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El cantante vallisoletano Alfonso Pahino se crió en el barrio de la Victoria, que considera que se ha convertido en el rey del tapeo de barrios. «También hay ambiente en Delicias y La Rondilla, pero la calle Dársena es uno de los núcleos sociales más importantes de Valladolid. Está el bar de Flor, cuya dueña es muy profesional y simpática y ha abierto otro bar enfrente, aportando un gran nivel de hostelería a la zona. Cerró mi querido bar Chicha, pero hay otros como el Willow, en la Plaza del Cosmos... y suelen dar tapa gratis, aunque creo que es algo muy sacrificado para los dueños», opina Alfonso Pahino.
Dejando a un lado el amor que siente hacia su barrio, la gran debilidad del que fue ganador del Benidorm Fest en 1977 es el mítico restaurante La Criolla, en pleno centro de Valladolid. «Soy muy amigo de Paco de toda la vida. Cuando yo era joven trabajaba en una tienda de ropa que estaba al lado del que entonces era su pequeño bar, donde servía champiñones a la plancha. Luego se pasó a un local más grande y mira lo que consiguió», cuenta nostálgico. Le resulta casi imposible elegir un plato favorito de La Criolla pero le conquista cualquier canapé o tosta de su «espectacular barra de pinchos», y le encantan los boquerones rebozados, las mollejas de lechazo o unos buenos calamares que suele acompañar con un clarete de Cigales. «Cuando quedo con amigos para tomar algo este es nuestro punto de encuentro. La Criolla no falla nunca», asegura rotundo.
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Rebeca Alonso
En este restaurante, entre sorbos de clarete y calamares rebozados, y con la complicidad de su amigo Paco, comparte dos curiosidades: la primera, que para la foto de la portada de uno de sus discos posó en la bodega de La Criolla. La segunda, que cuenta con un vino, un blanco verdejo, etiquetado con su nombre.
Otro de sus imprescindibles es El Corcho. «Es obligatorio pedir una croqueta, si es que hay sitio para entrar claro», apunta. Su céntrica ruta también puede pasar por el Vino Tinto, El Hueco, el Zamora o La Teja, donde pide el montadito de calamares. «Mis amigos de San Sebastián me dicen que les estamos ganando con los pinchos», afirma orgulloso.
Y, «cuando el bolsillo lo permite», acude al restaurante El Trébol, en la calle Turina, a darse un capricho gastronómico a base de marisco. «Para los que somos forofos de los frutos del mar este restaurante es espectacular. Sirven auténticos manjares. Voy cuando puedo o cuando me invitan mis amigos», bromea.
El próximo domingo conoceremos el plan favorito de Fernando Cayo. El actor enumera los lugares donde, en su opinión, sirven las croquetas más cremosas, los mejores torreznos y el lechazo más exquisito de Valladolid.
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