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La matemática, historiadora y relevante hispanista Alicia Bache Gould. En el vídeo, Julia Rodríguez de Diego, directora del Archivo General de Simancas. José Carlos Castillo
El Hilo

La brillante norteamericana que vivió y murió en el Archivo de Simancas

Alice B. Gould llegó a España por casualidad y permaneció cuarenta años en la villa vallisoletana investigando las expediciones de Colón

Berta Muñoz Castro

Valladolid

Sábado, 8 de febrero 2025, 08:16

Si Alice B. Gould (Boston, 1868) hubiera nacido un siglo después, tengan a buen seguro que las incógnitas que a día de hoy rodean las expediciones y la vida de Cristóbal Colón no serían tales. La señorita Alice fue capaz de componer la investigación colombina más importante del siglo XX. Ella, sin más medios que lápiz, papel, intuición y perseverancia, no solo logró poner nombre a todos los tripulantes que acompañaron al navegante en sus viajes al Nuevo Mundo, sino que se convirtió en una experta en la figura de la Reina Isabel la Católica. Murió a las ocho de la tarde del 25 de julio de 1953 a las puertas del Archivo General de Simancas, donde había pasado más de cuatro décadas descifrando legajos del siglo XV. «La que creí habría de ser tarea de unos dos años, no he podido terminarla en casi cuarenta», reconoció a su amigo el historiador palentino Ramón Carande poco antes de morir. Abro hilo:

↓ Alice Bache Gould era matemática –estudió en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y en Inglaterra, en el Newnham College de Cambridge–, pero su pasión por los entresijos del descubrimiento de América la llevaron a dedicar toda su vida a la investigación. Nació en el seno de una familia adinerada de Estados Unidos. Su madre, Mary Apthorp Quincy, era una distinguida noble de Boston que contaba con dos presidente de Estados Unidos en su árbol genealógico y su padre, Benjamin Apthorp Gould, un reputado astrónomo, fundador del Observatorio Nacional de Argentina en la Córdoba sudamericana.

Firma de la investigadora en una de las peticiones en el Archivo de Simancas. José Carlos Castillo

↓ Allí, en la ciudad argentina aprendió Alice castellano y vivió, con seis años recién cumplidos, el acontecimiento más trágico de su vida. Fue el 8 de febrero de 1874, el fatal domingo en el que fallecieron ahogadas sus dos hermanas mayores. Las crónicas de la época no escatimaron espacio para narrar lo sucedido. El río Principal, también conocido en Córdoba como Suquía, con sus bravas crecidas de verano, había engullido a las dos pequeñas –Susan (11) y Lucretia (9)– y a la institutriz irlandesa, Albina Fontaine, que intentó salvarlas en vano. Alice se convirtió de la noche a la mañana en la mayor de tres hermanos, seguida de María y de Benjamín, que el día de la tragedia cumplía cuatro años.

Alice G. Gould, en 1911, cuando llegó a España. Foto cedida por el Archivo de Simancas

↓ La erudición de Alice B. Gould fue un legado de su familia materna, los Quincy. Su bisabuelo fue presidente de Harvard. Alice se convirtió en una de las primeras mujeres en cursar una carrera universitaria y con tan solo 21 años, en 1889, se graduó en matemáticas y física. Cuatro años más tarde, una gripe mal curada la llevó a Puerto Rico en busca de un clima que la ayudara a recuperarse de una grave afección pulmonar. En el país que los adolescentes colocan hoy en el mapa gracias al último disco de Bad Bunny, Alice vivió siete años. Tenía 35 años y una mente ávida de conocimientos. Cuentan que isla caribeña despertó su pasión por la historia de la colonización, una faceta investigadora que seguiría alimentando en España, donde llegó por casualidad.

Entrada del Archivo General de Simancas. José Carlos Castillo

↓ Fue en 1911, con 43 años, cuando se dirigía a Roma con una amiga. La acompañante de Alice enfermó durante el trayecto y cuando el barco que las llevaba a Italia atracó en Gibraltar, ambas mujeres decidieron quedarse. No se sabe a ciencia cierta si su amiga regresó a Estados Unidos tras recuperarse [hay crónicas que aseguran que murió en España], pero la matemática norteamericana aprovechó la oportunidad para continuar sus investigaciones en nuestro país.

