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Similar demanda de consultas en cuanto a número de casos, pero hay un fuerte cambio en el perfil tradicional del paciente adolescente que llega a la consulta hospitalaria de Salud Mental y también se detecta un incremento de las necesidades de ingreso.
Las cifras de ... nuevos pacientes rondan el millar anual desde época prepandémica hasta ahora, con un repunte de un centenar más en 2021, pero los especialistas sí detectan mayor presión asistencial y diagnósticos más serios, que precisan más hospitalización. «De hecho, ahora tenemos listas de espera para poder ingresar, antes no, un claro aumento de demanda asistencial en la Unidad Infanto-Juvenil y tenemos pacientes a la espera de cama. Y eso que hemos aumentado en dos más, hasta las diez, por este incremento de casos, pero ya no hay espacio físico para incrementar la dotación», destaca el jefe de la unidad del Hospital Clínico de Valladolid, el psiquiatra Fernando Uribe.
«En el Hospital de Día, que atiende a todo Valladolid, no hay listas de espera pero sí nos llegan casos más graves y también aumentaron las consultas, aunque desde el mes de noviembre pasado y lo que llevamos de 2023, parece que comienza a estabilizarse. Y lo que ha cambiado de forma llamativa es el perfil de los afectados», añade el responsable de este servicio del Clínico de Valladolid, que es de referencia autonómica.
«Hay más mujeres y han aumentado claramente los problemas emocionales, depresiones e intentos autolíticos, mientras que antes lo más habitual era la demanda de varones y por causas conductuales. Y muchos ingresos, por ello, aunque de corta estancia. La fase aguda se resuelve más o menos rápido, no son gravísimos, pero están ahí y requieren incluso ingreso. Es importante. En los últimos meses han bajado, que era toda una alerta, los casos de suicidios e intentos autolíticos; ninguno consta en registro en 2022 y en 2023, aunque puede aún no figurar, en principio parece que no constan», detalla el doctor Uribe.
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«Los problemas emocionales son los que más nos llaman ahora la atención y, sobre todo, los casos de acoso. Hay muchísimos, tanto de tipo escolar como de pareja o ambos a la vez, de doble componente. Pero mucho, mucho, en los colegios, nos tiene asustados la demanda que hay por ello, lo tarde que llegan, año y año y medio sufriendo hasta que terminan en la consulta de un psiquiatra. Es una barbaridad de tiempo y realmente estamos alertados por este problema que, además, tiene una característica ahora muy preocupante y es que se extiende a las redes sociales. El 'bullying' empieza en el colegio y salta, se prolonga y aún persigue más a la víctima, porque incluso fuera del aula está en peligro. Está acorralado y no puede salir de ese sufrimiento ni en su casa. Los persigue», añade.
«Cuando vemos estos casos nos damos cuenta de que claramente ha fallado, y mucho, la prevención. Son triples víctimas: acoso escolar, en redes y, además, van al psiquiatra y esto los estigmatiza aun más de cara a los acosadores, se mofan de ello. Hay que intervenir antes de que lleguen a necesitar atención médica. Esta claro que no funcionan los protocolos de los colegios, el sistema de que el profesor esté vigilante y le lleguen a él los casos no está dando resultado. Tal vez sería más efectivo que un alumno fuera, similar al delegado de clase, la persona encargada de escuchar los indicios que los compañeros perciben, de que algún alumno está sufriendo 'bullying', que todos sepan que él es el referente y ese es su cometido. Y entre iguales sería más fácil lograr detectar estas situaciones de forma más precoz . Tampoco es bueno que se hagan públicos los suicidios por esta causa. Cuando un menor escucha la noticia de que otro en su situación ha puesto fin a su vida, encuentra en ello un camino, puede identificarlo como una solución y es peligroso».
En cuanto al porqué no recurren a sus padres, explica el doctor Uribe que «el adolescente está en una edad en la que empieza a diferenciarse de los padres, contacta con sus iguales y se deja llevar por ese entorno. Piensa que sus padres no lo comprenden, que no entienden nada del tema y lo que buscan es que sus iguales lo acepten. Los padres ponen límites, cuestionan y el adolescente suele estar enfrentado a ellos, esto no ocurre con el entorno de su edad, que es donde busca encajar. Además, el adolescente es impulsivo, toma decisiones poco meditadas. Por eso, la figura de un compañero de clase para detectar estas cuestiones podría funcionar. El modelo actual basado en los profesores ha fracasado».
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«Además, las chicas se han incorporado a esto. Antes prácticamente eran solo los varones y ahora la mujer también es acosadora y también en grupo. Junto a ello, la autoridad se ha perdido en los colegios, te cuentan a veces que cuando se ha llamado la atención a un padre por la conducta contra otros de su hijo, lo ha defendido o negado».
La principal causa de consulta infantil y de adolescentes en este centro de referencia autonómica son los casos del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), pero dejando al margen este problema, los emocionales y, en particular, los de acoso o relacionados con la insatisfacción con el propio cuerpo en los últimos tiempos, acaparan las consultas. «No tenemos datos concretos, no se ha estudiado y contabilizado porque, además, es muy reciente e influyen múltiples factores, pero tenemos claro que ocurre de forma muy marcada y que hay que hacer algo ya», insiste este especialista.
Otro problema que creció de forma importante con la pandemia y aún sigue con muy alta prevalencia es el de los trastornos alimentarios. El doctor Uribe también señala en los mismos un cambio importante, «una peculiaridad». La disconformidad con el cuerpo y el malestar que provoca tal pérdida patológica de apetito y la falta de peso o los atracones de la bulimia ahora «son atípicos y nos encontramos con muchos casos de ortorexia», una obsesión patológica e irracional por comer sano y por la calidad de los alimentos, convirtiéndose así en la principal preocupación de la persona que la padece o incluso, en el objetivo de su vida. Explica el doctor Uribe que «comienzan por comer sano, elegir alimentos ecológicos, por hacerse veganos... y van aumentando las restricciones, poco a poco, hasta terminar en un trastorno alimentario. También aquí hay una enorme influencia de las modas, las redes sociales... Esto es algo que antes no veíamos en absoluto y ahora tenemos niñas y adolescentes con problemas de peso y obsesión por esta causa».
Y otro aspecto que ha cambiado el perfil también es el de la demanda en la consulta de disforia. «Antes las personas transexual eran prácticamente todos hombres que se sentían mujer y el tránsito era de masculino a femenino. Ahora estos casos están ligados a la negación del cuerpo, el perfil más frecuente es el de chicas que quieren ser chico y tiene asociados otros problemas emocionales. Es más, suele partir de un problema emocional de no aceptación, es previo y con mayor conflicto emocional frente a la demanda anterior que era una identificación con el otro sexo, el femenino», explica.
La unidad atiende a niños y jóvenes hasta los 18 años. Antes se concentraban, sobre todo, los casos entre los 14 y los 18, ahora surgen más desde esta edad hasta los 24.
La Unidad Infanto-Juvenil del Clínico atiende un millar de primeras citas y más de tres de revisiones. Concretamente, en 2022 atendieron 1.061 casos nuevos; en 2021 fueron 1.104 y en época prepandémica, en 2019, fueron 1.007 primeras consultas. Las revisiones se han movido entre las 3.804 del año prepandémico a las 3.996 del cerrado ejercicio.
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