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Hay tres amenazas que se ciernen sobre el medio rural y que han encontrado un nido muy cómodo para asentarse en Castilla y León (y también Valladolid). Está la despoblación. Está el cambio climático. Y está una tercera pata de la que no ... se habla tanto pero que contribuye a estrangular las economías locales: la globalización. «Se conoce bastante y se debate mucho sobre los dos primeros problemas, pero hay mucha menos conciencia sobre cómo la globalización influye, por ejemplo, en la capacidad de negociación de los agricultores en los mercados».
Lo explica Sergi Villamayor, profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona, y uno de los autores de 'Más allá de la España vaciada', un informe del Observatorio Social de La Caixa que analiza cómo estos tres factores impactan (como una tormenta perfecta) en muchas zonas rurales de España. Y en este análisis no salimos muy bien parados. Hay más de 48.000 vallisoletanos (en concreto, 48.193, casi uno de cada diez vecinos de la provincia) que viven en las zonas más frágiles, en los territorios que más reciben este impacto y que han sido bautizados como la España vaciada y económicamente marginalizada.
«Las comarcas en las que todas o algunas de estas amenazas se manifiestan con mayor claridad se encuentran en Castilla y León, Navarra y Castilla-La Mancha», concluye el informe. En la primera comunidad, el 77% de las comarcas presentan una «alta vulnerabilidad» a la suma de estas tres amenazas. En Navarra son el 43%. En Castilla-La Mancha, el 34%. Eso sí, matizan, «no todos los municipios de estas comarcas se ven afectados del mismo modo». No es lo mismo, por ejemplo, Medina del Campo que los pueblos que están a su alrededor. Pero si todos estos municipios afectados se dibujan sobre un mapa, si estas tres amenazas se solapan, puede verse un «cinturón de vulnerabilidad» que tiñe casi toda la comunidad. Y por este término, vulnerabilidad, los autores del informe entienden «el grado en el que una zona es susceptible de experimentar efectos socioeconómicos y medioambientales adversos sin ser capaz de lidiar con ellos».
¿Cómo se ha llegado a esta conclusión? ¿Qué indicadores se han tomado en cuenta para ello? Los expertos han analizado más de 27 factores y, a partir de ellos, de forma ponderada, ha creado un índice de vulnerabilidad que va del 0 al 1. Cuanto más alto sea ese número, más expuesto está ese municipio. En la provincia, los peores registros están en Castrodeza (0,69), San Cebrián de Mazote (0,67), Villalba de la Loma y Castromembibre (0,65). Hay 91 localidades (cuatro de cada diez) donde ese indicador de vulnerabilidad está por encima de 0,50. Los que salen mejor parados son Arroyo de la Encomienda (0,22), Medina del Campo (0,23), Valladolid capital (0,25), Tordesillas (0,26) y Boecillo (0,27).
En la siguiente tabla puede introducir el nombre de un municipio de Valladolid y comprobar cuál es su índice de vulnerabilidad.
Este es el indicador global, el que resulta de sumar las tres amenazas. Pero también es posible analizar cada una de ellas por separado. La primera y que suele tener más recorrido social es la despoblación. Es muy fácil ver, a primera vista, cómo un municipio se vacía, cómo sus jóvenes se marchan a las ciudades, cómo la población envejece, cómo se cierran escuelas o hay menos niños por la calle. Para analizar este impacto de la despoblación, los autores de este informe han analizado ocho variables. Las más evidentes son el índice de envejecimiento (cuántos mayores de 65 años hay en una localidad por cada cien menores de 15) y cómo esa tasa se ha incrementado en los últimos años. O el crecimiento natural (natalidad frente a mortalidad). Pero aquí también se ha analizado, por ejemplo, el porcentaje de municipios de la comarca con menos de 500 vecinos, si ese pueblo tiene buena conectividad (kilómetros de carretera por kilómetro cuadrado) o el número de infraestructuras sociales que hay en su entorno (escuelas, centros de salud, oficinas bancarias y de correos, farmacias…). A partir de aquí, se ha elaborado un índice de despoblación. De nuevo, cuanto más cercano a uno, peor.
