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Los psicofármacos ya no son solo un recurso terapéutico para afrontar problemas crónicos o patológicos de salud mental. Cada vez más lo son para afrontar un día a día con lo que la vida conlleva: ruptura de parejas, duelos por la muerte de allegados, dificultades ... para encontrar empleo o para defenderse en el trabajo... «Su empleo crece cada año, desde hace muchos, porque se ha patologizado la vida cotidiana. Para buscar alivio frente a cualquier problema, pérdida o carencia se recurre el facultativo y se pide una respuesta rápida, que no es algo que den las terapias psicológicas y similares, sino el fármaco. Cada vez nos llegan más a la consulta personas porque se sienten mal por un duelo, u otros asuntos, que son normales en el devenir de la vida, que no son un problema psicológico o psiquiátrico el que plantean; pero buscan alivio», explica el doctor Fernando Uribe, jefe de Psiquiatría del Hospital Clínico de Valladolid.
Los datos de consumo hacen evidente este crecimiento constante en Castilla y León y en España en general. El informe 'Consumo de fármacos ansiolíticos e hipnóticos en Receta Oficial y Mutuas', publicado por la Agencia Española del Medicamento y el Producto Sanitario (Aemps), que hace retrospectiva desde el año 2010, muestra esta tendencia continua. Los datos recabados por la Dirección Técnica de Asistencia Farmacéutica de la Consejería de Sanidad muestran un importante incremento en Castilla y León desde hace más de un decenio, cada ejercicio, desde un mínimo de entorno al 3% o 4%, variable según tipo de medicación; incluso bastante más. Ambas fuentes muestran dos picos que podrían correlacionarse con la crisis económica y con la pandemia.
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Castilla y León consumió 2.500.015 envases de ansiolíticos en 2008 y 2021 anotó 3.022.310. El dato de antidepresivos pasa del 1.585.342 fármacos dispensados a 2.287.379 en esos trece años. Y ello pese a que el primer dato ya supone un repunte del 13% en este tipo de medicación con respecto a los comienzos de su década, que algunos trabajos relacionan con la crisis económica.
Los castellanos y leoneses pasaron de consumir 6.568.508 psicofármacos en 2019, año previo a la covid a 6.883.456 en plena pandemia y a 7.101.035 en el pasado año cuando los efectos del confinamiento y restricciones se habían relajado.
Considera el doctor Uribe que con estos últimos tres años y sin analizar el uso concreto de las prescripciones «no se pueden extraer conclusiones seguras sobre la posible incidencia de la pandemia en el aumento de estos tratamientos porque, desde mucho antes, se arrastran años de crecimiento. No podría decirlo con seguridad». Pero lo que sí muestra el balance de los últimos tres ejercicios «es que durante el primer año de pandemia, lo que más aumentan son los ansiolíticos mientras que en el año siguiente, en 2021, lo que crecen son los antidepresivos. Este cambio podría explicarse porque en el primer año del covid lo que primaba era la incertidumbre, la ansiedad, el insomnio... mientras que los cuadros depresivos llegan después cuando aparece el fracaso. Cuando se consolida una situación familiar difícil, pérdida de empleo....», destaca. «Y esto sí es claro en el consumo de psicofármacos, los ansiolíticos crecen entre 2019 y 2020 un 6,11% y luego ya solo aumentan un 2,6%. Sin embargo, los antidepresivos aumentan el primer año el 3,46% y el segundo suben un 4,38%».
El conjunto de ambos años, repasa este especialista en Psiquiatría, iguala el crecimiento en un 8% de aumento.
Crecen también los hipnóticos y sedantes a los que, en 2019, los castellanos y leoneses recurrían hasta gastar 954.120 envases y 2021 se cierra con 1.011.736 tras los 992.526 cajas usadas en plena pandemia de 2020. También los antipsicóticos crecen desde los 722.518 recetas en 2019 a las 756.383 al año siguiente y a las 779.610 en 2021.
Repasa el doctor Uribe que un análisis teniendo en cuenta que hay 2.311.282 tarjetas sanitarias (a fecha de final de 2020) y que el consumo total de psicofármacos es de 2,311.282, supone una media de tres envases por persona y año; lo que «no quiere decir que un 25% de la población esté en tratamiento porque un paciente puede tener, y no es extraño, varias prescripciones a la vez. «Además no siempre un antidepresivo se usa para tratar la depresión, por ejemplo. En ocasiones se usan unos fármacos con menos efectos secundarios para tratar problemas distintos. Esto habría que analizarlo».