Sala Juan de Herrera, una de las estancias del Archivo de Simancas más frecuentadas por Alice B. Gould. José Carlos Castillo
Las fuentes que maneja para su trabajo son las fuentes más antiguas del Archivo de Simancas. En la imagen un ejemplo de la grafía. AGS, CMC1ª, 98

↓ España la atrapó. Los días se tornaron en semanas y los meses, en años. Al principio pasaba los inviernos en el Archivo de Indias de Sevilla y los veranos en tierras vallisoletanas. Era tan intensa su actividad investigadora en el Archivo General de Simancas –el primer archivo oficial de la Corona de Castilla fundado en 1540– que durante años tuvo cedida una habitación dentro de las instalaciones. Estaba convencida de que en los recibos de expedición, presupuestos reales, actas de juicios y reales decretos quedaban multitud de secretos sin descifrar. Solo dejó España en un par de ocasiones. La primera, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, condicionada por la preocupación de su familia. En marzo de 1918, un año después de que Estados Unidos entrara en el conflicto bélico, Alice regresó a Boston para apoyar el esfuerzo bélico. Aceptó un puesto en la Universidad de Chicago para enseñar matemáticas en un curso de navegación para personal de la Marina. En 1925 regresó a España para retomar sus investigaciones sobre los viajes de Colón. Y ser parte activa de la vida de Simancas.

Carta enviada por Alice desde Sevilla en 1911 solicitando ayuda al director del Archivo de Simancas para encontrar alojamiento en la localidad. AGS,ARC,133,70

↓ «Fue una mujer fascinante y extraordinariamente valiente en la entrega que hace a su trabajo como investigadora, no solo por el volumen de documentación que manejó en Simancas, sino por la dificultad de lectura que tenían las fuentes que consultó, de las más antiguas del archivo. Dominó la paleografía como nadie. Si tuviéramos que hablar de la personalidad de Miss Gould, a mí me gustaría destacar su laboriosidad intensa, su tenacidad y su perseverancia en el trabajo. Y una extraordinaria generosidad que se vio no solo en su labor investigadora, ofreciendo información a cuantos se la solicitaban, sino en la actividad que realizó en Simancas como patrocinadora de la Escuela de Párvulos, su gran proyecto educativo», explica Julia Rodríguez de Diego, directora del Archivo General de Simancas desde la década de los ochenta.

La investigadora norteamericana, con los trabajadores del Archivo de Simancas, en una foto tomada en los años cuarenta. La imagen ilustra un artículo de Miguel Ángel Ladero Quesada publicado en la revista Anuario de Estudios Atlánticos.

↓ En la localidad vallisoletana, además de investigar aprovechando todas las horas de luz del día, fundó un parvulario para niños de cuatro a siete años sin recursos. «La 'Escuela de Miss Gould' –recuerda un artículo de El Norte de Castilla– estaba en una casa de dos plantas, junto a la antigua carretera». La historiadora Teresa Salvador Berrueco explicaba en un artículo publicado en 1986 que Alice «no era católica y que en su escuela no se impartían clases de religión» y que los métodos de aprendizaje empleados eran «muy avanzados y totalmente desconocidos por aquí». Por poner un ejemplo, el edificio estaba lleno de plantas y cada alumno se responsabilizaba del cuidado de una. Y premiaba la asistencia de los niños a clase con excursiones a Valladolid, donde les invitaba a merendar y, en ocasiones, al cine.

