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El cóctel de altercados en el Zambrana convierte al centro de menores en una «olla a presión»Ha llegado un punto en el que en el centro de menores Zambrana «no se puede trabajar». Se sobrevive según lo que relatan desde el interior. En esta ocasión desde el área de Socialización. Son menos, tanto internos como trabajadores, que en las unidades de ... Reforma (suelen estar los jóvenes con condena), pero las carencias existen. En muchas ocasiones no aparecen en los medios de comunicación, pero su realidad, la de los educadores, es similar a la de sus compañeros de Reforma. Hasta el punto de que recientemente, en el mes de agosto, han remitido un comunicado para advertir de que «es imposible realizar el trabajo en las condiciones actuales».
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Álvaro Muñoz
Pasan de hablar de «infierno» a «vertedero» en un área con unos doce menores que habitan entre los denominados cinco hogares, donde «se trabaja con ellos la adquisición de nociones básicas de conducta con un régimen semiabierto, con permisos que permiten salir al exterior, pero con la obligación de regresar al centro». Esa es la descripción de la Junta de Castilla y León, titular del centro, en su página web, si bien los educadores actualmente ven imposible completar esa labor. «Es inviable mantener a varios menores en los hogares, separaciones, cumplir con expedientes y realizar las actividades, que han incluido salidas al exterior y varias salidas a urgencias. No se puede de ninguna manera mantener cinco hogares abiertos con seis personas trabajando y ocuparse de actividades, salidas, incidentes, visitas a urgencias... y eso sin contar con tener que realizar documentación, partes de incidencias, informativos, expedientes e informes del menor», reflejan los trabajadores.
Así que con esos mimbres, los menores se han dado cuenta de esas deficiencias y «son conscientes de las dificultades del equipo educativo y se aprovechan y abusan de ello». Los empleados enumeran de forma interna cómo los servicios han ido a menos al no contar, por ejemplo, con psicólogo, con talleres (unos doce) cuyo profesorado no quiere volver y con un solo guardia de seguridad para este área que abandona su puesto si hay problemas o incidentes en Reforma para dejar sin protección Socialización. Existen talleres que en verano se han podido impartir y, por ejemplo, en algunos casos, se han hecho cargo los propios educadores. «Una tarea más», apuntan ante una situación que califican de «insostenible».
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Precisamente, el número de educadores se ha mantenido en esta área, sobre los 18, si bien se ha logrado ese 'éxito' al cubrir las bajas, pero con carencias. «Existen bajas de las bajas. Se está trabajando con más de la mitad del personal nuevo. No hemos sido formados adecuadamente y se nos hace trabajar solos y sin personal que nos dé apoyo en un momento puntual», agregan a la par que critican la inacción de la Junta de Castilla y León.
«No se puede solicitar ayuda a otros hogares en caso de conflicto, dado que tenemos cinco hogares abiertos y somos seis trabajadores por turno», lamentan.
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Eso ha propiciado que el número de incidentes y altercados continúe en el centro de menores. Muestran un botón de lo que se ha vivido durante un fin de semana de este verano. «Cuatro menores han tenido conductas autolíticas durante el fin de semana, incluida una menor del hogar 4 con la que se ha tenido que mantener una especial precaución, haciendo también inviable que el único hogar en el que disponemos de más personal pueda dar apoyos», describen mientras analizan que muchos de los jóvenes que están en Socialización no deberían estar en ese centro. «En muchos casos, no saben qué hacer con ellos y les mandan al Zambrana. El número de usuarios debería ser menor al estar hablando de otra situación», prosiguen.
Por todos esos sucesos inciden en que el número «ideal» es de dos personas por hogar. «Al igual que en las actividades. De forma que si hay conflictos con menores, estos puedan ser separados del grupo y llevados de vuelta al hogar».
Con todos estos antecedentes, afirman que se han rendido en momentos puntuales. «Hemos tenido que ceder ante las manipulaciones de los menores. Ha sido imposible planificar nada dado que cada vez que se configuraban grupos o turnos, los menores provocaban un incidente para tirar por tierra todo el trabajo planificado. Además hay que añadir el lamentable estado de las comunicaciones internas del centro».
Apuntan en su escrito que ni siquiera descansan durante el turno. «Son muy importantes y cuando se hacen no superan los quince minutos, cuando lo estipulado es hacerlos de media hora, para que descansen todos los compañeros», apostillan a la par que recalcan que el nuevo convenio les ha hecho perder poder adquisitivo y ven imposible conciliar con horarios y turnos irregulares.
La conflictividad que se vive en el interior, como siempre se ha denunciado desde los sindicatos, se ha acrecentado en los últimos meses con el ingreso en el centro de miembros de diferentes bandas latinas (Trinitarios y Dominican Don't Play), lo que ha derivado en más enfrentamientos en el interior. «El problema de la calle ha entrado en el Zambrana por mucho que se intenten hacer dos grupos», aseguran.
Ese cóctel de altercados, incidentes, carga de trabajo, además de bajas laborales y sin personal que quiera acudir al centro de menores, ha convertido el Zambrana en una «olla a presión» en la que trabajar sea «inviable». «Las medidas educativas no son de ninguna ayuda. Son tan leves que a los menores les resultan irrisorias. Tenemos que escuchar continuamente que les da igual. Por eso es inviable mantener esta cantidad de grupos, de hogares y de actividades con el educativo actual», manifiestan.
Porque parte de las soluciones, alegan, llegarían con la entrada de más personal con el tiempo suficiente para «enseñarles» y «evitar» que la gente se vaya. «Todo esto provoca un gran malestar en el equipo, varias personas hemos estado a punto de dejar el trabajo. Hemos tenido ataques de ansiedad, lágrimas de desesperación...», concluyen.
Además de los jóvenes del área de Socialización, el centro cuenta con unos setenta internos al sumar los de Reforma. Al principio del verano, los sindicatos, tras un parón, describieron públicamente el «infierno» que estaban viviendo. «El verano también les afecta, son adolescentes. Les afecta un poco la climatología: cuanto hay tormenta, dentro también hay tormenta, por lo que depende quién esté de turno. Si hay más gente veterana, esa tormenta se doblega de otra manera que si la afrontan sustitutos. El problema de los sustitutos es que no saben afrontar esas cosas, les sobrecarga a ellos y mucha gente que viene sustituta también se va, porque no puede con la situación, y es que nosotros, los veteranos, tampoco podemos estar todo el rato dándoles la mano, porque no podemos, o les damos las manos o atendemos a los chicos. Es algo que hemos pedido hace mucho tiempo, que les den formación antes, que les metan en las unidades con nosotros antes de tener que cubrir una baja, una sustitución, unas vacaciones... para que aprendan cómo se trabaja aquí, porque eso no se aprende en la universidad. El Zambrana es un centro muy complejo», describió la presidenta del comité, Idoya, quien prefería no desvelar su apellido por seguridad.
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