Doctor fERNANDO uRIBE
En España, con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de mediados de 2020, de muestra que había 2,1 millones de personas con un cuadro depresivo, el 5,25 % de la población mayor de 15 años de todo el país. Se estima que la depresión afecta al 4,7% de los hombres y al 7% de las mujeres. Dentro de las comunidades autónomas, Castilla y León (10%), Comunitat Valenciana (9,8%) y Comunidad Foral de Navarra (6,7%) registraron las cifras más altas en cuanto a prevalencia de algún cuadro depresivo; mientras que Cantabria y lasislas Baleares tienen las cifras más bajas (3,6% y 3,7%, respectivamente), junto con las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (ambas por debajo de 2,5%).
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Asimismo, el consumo de ansiolíticos sedantes e hipnóticos subió en 2020 a 91 dosis diarias por cada mil habitantes en España; lo que supone un incremento del 4,5% con respecto al año anterior y de casi el 10% con respecto a hace una década, según la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios.
Destaca el jefe de Psiquiatría del Clínico que, en el análisis de estos consumos en pandemia, también hay que tener en cuenta que el confinamiento y el funcionamiento del sistema sanitario pudieron provocar «un menor número de terapias presenciales, mayor dificultad para responder a estos pacientes y, en consecuencia, un incremento de las recetas de fármacos como solución. Algo que también explica el aumento de los datos de consumo».
El doctor Uribe no cree que la sociedad actual esté más enferma, que haya un mayor estrés y una forma de vida que justifique este continuo incremento de medicación psiquiátrica. A este respecto explica que «hay un cambio cultural, de educación, de tener más fáciles en realidad las cosas y poder acceder a más y en cuanto hay un problema las personas se derrumban. Las cosas normales de la vida, los sentimientos de pérdida por una separación o una muerte las convertimos en un problema patológico. Las personas se derrumban enseguida y reclaman pronto un apoyo psicológico, se busca más ayuda fuera, una solución en otras personas.... antes se recurría al propio entorno. La sociedad es diferente, pero realmente no sé si más estresada. Puede tener sobreestimulación y mayor insatisfacción por ello. Luego hay excepciones claro, trabajos más expuestos, jefes más tóxicos... Pero si te relacionas con personas, hay rupturas, hay enfrentamientos».
En cuanto a la factura farmacéutica en psicofármacos alcanza los 76.629.116,7 euros en 2021. El gasto en euros por persona y año es de 33 de media. El coste de estos tratamientos pese al aumento de envases no se corresponde con este incremento. El gasto crece el 6,57 en el último año mientras que el consumo lo hace en un 8,11%. Esto significa que «cada vez se compra más barato porque no hay innovaciones en el campo de los psicofármacos. No lo hay desde hace mucho tiempo. El gasto medio de un ansiolítico es de 1,8 euros y el de un hipnótico, de 2,7. Más caros son los antidepresivos 813 euros) y los antipsicóticos (48 euros) donde hay más avances».
En 2020 se quitaron la vida 228 personas en la comunidad, diez más que el año anterior (218); siete más que en 2017 y quince más que en 2013. Los casos tienden al alzan. Sin embargo, los datos de la Unidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil del Hospital Clínico de Valladolid detectaron un descenso del 20% de los intentos autolíticos y suicidios durante la pandemia. Sin embargo, otro tipo de problemas como los trastornos alimentarios o las adicciones a dispositivos electrónicos y otros trastornos emocionales repuntaron considerablemente durante el 2020. Este año «se mantiene estable el descenso e incluso baja», destaca el jefe de Psiquiatría del clínico de Valladolid, Fernando Uribe.
Se contienen los casos graves pero aumenta el consumo más habitual y menos grave. Pero hay otro problema en este entorno, el de la falta de adherencia a estos tratamientos, al abandono del seguimiento adecuado de las pautas de medicación. A este respecto, los colegios de farmacéuticos han puesto en marcha el programa HazFarma con la acción 'Advierte: la importancia de la adherencia', cerca de dos mil farmacéuticos de al comunidad desarrollarán servicios profesionales asistenciales, utilizando NodoFarma Asistencial para el registro de su actividad. Esta acción se llevará a cabo durante seis meses para mejorar la adherencia de los pacientes a sus tratamientos de depresión o ansiedad.
«El incumplimiento del tratamiento implica un riesgo de recaída de la enfermedad o de su empeoramiento. Por este motivo, los farmacéuticos comunitarios tienen un papel esencial en la prevención de la falta de adherencia terapéutica de estos pacientes. La farmacia, por su accesibilidad, cercanía y confianza, permite tener un rol privilegiado en la ayuda a estos pacientes dentro del sistema sanitario», destacan.
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