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Conchi Pérez Reche camina estos días por la calle Santiago, por Fuente Dorada, el paseo de Zorrilla, y la suela de sus zapatos golpea cemento pucelano, adoquín de Valladolid. Su cuerpo está aquí, su mirada se pasea por esta ciudad de acogida que ya es la suya, pero la mente se le escapa sin querer a Sevilla, a esa feria de abril que le toca vivir ahora, lejos del jolgorio, a kilómetros de distancia. «¡Ay, el pescadito! ¡Ay, el jamón! ¡Ay, las gambas y el rebujito!».
Conchi piensa en esas jornadas de juerga que esta semana podría haber disfrutado en Sevilla. Pero no se lamenta. Disfrutará con la fiesta que este domingo organiza la Casa de Andalucía en Valladolid. También habrá jamón, y pescadito, y gambitas, y rebujito.
Será un encuentro con grupos de flamenco al que están invitadas las 229 familias y 375 personas que forman parte de esta red social de andaluces junto al Pisuerga. Ella es la presidenta de la Casa de Andalucía. Y también canta en el coro rociero Romero y Jara, grupo que ensaya todas las semanas en el local que la asociación tiene en la calle Francisco Suárez (con una talla de la Virgen del Rocío y en las paredes vinilos de patios cordobeses).
El coro rociero Romero y Jara nació en noviembre de 1988 con Enrique Castro como director. Apenas unos meses después, se incorporó el maestro de guitarra Luis Lara, quien acompañaba las canciones, con rasgueos y acordes, junto a José Barreiro, Alfonso Torres Romero, Francisco Muñoz,Rafael Aliste e Israel Barnés. El grupo lo forman en la actualidad 16 personas (voces, dos guitarras y cajón) que se reúnen todos los jueves a ensayar. Ofrecen conciertos de flamenco y folclore andaluz, además de misas y bodas rocieras.
Si paseas por allí, junto al colegio Ponce de León, un jueves a las ocho de la tarde, escucharás las palmas, los jaleos, las coplas que salen de este rinconcito de Andalucía en Valladolid. Conchi llegó aquí el 30 de diciembre de 1992, recién terminada la Exposición Universal. «Y puedo decir que quienes estamos fuera, vivimos más intensamente Andalucía que los que se quedaron allí. Cada vez que escucho el himno, que cantamos en el coro la salve rociera, me vibra todo el cuerpo. Recuerdo la primera misa rociera que hicimos en la catedral y se me saltan las lágrimas», evoca, con una paisana, Carmen Romero Parra, a su lado.
Carmen es «sevillana de la Puerta Real». Con padre de Antequera, madre de Sevilla y marido de Constantina, «un pueblo de la sierra sevillana, porque allí también tenemos sierra». Hace 40 años recaló en Valladolid, cuando su esposo, trabajador de Renault en Sevilla, fue trasladado a Fasa en la meseta. «La primera vez que pisé esta ciudad se me cayó el alma a los pies. Las vecinas, en las tiendas, me decían que no se me entendía nada. Pero es que yo tampoco les entendía a ellos, con esa forma tan perfecta de hablar. Y mira, después de tantos años conservo mi acento sevillano. No quiero que se me vaya», dice Carmen, solista del coro rociero, profesora de castañuelas, la primera que, si es necesario, se arranca a bailar.
«Esto es lo mío. Lo he vivido desde pequeña. En mi casa se escuchaba siempre copla y es con lo que he crecido:Juana Reina, Marifé de Triana...», cuenta Carmen, con una medalla al cuello que le identifica como socia honorífica de la Casa de Andalucía y un traje de flamenca de flecos y volantes.
«Ni se te ocurra poner de faralaes, ¿eh?», advierte José Manuel Gómez, vicepresidente de la Casa de Andalucía y una de las voces masculinas de este coro rociero. «En su día se puso de moda eso del traje de faralaes, quizá porque a Lola Flores le hizo gracia, pero hay que dejar claro que no se llama así». Y que este es uno de los muchos trajes típicos andaluces. «Está también el de bolera de Cádiz, el de malagueña, que no tiene nada que ver. O el tradicional de Jaén».
