Margarita Rico | Investigadora y docente en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias
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Margarita Rico | Investigadora y docente en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias
«Las mujeres son la clave para las zonas rurales, su papel es fundamental»He aquí una mujer comprometida con el medio rural y sus gentes. Margarita Rico (Villamarciel, Valladolid, 1975). Profesora e investigadora de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrariasde la Universidad de Valladolid, con sede en Palencia, y doctora en Ciencias Económicas y Empresariales. Tan sólido ... es su compromiso con los pueblos y sus gentes que lleva toda su vida predicando con el ejemplo: no sólo vive en un pueblo, sino que además la parte investigadora de su carrera profesional la dedica a investigar el papel de las mujeres en el medio rural. La contribución socioeconómica de estas a ese ámbito territorial centró su tesis doctoral y hoy se encuentra en el ecuador de un proyecto europeo –'Grass Ceiling' (Igualdad d Género en los Sistemas de Innovación Rural y Agrícola)– que coordina en España para analizar iniciativas protagonizadas por mujeres en el medio rural. El objetivo, recalcar el protagonismo de ellas en un futuro que, está convencida, no solo es viable, sino además positivo.
–¿Perseveramos en el error de asimilar lo rural a lo agrario?
–Claro que es un error. Tenemos la concepción de que lo rural es lo agrario porque hasta los años 60 del pasado siglo prácticamente las únicas actividades productivas que había en los pueblos eran las agrícolas.
–Lejos quedan aquellos años...
–Pero una vez que se inició todo el proceso de modernización del sector agrario, que vino acompañado además de un proceso migratorio importante de los pueblos a las ciudades, en los pueblos hubo que buscarse la vida de alguna manera porque el sector agrario ya no era capaz de ocupar toda la mano de obra que venía absorbiendo hasta ese momento. Quienes se quedaron a vivir en los pueblos tuvieron que diversificar las actividades y eso vino acompañado también de un proceso de cambio en los gustos y necesidades de las personas.
–¿Qué cambios?
–Todas las personas que empezaron a poblar las ciudades echaban de menos lo que daba el pueblo y no daban las ciudades, con lo cual empezó un mercado interesante en lo referido al turismo rural, a los productos de calidad, a las producciones artesanales... Un poco el caldo de cultivo para que las personas que quisieron quedarse en las zonas rurales tuvieran otras actividades diversificadoras en las que trabajar.
–Estudió Económicas, ¿pero por qué es docente en Agrarias?
–Soy de familia de agricultores y horticultores, mis padres, y he vivido siempre en un pueblo de 400 habitantes, Villamarciel, al lado de Tordesillas.
–Comprobó desde pequeña en su casa que la mujer también trabajaba en el campo...
–Sí, siempre lo ví en casa.
–¿Por qué dedicó la tesis doctoral al papel de la mujer en el medio rural?
–Yo nunca ví como nada raro que la mujer en un pueblo trabajase. Mi madre lo hizo siempre. Veía en mi propia casa que las mujeres pueden trabajar en el campo en igualdad de condiciones que los hombres, pero en las estadísticas observaba que eso no aparecía. Cuando empecé con el doctorado tuve una beca de colaboración con el Departamento de Economía Aplicada para evaluar las iniciativas del Leader II. Viajé por toda Castilla y León para ver todas las nuevas actividades que estaban siendo financiadas con ese programa de desarrollo rural y me di cuenta de que una gran mayoría estaban lideradas por mujeres. Y cuanto más innovadora era la iniciativa, más probabilidad había de que detrás de ella hubiera una mujer.
–¿Y por qué la sociedad no lo percibe?
–La invisibilidad de la mujer ha sido real durante todo el siglo XX.
–¿Invisibles?
–Esa invisibilidad de que las mujeres trabajaban en el campo, pero no contabilizaban en las estadísticas ni económica ni socialmente. Eso ha sido una realidad. A partir de los años 90 y con el nuevo siglo las cosas han ido cambiando desde el punto de vista de que las mujeres han optado por integrarse al mercado laboral en las zonas rurales también. Quizá quede todavía el poso de que no hemos sabido ver esa actividad que las mujeres siempre han realizado, antes sin contabilizar estadísticamente, pero ahora sí. Y, además, la presencia es creciente y necesaria porque las mujeres son la clave para las zonas rurales. Su papel es fundamental.
Margarita Rico
Investigadora y docente en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias
–Si tuvieran ellas ese peso en el medio rural, ¿qué pasaría?
–Primero, desde el punto de vista biológico, si no hay mujeres no hay nacimientos. Desde el punto de vista laboral, son mano de obra activa y, además, muy cualificada porque las estadísticas también dicen que el nivel formativo de las mujeres es superior en media al de los hombres. Estamos hablando de una parte de la población que si no está, las zonas rurales no se dinamizan.
–Utiliza palabras como dinamismo y desarrollo en un medio que desde hace unos años está definido por expresiones como 'España vaciada', por términos como 'despoblación', 'dispersión', 'abandono'...