Niños del parvulario en el curso 1928-1929. Libro 'La escuela de párvulos de Simancas'

↓ La iniciativa educativa fue tan sonada que la prensa nacional se hizo eco. Los diarios 'Ahora' y 'El Liberal' publicaron en 1931 una noticia que destacaba que «la señorita Alice B. Gould, de nacionalidad norteamericana, que realiza desde hace años investigaciones de carácter histórico en el Archivo General de Simancas, ha ofrecido crear y sostener por su cuenta, en aquella ciudad, una escuela mixta de párvulos, bajo la dirección de la Junta de Ampliación de Estudios». Una muestra más, asegura la directora del Archivo de Simancas, de que fue «una persona muy valiente, capaz de romper moldes». Y muy querida. «Todos los que la conocieron decían que fue una persona extraordinariamente afable, que contaba con un gran sentido del humor y que hacía de la ironía uno de los recursos fundamentales», explica Julia Rodríguez.

Niños de la escuela que puso en marcha Alice B. Gould en Simancas. Libro 'La escuela de párvulos de Simancas'

↓ Su nombre volvió a aparecer en los diarios de la capital el 9 de mayo de 1931. En esta ocasión, 'El Heraldo de Madrid' destacaba que la historiadora había ayudado a localizar a una niña que había sido retenida en la localidad vallisoletana: «Hace días se presentaron en Simancas un ciego, que imploraba la caridad pública y su mujer. Esta, con engaños, se llevó a la niña de diez años Teodora Muñoz, cuyos padres denunciaron el hecho. La investigadora americana Miss Alice Gould, que practica trabajos en el Archivo, se dedicó a buscar a la niña, y al fin logró hallarla cuando iba a emprender el viaje en compañía del ciego», decía la noticia.

Placa en la entrada principal del Archivo General de Simancas. José Carlos Castillo

↓ Pero nunca perdió de vista su faceta de historiadora. En los libros de historia, en la década de los años veinte del siglo pasado, las estimaciones del número de tripulantes de Colón oscilaba entre sesenta y ciento sesenta. Una horquilla demasiado amplia para Alice, que se propuso dar con el número exacto de hombres que navegaron en las tres carabelas. Comenzó a revisar archivos municipales, parroquiales y privados. «Los documentos la cautivan y se hace prisionera de ellos. Fue una investigadora alentada por un espíritu de curiosidad infinito. Esto no significa que haya que quitar peso a su investigación histórica, que estuvo en todo momento presidida por el rigor, por el trabajo continuo y por la consulta sistemática de documentos. En una época en la que vivir en Simancas no era cómodo», puntualiza Julia Rodríguez de Diego. El resultado fue un arsenal de información sobre las vidas y circunstancias de estos hombres, sus identidades, sus deberes durante el viaje y sus relaciones con Colón. Los trabajos de Alice B. Gould culminaron en el registro biográfico más completo posible de la tripulación de Colón. No solo logró dar una cifra exacta de tripulantes, sino que colocó a cada hombre en el barco donde sirvió, e incluyó su rango, deberes, historia familiar y el salario que recibió.

Alice B. Gould, en 1952, con la medalla de la Orden de Isabel la Católica. Libro 'Homenaje a Miss A. B. Gould' de la Sociedad de Amigos de Simancas

↓ Con el paso de los años, el archivo de fichas de los miembros de la tripulación fue creciendo. Gould buscó certificados de nacimiento, comprobantes y recibos de trabajos realizados en las carabelas. Finalmente llegó a un número definido de tripulantes: ochenta y nueve. Gracias a la investigación de Alice, sabemos que solo cuatro de los tripulantes tuvieron problemas con la ley, destruyendo así el mito de que la mayoría de ellos eran criminales y presidiarios. Su investigación también desmintió la historia que se cuenta en muchos libros sobre el inglés y el irlandés de la expedición de Colón que fueron asesinados por los indios en 1492. Pudo demostrar que no había ningún inglés, irlandés u otro noreuropeo a bordo. Este dato lo recoge la historiadora madrileña Mercedes Junquera, fallecida en 2022, en uno de sus artículos.

El ministro de Educación Joaquín Ruiz Jiménez, junto a la hispanista americana, en 1952, cuando fue condecorada con los más altos honores de la Orden de Isabel la Católica. Libro 'Homenaje a Miss A. B. Gould' de la Sociedad de Amigos de Simancas

↓ Cuando terminó su catálogo de fichas, comenzó a publicar 'La nueva lista de tripulantes de Colón' en los boletines de la Real Academia Española de la Historia desde 1924 hasta 1966. Metódicamente, seguía el orden alfabético de sus nombres de pila y luego los diferentes nombres, si los había, por los que habían sido conocidos. En el momento de su muerte, sólo quedaban por publicar las notas sobre Vicente Yáñez Pinzón y un apéndice de tripulantes dudosos, que no aparecieron en el boletín hasta 1973.

