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La calle Santiago, casi vacía, a media tarde de este jueves. Rodrigo Jiménez

El calor extremo convierte las calles de Valladolid en un desierto

«Hemos venido de Países Bajos y creo que claramente nos hemos equivocado de semana», reconoce un turista holandés

Mario Azcona

Valladolid

Jueves, 25 de julio 2024, 19:31

Un habitual cada verano es ver el mercurio sobrepasar los 37 grados. Este año la primera ola de calor se ha hecho esperar, pero desde esta semana los ventiladores de mano, los abanicos y los parasoles han hecho su aparición estelar en Valladolid. Si las ... mañanas son calurosas, las tardes casi podrían denominarse infernales. Y son unos valientes los que se atreven a caminar por una capital prácticamente desierta en la hora punta de bochorno.

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Las piscinas se convierten en las grandes protagonistas estos días, su momento ha llegado. Las toallas borran el césped y las chanclas ocupan en fila el borde de la piscina, una concentración de personas que contrasta con el desierto en el que se convierte la ciudad a las primeras horas de la tarde. Solo algunos 'temerarios', ante la necesidad, y comercios salvavidas dan un ligero toque de actividad a las calles más céntricas.

Son las cuatro de la tarde. El termómetro de la plaza de Zorrilla marca 39 grados -algo más, aunque no mucho, de la temperatura real-. Detrás de él, la interminable calle Santiago que tan abarrotada está habitualmente. Pocas personas son las que la cruzan y siempre buscando los puntos de sombra, aunque nada es suficiente para paliar la incidencia de la radiación solar que en algunos termómetros de diferentes marquesinas llega a marcar unos irreales 51 grados (a pleno sol).

Terrazas vacías en Portugalete. Rodrigo Jiménez.

En la calle Santiago, esquina con Zúñiga, un grupo de turistas con la mochila al hombro -para sumar aún más calor- van observando las tiendas, con la esperanza de que al pasar por alguno de los establecimientos una pequeña brisa les recorra el cuerpo, mientras comenta cuál es el próximo monumento que van a visitar. «Hemos venido de Países Bajos y creo que claramente nos hemos equivocado de semana, pero ya que estamos aquí tenemos que aprovechar», comenta Janne Vink.

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Ignacio Espino es una de esas personas que si está en la calle a las cuatro de la tarde es por obligación, «trabajo en un local en esta misma calle y quiero irme a mi casa, así que no me queda más remedio que pasar este trance, al menos, pienso que mañana descanso y lo voy a evitar, porque después de salir de trabajar sientes que te chocas contra una pantalla de calor».

Un termómetro en la calle Mantería marca 38 grados. Rodrigo Jiménez

Sin embargo, el calor no es un mal para todos, o así lo ve Íker Padilla, quien ha ido hasta una de las tiendas a recoger un paquete: «Hace calor, sí, por eso mismo ahora es cuando menos gente hay y mejor se pueden hacer los recados», comenta.

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Las heladerías del centro, algunas abiertas y otras con la persiana echada, pasan estas horas de más calor con un ligero goteo de clientes. Si algo hay en verano que no falla es una tarrina con tres bolas de diferentes sabores. Los pocos valientes que recorren las calles lo saben y crean pequeñas colas -de cuatro a cinco personas- frente a uno de estos establecimientos (Regma). Una cola un tanto especial, y es que en vez de realizarse junto a la puerta, esta comienza unos metros más atrás, sin perder un centímetro de sombra.

Y es que Valladolid, una ciudad desierta a las horas de más calor, se encuentra en alerta amarilla desde el martes. Y así continuó ayer, y hoy, y mañana.... El aviso amarillo por altas temperaturas, en este sentido, se mantiene activado, por ahora, hasta el sábado. Pero continuará de acuerdo a las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

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