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«Estamos en alerta». Es el sentir de los afectados tras iniciar los trámites con la aseguradora después de la explosión en el número 32 de la calle Goya y cuyos restos alcanzaron vías colindantes el martes por la noche. Saben que será un ... camino largo el que tendrán que recorrer con la incertidumbre de alguna sorpresa con la manida frase de 'esto no te lo cubre'. Y sí, los peritos han iniciado las valoraciones en los domicilios de los particulares, sin poder acceder aún al número 32, así como a una vivienda unifamiliar contigua con daños materiales en la puerta del garaje, persianas y un mueble que se llegó a caer.
Las inspecciones se iniciaron el miércoles por la tarde, con especial énfasis en los números pares de la calle Goya. Daños en la fachada (sin afectar a la estructura) y de objetos hallados en el interior centran las fotografías de los peritos, quienes aún no han proporcionado cifras económicas del valor de los daños.
En unos casos, la explosión generó problemas en puertas y ventanas, mientras que en el caso de Joaquín Hernández fue uno de los que se llevó la peor parte con una onda expansiva que entró en el interior de la vivienda y 'golpeó' hasta los paneles solares del patio. «Ya han estado aquí, pero no estuvieron mucho tiempo. Se limitaron a hacer fotografías y me invitaron a que empezara a solicitar presupuestos», detalla Joaquín, que se centra estos días en elaborar un listado con todos los desperfectos.
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El Norte
M. J. Pascual
Ardua tarea la suya con daños en todos los rincones de su casa. Puertas, ventanas (no hay cristales en prácticamente ninguna de ellas), tanto de la vivienda como del garaje, y todo tipo de enseres han sufrido el paso de la explosión. «Luego habrá que abordar el tema del coche. Está a todo riesgo y es de mi hijo. Con eso aún no he empezado», continúa uno de los vecinos más afectados al estar prácticamente enfrente del número 32.
Según se aleja uno de la vivienda de Joaquín, tanto de un lado como del otro, los daños se resumen en cristales y ventanas. Era el caso de David Lerate, que vive en un apartamento con su novia. «Creemos que al estar las ventanas abiertas impidieron que la onda las rompiera. Solo sé que sentí un empujón en el pecho. Hemos tenido dos focos rotos y la mala suerte de que se cayera el móvil de una mesita y se rompiera la pantalla. Ya hemos comunicado al propietario de la vivienda lo sucedido para que diese parte. En comparación con Joaquín no es nada lo nuestro», recalca mientras relata su historia personal.
«Se iluminó el cielo, parecía que era de día. Me vestí, bajé e intenté ayudar en todo lo posible. Tardaron 0,5 segundos los profesionales en llegar, tanto la Local como la Nacional. Se escuchaba una fuga de gas. Sabíamos que la amenaza estaba ahí», concluye David Lerate.
Una de las siguientes viviendas era la de Basilio Villarejo, que vive con su mujer. Al igual que David tampoco ha sufrido muchos daños y ni siquiera se plantear dar parte al seguro. «Los desperfectos han sido pocos. Ha sido el cristal de la ventana y un ventilador que se cayó al suelo. En ese momento ni me di cuenta. Pensaba en un principio que había explotado una bombona nuestra, pero luego ya vimos todo», agrega Basilio, que ha lamentado que su calle se convirtiera el miércoles en una especie de romería. «Estaba media ciudad».
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