En este caso, 133 de los 225 municipios presentan un índice por encima de 0,5. Los peores datos son para Piñel de Arriba (0,78), Adalia y San Cebrián de Mazote (0,77) y San Martín de Valvení (0,75). En el lado opuesto están Manzanillo (0,2), Medina del Campo (0,27), Tordesillas (0,28) y Valladolid (0,28). Sorprende que en el listado estén localidades que pierden vecinos en los últimos años, como Medina del Campo, pero esto es debido a esos otros criterios incorporados (como dotaciones y carreteras) a las variables meramente demográficas. Como es previsible, las localidades del alfoz (Laguna, Tudela de Duero, La Cistérniga, Simancas, Arroyo, Zaratán) están también entre los núcleos menos vulnerables a la despoblación.
Si nos fijamos en la amenaza del cambio climático, el estudio se ha realizado a partir de diez indicadores. Entre ellos, los cambios registrados en las temperaturas y precipitaciones medias (desde 1950), la frecuencia de los incendios forestales, el estado de las masas de agua subterráneas y superficiales, la media anual de erosión laminar o la proporción del área agrícola utilizada bajo agricultura de secano. En este caso no hay tanta disparidad, tanta diferencia, como en los valores de despoblación. En cabeza, como los más frágiles, están Rubí de Bracamonte (0,6), San Cebrián de Mazote y Castrodeza (0,59). Solo 59 de los 225 municipios de la provincia (el, 26,2%) están por encima de 0,5. En el otro extremo de la tabla están Medina del Campo (0,23), Tordesillas (0,25) y Valladolid capital (0,27).
Con carácter general, explica Villamayor, la vulnerabilidad al cambio climático no se produce «necesariamente en las zonas más cálidas de España», sino que se refiere a aquellas en las que más han aumentado las temperaturas medias y más se han reducido las precipitaciones. Así, las comunidades más expuestas son Cantabria y Castilla y León (aquí, más de la mitad de las comarcas están afectadas).
Y para terminar, la vulnerabilidad a la globalización. Para alcanzar este valor, se han estudiado las pérdidas económicas asociadas a la disminución de precios recibidos por los agricultores, el índice de explotaciones agropecuarias o el porcentaje de explotaciones cerealistas de pequeño tamaño.
Aquí, encabezan el listado de indefensión ante este fenómeno Robladillo (0,77), Urones de Castroponce (0,74) y Villalba la Loma (0,73). Los grandes municipios son los que parecen estar más protegidos ante esta amenaza, con la capital en un lugar destacado (0,18), seguido por Laguna de Duero y Medina del Campo (0,21).
Como criterio general, los mayores problemas están, otra vez, en Castilla y León, junto a Navarra, Castilla-La Mancha y Aragón. «Esto se explica, sobre todo, por las pérdidas económicas provocadas por la disminución de los precios pagados a los productores y, en menor medida, por la competencia que suponen los productos importados y por la dependencia de la agricultura minifundista de secano». De fondo en este apartado está lo que el informe define como globalización: «La consolidación de un sistema de producción y consumo alimentario dominado por empresas multinacionales, mercados y precios globales, basada en la producción intensiva y altamente mecanizada de productos de exportación».
¿Y ante este panorama, qué? Para completar el análisis, también se han incluido otros factores que pueden servir como colchón para mejorar la respuesta que a estos retos ofrece cada municipio. ¿Con qué herramientas se cuenta para afrontar esa realidad? ¿Qué capacidad de adaptación tiene cada territorio? Ahí se tiene en cuenta, por ejemplo, el número de empresas, el acceso a Internet o el porcentaje de población con estudios de Secundaria. También entran en juego el porcentaje de superficie protegida en la Red Natura 2000, el número de jóvenes o la fortaleza de esa red de servicios sanitarios, educativos o de infraestructuras. «Cuanto mejores son estos indicadores, más posibilidades hay de prosperar, más capacidad tiene una zona de innovar y encontrar una solución», indica Villamayor. En la provincia, los mejores índices de adaptación están en la capital y en grandes cabeceras de comarca, como Tordesillas, Medina del Campo y Villalón.