↓ Alice Gould leyó todo lo que pudo encontrar sobre el período y se convirtió en una gran admiradora de la reina Isabel la Católica y una experta en su reinado. Su habilidad para leer la caligrafía de los escribanos de la corte fue admirada y le valió los elogios del rey Alfonso XIII. La historiadora Mercedes Junquera aseguraba en un artículo que cuando «todas las pistas sobre la historia de Colón parecían haberse agotado, ella encontró el famoso documento en el que Sus Majestades otorgaban a Colón y a sus herederos a perpetuidad los títulos de Almirante del Mar Océano y Virrey y Gobernador General de las tierras que descubriera. Ese documento, firmado por los soberanos católicos en 1501 para confirmar uno anterior, mencionaba a Génova como lugar de nacimiento de Colón, uno de los puntos más debatidos por los historiadores de Colón».

Petición de documentación hecha por Alice el 14 de julio de 1924. José Carlos Castillo

↓ No se casó. Tampoco tuvo hijos. Fue una mujer independiente gracias a la holgada posición económica que heredó de su familia. Hasta el día de su muerte compartió su vida con María Zamora. Y en Valladolid capital encontró una nueva familia entre las propietarias del Hotel Moderno, donde tenía una habitación de forma permanente. Los archivos que había frecuentado durante tantos años fueron el objetivo de su última visita. La tarde del 25 de julio de 1953, festividad de Santiago, sobre las ocho de la tarde, la encontraron tendida en el puente del castillo de Simancas. Se dirigía a la sala de consultas. Tenía 85 años. «Alice solo podía morir de la forma que murió, en un archivo», asegura la directora del Archivo de Simancas.

Esquela de Alice Bache Gould y Quincy.

↓ El diario ABC, en su edición del 12 de agosto, recordaba a Alice: «Durante cuarenta años ha perseguido ese tema, modesto por lo corto de sus perfiles, sin desanimarse, sin perder la sonrisa ni el humor, acumulando papeletas de pedidos y, parejamente, reuniendo materiales de un valor incalculable. Su aportación a los estudios colombinos es cegadora y definitiva. Su humildad y sencillez, impresionantes [...] Ahora los amigos de Simancas están de luto. Se ha perdido una menté lúcida, inapreciable para la investigación histórica española», rezaba el obituario.

Inscripción 'El que no está contra nosotros, está con nosotros' (Marcos 9:38-40), en la sepultura de la investigadora.

↓ Intelectuales del mundo de las letras le rindieron un sentido homenaje en su funeral. Su cuerpo sigue enterrado en suelo español, en el cementerio Británico de Madrid. En Simancas, una placa conmemorativa marca el lugar donde murió y la asociación de mujeres –con 160 socias– lleva su nombre. A lo largo de su vida Alice Gould recibió muchos honores. En 1924 le fue concedida la Cruz de Alfonso X el Sabio, en 1942 fue nombrada miembro de la Real Academia Española de la Historia y en 1952 fue condecorada con los más altos honores de la Orden de Isabel la Católica, la mujer a la que más admiraba. Podría ser agresiva e implacable a la hora de persuadir a un custodio de archivos o a un párroco para permitirle buscar documentos, pero siempre será recordada por ser una investigadora tenaz y generosa. Samuel Eliot Morison, autor de 'Almirante de Ocean Sea' –biografía de Colón que le valió el Pulitzer en 1943– reconoció que de no haber contado con su inestimable ayuda habría datos que no hubiera podido encontrar. Para muestra, un botón.

La semana que viene...

El hilo recuerda el próximo sábado el día que los Reyes de España inauguraron la escultura en su honor en el claustro del Patio Herreriano del monasterio de San Benito.

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