Valladolid

El Ayuntamiento demolerá el ruinoso bloque de Delicias que se desokupó en mayo

La Administración Local abordará esta intervención por ejecución subsidiaria, es decir asume el pago de la obra y luego pasa la factura a los propietarios. En este caso, sin embargo, cobrar va a ser difícil. Tan solo tienen localizada a la dueña de uno de los pisos, mientras que el resto son herederos que o no contestan a los requerimientos municipales o que directamente han renunciado al legado al saber que se trataba de una ruina. Así, el edil considera que habrá que iniciar un expediente expropiatorio que dejaría el suelo en manos municipales hasta que se determine su futuro.

Según los datos del plan de obra facilitados por Zarandona, el coste de la demolición, con los trabajos previos de seguridad y la posterior adecuación del solar, asciende a 133.310 euros. En este momento, la puerta del portal y las ventanas de la planta baja bloque se encuentran blindadas con unas chapas de acero que se colocaron después de la salida, el 30 de mayo, de las tres personas que lo abandonaron tras llegar a un acuerdo de realojo provisional con los trabajadores sociales del Ayuntamiento. Este tapiado metálico se llevó a cabo para evitar nuevas entradas en una finca situada en esta calle perpendicular a la avenida de Segovia, en pleno corazón del barrio.

El foco de Urbanismo ya estaba puesto en Olmedo 4 mucho antes del episodio de okupación que se registró esta pasada primavera. Fue en marzo de 2023, aún con Gobierno del PSOE y Toma la Palabra en el Consistorio, cuando la Junta de Gobierno del Ayuntamiento aprobó el acuerdo para demoler el inmueble, una decisión que recibió el aplauso de los vecinos afectados. En ese documento, se destacaba que el coste total de las obras a realizar para mantener las condiciones de seguridad, salubridad y ornato del bloque supondrían una inversión de 475.254 euros, lo que representaba el 62,3% del valor de reposición de la construcción (762.399 euros) por lo que excedía del límite del deber legal de conservación y se procedía a declarar su ruina.

Esta decisión se tomaba después de que los técnicos municipales visitaran durante 2022 el inmueble en numerosas ocasiones tras las denuncias de los residentes del edificio que colinda con esta finca. La más grave: la filtración de aguas fecales desde la decrépita construcción hacia el número 2, que anegó la zona de trasteros y garajes de dicho portal. Entonces, la comunidad afectada dio la voz de alarma ante el riesgo que suponía mantener en esas condiciones las casas del 4. Y es que dos de sus cuatro plantas se mantienen en pie a base de puntales en toda su superficie, mientras que las redes de abastecimiento y saneamiento están completamente destrozadas y sus dos fachadas se caen a cachos, especialmente la que da al patio trasero.

Acompañados de agentes de la Policía Local, en agosto de ese año realizaron una inspección completa del ruinoso edificio. Piso por piso. Fuentes municipales reconocían entonces que su estado de insalubridad y el deterioro de la edificación eran «importantes». Se ordenó reparar las deficiencias, pero, de nuevo, ese complejo entramado de propiedades entre las que se reparte esta finca hicieron caso omiso al requerimiento de la Concejalía de Urbanismo. Después, llegó el acuerdo para su demolición.

Y pasaron los meses sin derribo ni soluciones. Fue el 23 de mayo de este año 2024 cuando de nuevo saltaron las alertas después de cuatro intentos fallidos de okupación, algunos de ellos con el acceso de más de veinte personas al inmueble, hasta que en un quinto asalto cinco personas se atrincheraron en dos viviendas de la primera planta. La reacción municipal, en esta ocasión, fue rápida. Primero, con la vigilancia de la finca por parte de agentes de la Policía Local para evitar que creciera el número de inquilinos ilegales con nuevos accesos, así como para garantizar la seguridad de los vecinos del entorno, y más tarde con la gestión de la Concejalía de Servicios Sociales para darles una solución provisional en el albergue.

El anuncio del concejal de Urbanismo ha sido bien recibido este jueves en la calle Olmedo, aunque esperan que en esta ocasión se haga realidad. «Esa orden de derribo se aprobó hace más de un año y hasta que no entró esta gente al edificio por las bravas nadie movió un dedo y eso que había denuncias nuestras en el Ayuntamiento y en la Policía», señalan. Los residentes en esta vía consideran que el «deplorable» estado de la construcción en una calle que es, además, estrecha hace urgente esta solución ante el posible riesgo de que «un día se venga abajo» o se sigan produciendo desprendimientos desde la fachada. Por eso insisten: «A ver si esta vez es la definitiva».