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«La riqueza folclórica de Andalucía es enorme, pero sí que es verdad que se nos conoce sobre todo por el traje de sevillana. Le favorece mucho a cualquier mujer, siempre está guapa. Es super elegante», afirma Gómez, sevillano de Camas y, dice, con «peor memoria que un 'pescao frito'». Recuerda, sin embargo, que la Casa de Andalucía en Valladolid se fundó en 1978. «Existía, sobre todo entonces, esa necesidad de no sentirse solo, de unirse con personas que venían del mismo lugar, que habían tenido vivencias parecidas».
Cuenta (con corbata verdiblanca) que a mediados del siglo XX hubo ingentes flujos de emigración andaluza, que Barcelona, Bilbao y Madrid se convirtieron en los principales destinos de la mano de obra menos cualificada, de los miles de peones que necesitaba la industria.«A Valladolid llegó gente más especializada para trabajar en Michelin o Renault», explica Gómez, quien ensalza el papel de esos andaluces que con su trabajo contribuyeron al desarrollo de Valladolid: «El tópico del andaluz vago no solo es falso, también es asqueroso».
Diez años después de la fundación de la Casa de Andalucía, el 5 de noviembre de 1988, se creó el coro rociero Romero y Jara, agrupación que ahora busca savia nueva. «Nos gustaría rejuvenecer la edad media de los componentes, pero no es fácil encontrar gente que se comprometa a participar, a ensayar todas las semanas, a aprenderse el repertorio», dice José ManuelJiménez, coordinador del coro. En sus conciertos, ofrecen una amplia variedad de temas que abarcan el folclore andaluz (sevillanas, malagueñas, verdiales, rumbas...) y el flamenco (con fandangos, colombianas, guajiras...). También acompañan misas y bodas rocieras. Amenizan fiestas.
En la actualidad, son 16 personas, incluidas dos guitarristas (Marietta Herrero y Alfonso Manuel TorresRomero) y el cajón. Marietta es una segoviana («con abuelo de Jaén») que siempre escuchó en casa los aires del sur.«Mi padre era el maestro de flamenco Félix Herrero y mi madre solía cantar 'María de la O'. Cuenta Marietta que durante años perteneció al coro rociero, que durante una temporada se alejó y que hace unos meses regresó acompañada por su hija Maddy Fernández, 15 años, la benjamina del grupo, las manos encargadas de marcar ritmos con el cajón. «Aprendí a tocar la caja con diez años, en el colegio (La Milagrosa y Santa Florentina) y ahora me gustaría formar mi propio grupo de flamenco», reconoce.
Alfonso, el otro guitarrista, es un sevillano de Valladolid, un vallisoletano de Sevilla apasionado las bulerías y los tangos flamencos.Su madre es Carmen, aquella jovencita que se vino de Puerta Real con su acento imperdible, y él dice llevar tanto en la sangre el sur que no le importaría mudarse –«mañana mismo»– a Sevilla o Málaga a vivir. Esta pasión andaluza la llevan también a gala otros integrantes del coro rociero que nacieron lejos de Andalucía. Vicente Moro es un vallisoletano («divorciado, sin hijos, en la vida solo ante el peligro») que vibra con el flamenco. Miguel Pasalodos, un vecino «con un pie Arrabal de Portillo, el otro en Huelva» y una pasión inabarcable por los caballos. Carmen Ballesteros es una vallisoletana con temporadas largas en Cádiz y Jerez.
osa María Mato, es una pucelana con una hija que desde hace veinte años vive en Córdoba. Carmen González Heras es una coplera de Cigales con Antonio Molina como ídolo. María Pérez, una murciana que desde hace 22 años vive en Valladolid y a la que su padre llevaba de pequeña a los conciertos de Juanito Valderrama y Dolores Abril. Juntos forman este coro rociero Romero yJara que durante estos días entona canciones que miran con anhelo lo que ocurre en la vistosa feria de abril. Y cantan: «Viva mi Andalucía y olé, viva mi pueblo».
En la siguiente entrega de 'La red social', conoceremos mejor a Aepuzz, la Asociación Española de Puzzles, un colectivo con sede social en Valladolid y que lleva su afición a torneos y competiciones de España y el extranjero.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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