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Los alfajores argentinos encuentran su sitio en la renovada confitería ChusValladolid
Los alfajores argentinos encuentran su sitio en la renovada confitería ChusDiego González Redondo
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Lunes, 12 de agosto 2024, 07:17
El dulce olor de la confitería Chus vuelve a perfumar la calle Real de Burgos. Tras un breve periodo de parón cuando Javier y María Jesús, dueños del despacho desde 1989, decidieron jubilarse, esta veterana pastelería en el número 9 de la citada calle ... ha abierto de nuevo sus puertas con nuevos productos provenientes de Argentina además de los tradicionales pasteles y bollería que ya ofrecía confitería Chus desde el año 1977.
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Hace algo más de un año Juan Manuel Leonetti y Marcela Corbo decidieron emigrar a España en busca de una vida más estable. Por su experiencia en el mundo de la panadería pensaron que era buena idea traer los productos de su tierra a España y se instalaron en Valladolid. «Veníamos compartiendo un sueño, ¿y si podemos abrir una pastelería de dulces argentinos aquí?» cuenta Marcela al otro lado del mostrador mientras atiende a una clienta, Mariví, que se muestra «encantada de probar todo lo que ofrecen».
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El goteo de vecinos que se acercan a la tienda es constante. No pasa un minuto sin que Marcela tenga que dejar de responder preguntas para atender y recomendar los nuevos dulces de la pastelería. «Tenemos alfajores, facturas, conitos… productos que ya hacíamos en Buenos Aires». La confitería contaba desde su reapertura con una clientela fiel que ha recibido con ganas las nuevas recetas: «Normalmente vienen para comprar el pan, algo de bollería o pasteles, pero al ver 'lo nuestro' les entra la curiosidad y se lo acaban llevando» dice Marcela mientras Juan Manuel apunta: «¡Y repiten!».
La pareja sabe lo duro que es llevar un negocio como este. «Me crié en la panadería de mis papás y crecí entre facturas y alfajores» dice con añoranza Marcela. Sus padres, Leonardo y Mirta Corbo fundaron una panadería en Buenos Aires en la que se vendían los dulces que hoy se pueden encontrar en la calle Real de Burgos. Después conoció a Juan Manuel, que según dice es «un novato que hace 'sólo' ocho años» que se dedica a los pasteles. Para costear el viaje y los primeros meses en Valladolid, ambos decidieron vender la panadería que tenían en propiedad en Buenos Aires una vez se independizaron de la tienda de los padres de ella. Marcela y Juan Manuel son dos argentinos más de los muchos que se han visto empujados a salir de su país y venir a Europa dada la delicada situación económica que no brinda un futuro próspero.
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Ahora en Valladolid quien enciende los fogones es él. «Me paso el día metido en el obrador, a las cinco de la mañana ya estoy 'laburando' para tener todo listo cuando abrimos». La pareja funciona como un reloj. La complicidad de ambos, tanto en la elaboración como en el mostrador, se nota desde el momento en que se pisa la tienda por primera vez. Juan Manuel responde preguntas mientras Marcela atiende a un cliente que se lleva, como no podía ser de otra forma, el pan del día junto con unos alfajores de dulce de leche. Juan Manuel bromea, «Nos complementamos. Yo los hago y ella los vende».
Encontrar el lugar fue para ellos fue lo más complicado. Tras algunos meses mirando en portales inmobiliarios, encontraron este negocio en traspaso y creyeron que la confitería Chus era el lugar perfecto para ellos. «Hablamos con Javier y Chus para que nos lo vendieran. La conexión fue inmediata y esperaron lo que necesitamos para poder comprarles el negocio» relata Juan Manuel. La relación entre anteriores y nuevos dueños es constante: «Nos llaman, preguntan si necesitamos algo... Javier se pasa por aquí cada tanto y nos ayuda a replicar sus recetas». Se acercan las fiestas y la confitería Chus vende, desde su apertura en 1977, la clásica tarta de San Lorenzo, algo que va a continuar sucediendo con los nuevos dueños: «El cambio de propiedad no va a hacer que se pierda la tradición. Javier se ha ofrecido a explicarnos cómo cocinar la tarta para que los vecinos sigan disfrutando de ella como siempre».
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Uno de los aspectos más importantes para los dos argentinos es continuar con el legado de confitería Chus: «El nombre, el local, la imagen de la tienda... Todo sigue siendo lo mismo porque queremos ser parte de la historia de este negocio». Marcela añade que, como hijos de panaderos, saben lo sacrificado de este trabajo, pero se siente plena con la satisfacción de los clientes: «Se alegran mucho de ver la tienda abierta tal y como era con Javier y Chus. Los clientes saben lo que quieren y nosotros no vamos a cambiar eso, aunque añadamos nuestro toque propio con las recetas argentinas, que en ningún caso sustituirán a las de siempre».
Su vida como pasteleros en Argentina, unida a haber visto desde pequeños cómo llevar un negocio, ha convertido a esta pareja en unos expertos emprendedores. Antes de este despacho de pan y pasteles ya habían levantado un negocio que permanecía cerrado en el barrio.
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Al poco de llegar a Valladolid en el año 2023 Juan Manuel y Marcela tuvieron la oportunidad de adquirir, con parte del dinero de la panadería de Buenos Aires, el bar Happy de Portillo de Balboa: «Fue una oportunidad para comenzar a vivir de nuestro propio negocio y no depender de nadie». Allí, según explica Juan Manuel, también introdujeron recetas argentinas con las que atraer a los vecinos de la zona: «No estoy seguro, pero creo que fuimos de los primeros locales de Valladolid en ofrecer auténticas milanesas argentinas».
El futuro de ese bar quedó en manos de unos compatriotas que quisieron seguir con ofreciendo cocina argentina casera: «Nos costó muy poco traspasar el bar, funcionaba bien, no era como empezar de cero, así que en seguida tuvimos ofertas para llevarlo» anota Juan Manuel, que añade siente orgullo al haber introducido su comida en la ciudad.
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A pesar de haber comenzado hace unas semanas, la pareja de Argentinos ya se desenvuelve con soltura entre las veteranas paredes de una pastelería con solera. Marcela y Juan Manuel desean replicar en la confitería Chus la historia de sus predecesores Javier y María José «hemos entrado a este negocio para llegar a la jubilación como ellos han hecho» cuenta Juan Manuel, que se atreve a soñar a lo grande: «Sería precioso poder expandir nuestros dulces por la ciudad, abrir otras tiendas y que cada vez más personas disfruten de nuestro trabajo». Mientras ese deseo llega seguirán atendiendo, como se ha hecho en ese mismo local desde 1977, a los clientes que buscan un capricho dulce para el postre.
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