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Explosión de gas en Valladolid
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Explosión de gas en Valladolid
Afectados por la explosión en Valladolid: «Entre esos escombros están mis recuerdos»Quietos, callados y mirando hacia un edificio que aún humeaba. Así han permanecido horas decenas de personas junto al bloque de viviendas de la calle Goya de Valladolid en el que se registró una explosión en la noche ayer en la que falleció una ... mujer de 53 años. Entre esos escombros se encuentran los recuerdos de unos vecinos que han perdido su casa por una deflagración que aún se investiga y, aunque a la mayoría les costaba hablar, alguno de ellos decidió romper el silencio para explicar que en este suceso no solo han saltado por los aires partes de un edificio, también han explotado los sueños e ilusiones de muchas personas. «Yo he crecido aquí. Tengo en esa casa todos los recuerdos de mi padre, que ya falleció, y asumir lo que ha pasado ahora mismo es complicado. Estamos en un nube y no nos acabamos de creer lo que ha pasado», explicaba Eduardo Solís que, pese a la dureza de sus palabras asegura que tiene mucho que agradecer porque su madre, Teresa Revuelta, se encontraba en su pueblo, Tordehumos, en el momento en el que el suelo del barrio La Farola tembló, tal y como explica la propia Teresa, de 75 años. «Me llamó por teléfono la vecina del tercero para decirme que se nos estaba quemando la casa y cuando vinimos nos encontramos con esto. Es un mazazo morrocotudo, y más a mis años», apuntaba esta vecina, que vive sola en el segundo piso del edificio.
Testimonios como el de Teresa se repetían en cada metro cuadrado de acera de la calle Goya y en el número 31, justo enfrente del lugar de la explosión, se asomaba un hombre desde una puerta trasera. Era Benjamín Mínguez, de 93 años, que ayer contempló con estupor cómo volaban seis ventanas del edificio siniestrado y caían en su patio mientras hacía unos pasatiempos. «Escuché un estruendo: ¡boom! y después repitió otro al segundo. Creí que era una bomba», explicaba este nonagenario, quien añadía que, por fortuna, ayer estaba dentro de su vivienda en el instante de la deflagración. «He tenido suerte porque estoy bastantes noches tomando el fresco en el patio», indicaba Benjamín, que ha sufrido importantes daños en su vivienda, aunque lo que más le duele es que la caída de ventanas y cascotes en su patio le ha roto el emparrado. «Espero que no me toque cortar la parra», añadía bajo unos hermosos racimos de uvas.
Otro de los afectados que permanecía impasible, contemplando absorto el trabajo de los bomberos, era Enrique León, propietario del 2ºA. Este trabajador de una tienda pinturas se acaba de mudar hace dos meses de la casa y la tenía alquilada. «Por suerte, la inquilina está bien», señalaba este hombre de 44 años quien espera poder recuperar su casa cuanto antes, ya que la renta que cobra es fundamental para su economía familiar. «Este alquiler lo utilizaba para pagar la residencia de mi abuela y yo vivo en el piso de mi abuela. No sé cómo nos vamos a organizar ahora porque necesitamos sacar 500 euros a mayores», explicaba Enrique, que se encuentra muy unido a esta, su primera vivienda. «He reformado yo muchas cosas de la casa. Me da mucha rabia porque he hecho casi toda la obra porque no teníamos posibilidad de pagar a nadie para que nos lo hiciera. Ahora que veíamos un poco la luz, nos viene esto», afirmaba este propietario junto a su mujer, Ana Hernández. Y ante tanto drama, este vecino quiso poner una nota de humor. «Hay que contratar al que me puso la galería. Han aguantado todas las ventanas», señalaba mientras su mujer se encontraba visiblemente emocionada.
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Otra propietaria que tiene su vivienda alquilada, Justi (no quiso desvelar su apellido), se enteró por su propia inquilina de que su piso, ubicado en el segunda planta, había sido uno de los afectados. Justi reside en La Coruña y al conocer la noticia se trasladó a Valladolid para comprobar 'in situ' cómo había quedado la casa que heredó de sus padres. «La sensación que tengo es terrible», afirmaba esta mujer entre lágrimas.
Marta Blanco, vecina del 2ºB del bloque siniestrado, aseguraba poco después de la explosión que «fue todo muy rápido; pude salir del edificio casi trepando por las escaleras porque estaba todo lleno de escombros». No pudo, siquiera, poner a salvo a sus tres gatos. Con uno de ellos, Octubre, se reencontró dos horas más tarde del siniestro. «Fue un momento de súper caos», admitía Blanco poco antes de señalar que su piso «está destrozado» y que «algunos vecinos lo hemos perdido todo».
El edificio afectado tiene, según indicó el administrador de fincas, veinte viviendas, diez trasteros y cinco locales. El dueño de uno de esos locales es Luis Manuel Polanco, que cuenta con un garaje en el que en el momento de la explosión había siete coches -dos de ellos suyos- y tres motos. El local ha sido pasto de las llamas y su propietario se encontraba esta mañana conmocionado. «No he dormido», reconocía este hombre poco antes de enumerar los vehículos que estaban en el interior del garaje en la noche de ayer. «Un Ford Focus, un BMW 530, un Smart, un BMW 320, un BMW X5, un Seat Ibiza, un Peugeot 3008, una Suzuki V-Strom, una Honda Shadow 750 y una Honda NC de 750 cc», detalló este hombre en una larga lista de daños.
Los afectados se agolpaban entre las baldosas de la acera de la calle Goya y cada uno tenía una historia que mostraba el reguero de problemas que lleva aparejado un siniestro de este calibre. José Martín también quiso romper el silencio imperante para explicar que su madre y su hermano fueron trasladados al Hospital Río Hortega tras la explosión, aunque se encuentran fuera de peligro. «Mi madre -que sufrió con anterioridad un infarto y un ictus- está en la UCI, pero está bien, está allí porque, por lo que le comentaron a mi hermano, al haber inhalado debía estar en observación», aseguraba José, quien contaba que su hermano es uno de los ingresados en la Unidad de Quemados, aunque «sólo tenía cortes en los brazos para romper el cristal». «Uno de los quemados es mi hermano, le han llevado allí, pero por suerte no estaba quemado, solo con los cortes, así que ambos están bien», aseveraba este hombre en uno de los múltiples testimonios cargados de dolor que surgen en una jornada marcada por una explosión de gas que ha conmocionado a Valladolid.
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