de los instrumentos de percusión que estaban en su poder. Así, con este material, la implicación educativa de los músicos de la Sinfónica de Castilla y León y la destreza de los jóvenes del Allúe Morer es posible sacar adelante un proyecto musical que suena de maravilla.

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