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Cuando Horatio se quita las gafas de sol en el 'downtown' de Miami y de fondo suena el 'Won't get fooled again' de The ... Who, todo parece posible. Que esa investigación, ese episodio de CSI que protagoniza un crimen a priori imposible de resolver, es real. Que así trabajan los criminólogos, con los mismos recursos, los mismos procesos o las mismas técnicas. Pero claro, el mundo real es bien diferente.
Buscar estas diferencias entre ficción y realidad ha sido el recurso que han aprovechado el profesor del grado en Criminología de la UEMC, Antonio Cela, y el médico especialista en Medicina legal y forense, Aitor Curiel. Para ello, han transformado el salón de grados de la universidad en una auténtica sala de autopsias. Había una luz tenue, varios biombos, un esqueleto anatómico, un 'cadáver' tapado e incluso unos focos cenitales que hacían preguntarse eso del poli bueno y el poli malo.
Una explicación quizá muy peliculera, pero de eso iba esta actividad enmarcada en el grado de Criminología de la UEMC, de discernir entre la realidad y la ficción en lo que refiere a la práctica criminóloga y cómo se representa en series, libros y películas. Allí, en el lugar que en otras ocasiones ha acogido actos oficiales universitarios, se encontraban tres cadáveres, personificados por unos dummys.
Esos maniquies que, explicado de forma sencilla, sirven para hacer prácticas. Y allí, sobre una camilla, ellos han sido los actores que se han transformado, durante un instante, en las víctimas de 'El silencio de los corderos', 'Seven' o en uno de los pacientes que no le fue bien en la serie 'House'.
¿Y aprobarían los profesionales que hacían las autopsias en las películas? Spoiler -que viene al pelo-, no. «La realidad es mucho más increíble que la ficción. Y también más imperfecta. No puedes concretar en una escena de apenas unos segundos una autopsia que en la realidad se alarga por siete horas», ha apuntado Aitor Curiel, quien además hace unos días se ha convertido en el nuevo presidente de la Sociedad Española de Criminología.
Un ejemplo, el de la escena de la autopsia de 'El silencio de los corderos'. Apenas un minuto de cinta donde él y los alumnos del grado encuentran varios fallos. «Para empezar, los guantes. Solo los lleva uno de los profesionales, los trajes, que no los llevan, van vestidos de calle. Las mascarillas, no llevan bata, se colocan Vick VapoRub debajo de la nariz por el olor. Cosas que no se hacen», ha apuntado.
Otro ejemplo, la serie 'House'. Realizan una incisión en la caja torácica, momento en el que el cadáver comienza a sangrar y, sorpresa, está vivo. Los alumnos ríen, pero lo hacen desde la propia incisión, ya que uno de los protagonistas la ha hecho con un instrumento erróneo y con una técnica peor. «Esto es una barbaridad, suspenso también». Total, que pocos aprobados encuentran los criminólogos entre la ficción. «Nos maltratan bastante a los forenses en las películas, por eso tenéis que ser conscientes de lo que veis, y que muchas veces estos productos cuentan con un asesoramiento detrás para no meter la pata, pero da igual», ha apuntado Curiel.
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Por su parte, Cela ha destacado la importancia de que los alumnos tengan una inmersión real. «Han podido experimentar, hacer extracciones, tocar un corazón de tamaño real, ver las diferencias entre una pelvis masculina y femenina. Es algo lúdico y riguroso, la mejor forma de enganchar a los estudiantes. Sin duda una oportunidad que se tiene en pocas ocasiones», ha apuntado. Durante la actividad, los universitarios del grado de Criminología también han podido observar cómo son las lesiones de una arma sobre uno de los dummys. «Los alumnos sienten una carencia de que no pueden experimentar, nosotros siempre intentamos darles la oportunidad de que lo hagan, que toquen lo grilletes, que sepan cómo es de verdad todo este mundo».
Y a veces, la ficción también funciona como antesala de la realidad, ha advertido. Para ello, se ha servido del ejemplo de la película 'Heat', de Michael Mann, donde existe una escena de un tiroteo muy similar a uno que ocurrió en Los Ángeles dos años más tarde al estreno de la cinta, en 1996. «Tenéis que tener un espíritu crítico cuando veáis una ficción, para que no os den gato por liebre. Y como criminólogos, hay productos donde el papel de nuestra profesión queda relegado», ha incidido Curiel. Frente al suspenso de la ficción, el aprobado de los alumnos que trabajarán en la realidad. Quizá no lo harán con las gafas de Horatio, no sonarán 'The Who'. Pero quizá, también puedan trabajar asesorando para mejorar la ficción, o, desde la sala de autopsias, contarán con ese «espíritu crítico» para saber cómo proceder en cada situación. «La realidad es más increíble que la ficción», ha zanjado Curiel.
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