A partir de todos estos indicadores, este informe ha cartografiado las cuatro Españas vulnerables, en función de cómo se manifiestan y combinan las tres realidades anteriores.
La primera sería la 'España vaciada y económicamente marginalizada'. Sería la más vulnerable de las cuatro Españas. Aquí se incluyen 2.858 municipios (el 21% del territorio español), sobre todo en Castilla y León y Aragón. «Este grupo incluye las zonas con mayor descenso de la tasa de crecimiento natural y en las que se concentra la mayor proporción de personas mayores por cada joven. También aglutina la proporción más elevada de núcleos de población pequeña (menos de 500 habitantes). Desde un punto de vista económico, son los territorios más afectados por la disminución de los precios pagados a los productores agrícolas. Y son zonas en las que se concentra la menor presencia de empresas registradas y cuentan con infraestructuras sociales y viarias deficientes». Y aquí se encuentran casi todos los pueblos de Valladolid. En total, 191 de los 225 municipios. En ellos residente 48.193 personas (casi el 10% de la población total de la provincia).
El segundo grupo es el que en el estudio denominan la 'España que resiste económicamente, pero se seca'. Son 1.112 municipios (13% del territorio) enclavados sobre todo en cadenas montañosas y el perímetro del primer grupo. Aquí también hay «una elevada proporción de núcleos de población pequeños, afectados por la disminución del crecimiento natural de la población y zonas con infraestructuras viarias deficientes. Además, registra una mayor disminución de las precipitaciones medias anuales. Pese a todo, posee la mayor proporción de zonas protegidas y el mayor número de empresas registradas». En el caso de Castilla y León, explica Villamayor, en este apartado se situarían, por ejemplo, municipios de Gredos que han sabido diversificar la economía más allá de la agricultura. Por ejemplo, con turismo rural, lo que sirve como salvavidas económico e incluso, en algunos casos, para retener población. En Valladolid, aquí tan solo está Urueña, con su vinculación como Villa del Libro.
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La 'España erosionada' quedaría formada por 3.198 localidades (54% del territorio). «Se trata de municipios situados principalmente en las regiones de Galicia y Asturias, así como en el centro y sur del país. Según las mediciones del estudio, este clúster territorial no presenta graves problemas socioeconómicos, pero es el grupo más afectado por los incendios forestales y por la erosión del suelo», explican. Aquí, en Valladolid, engloban a las grandes cabeceras de comarca (Mayorga, Medina de Rioseco, Peñafiel, Mojados, Olmedo) y los municipios del entorno de la capital.
Y por último está la categoría que sale mejor parada. Es lo que los autores del estudio califican como 'España exportadora', formada por 595 municipios (el 5% del territorio). «Son en su mayoría enclaves muy específicos, cercanos a zonas costeras y a las grandes ciudades», indican y su mayor debilidad estaría en cómo los mercados internacionales pueden contraer o influir en sus exportaciones. En Valladolid estarían La Seca o Boecillo.
¿Cómo rebelarse contra estas amenazas? «La respuesta es complicada y habría que acercarse a ella de forma integrada», indica Villamayor. «Hay medidas contra la despoblación que pueden afectar a los recursos naturales y, a la larga, al cambio climático. Y lo mismo ocurre con determinadas políticas agrarias. Por eso es tan importante la coordinación de políticas y de administraciones», concluyen en el informe. Además, el análisis alerta sobre la «necesidad de revisar las ayudas de la PAC (Política Agraria Común)». «El programa de incorporación de jóvenes agricultores, por ejemplo, contribuye al relevo generacional y por tanto a mitigar la despoblación, pero también promociona un modelo de explotación agrícola intensivo y mecanizado de gran escala, de dudosa capacidad adaptativa frente al cambio climático y la volatilidad de los mercados agropecuarios».
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