–Reconozco los graves problemas a los que actualmente se enfrentan las zonas rurales españolas, y Castilla y León es una de las comunidades autónomas más envejecidas, pero yo siempre he tenido un discurso optimista. Yo no puedo decir que esto es horroroso y estamos fatal: ¡Todo lo contrario! Lo que intento es buscar soluciones, propuestas para que los decisores de la política económica se den cuenta de lo que está mal y vean qué posibles soluciones pueden llevarse a cabo.
–Por su experiencia, ¿siente que le hacen caso o es voz que clama en el desierto rural?
–Tristemente, la verdad es que yo no percibo que haya suficiente voluntad política como para revertir la situación actual de las zonas rurales.
–¿Por el cortoplacismo electoral de los políticos?
–Ya sabemos que nuestros políticos se rigen sobre todo por las urnas y teniendo en cuenta que en las zonas rurales cada vez somos menos y, por tanto, con menos poder de influencia en las urnas, puede ser uno de los problemas.
–Por cómo habla, deduzco que aprecia más problemas...
–Otro puede ser que tampoco se lo crean, que no crean que las zonas rurales tienen esa capacidad de crear riqueza, renta y puestos de trabajo. Quizá también tengan un poco puesta una venda en los ojos y no se den cuenta de las iniciativas innovadoras que existen en los pueblos, de personas y empresas que tienen cualificación suficiente como para llevar a cabo actividades que están siendo exitosas. Y también...
–¡¿Hay más?!
–Quizá tampoco desde los pueblos estemos visibilizándolo lo suficiente o no estemos dándonos cuenta de esa importancia que tenemos en la sociedad. Es que en las zonas rurales se están haciendo las cosas bien y hay muchas iniciativas que están teniendo éxito y proporcionando dinamización. Quizá es que hay otra parte de la sociedad que no lo está viendo, o no lo sabe ver, o no lo quiere ver.
–El protagonismo de las mujeres rurales se traslada a la dirección de los ayuntamientos y las mancomunidades, pero en el sindicalismo agrario no parece. ¿Se resiste el hombre a ello?
–Todavía nos encontramos con comportamientos machistas, pero creo que cada vez son menos y no veo que sea esa resistencia lo que le impida a las mujeres acceder a los puestos de liderazgo y de toma de decisiones. Es un área sobre el que estamos trabajando mucho este tema y son otro tipo de cuestiones a las que se debe esa situación.
–Pues detállelas.
–Una, muy palpable, la falta de tiempo que tienen las mujeres para dedicarse a esos ámbitos, teniendo en cuenta que todavía el colectivo femenino dedica una parte muy amplia de su tiempo a las labores familiares y de cuidados. Hombres y mujeres tenemos exactamente el mismo tiempo...
–...Pero...
–Si las mujeres lo dedicamos a otras cuestiones más relacionadas con esas responsabilidades familiares, entonces quien tiene tiempo para dedicarlo a esos otros ámbitos de liderazgo y participación en asociaciones, etc, son los hombres. Podemos hablar también de un debate que está sobre la mesa últimamente referido también por las condiciones de hombres y mujeres: quizá las mujeres tienen tendencia a otro tipo de liderazgo, no tan piramidal, sino más cooperativo y a lo mejor tampoco están por la labor de incluirse en esas jerarquías tan piramidales y sí en otro tipo de redes más colaborativas. Precisamente, estoy trabajando en un proyecto europeo en el que estamos nueve países y, verdaderamente, siempre hablamos de Europa o nos referimos a otros países de Europa donde se hacen las cosas mejor o donde la situación es mejor, pero me he encontrado que la situación que hay en otros países en lo que a igualdad de género se refiere en las zonas rurales es semejante a la nuestra.
–¿Y eso significa...?
–Que cada uno tenemos nuestros problemas, nuestras preocupaciones, que pueden diferir en detalles, pero que de manera global son exactamente las mismas: esas situaciones de decadencia de las zonas rurales, de condiciones desigualitarias para las mujeres y estar trabajando a favor de revertir todo ello. Pero, incluso en España estamos un poco mejor que otros países. En el nuevo Plan Estratégico de la PAC, España es el único país que ha incluido medidas de apoyo adicionales para las mujeres dentro de las ayudas directas; el resto de países está mirando a España.
Margarita Rico
Investigadora y docente en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias
–¿Qué buscan con ese proyecto europeo en el que trabaja, 'Grass Ceiling?
–Llevamos ya año y medio analizando, asimilando lo de techo de hierba a techo de cristal ('grass y glass') que en la sociedad tienen en general las mujeres, ese techo que también tienen las mujeres en el medio rural para progresar todo lo que ellas quisieran. Concretamente, el proyecto trata de apoyar las iniciativas innovadoras lideradas por mujeres en las zonas rurales.
–¿En qué ámbito geográfico?
–En el caso de España, el proyecto lo coordina la Universidad de Valladolid y nos hemos focalizado en analizar el caso específico de agricultoras y ganaderas en zonas despobladas. Aparte de esas 8 mujeres, participan entre 15 y 20 agentes expertos relacionados con la materia, pertenecientes a asociaciones, a cooperativas, al sector público, a entidades de investigación... Tenemos diferentes ópticas desde diferentes puntos de vista e intentamos llegar a ese objetivo último de mejorar las condiciones de vida de las mujeres agricultoras y ganaderas.
–¿Con qué horizonte temporal trabajan?
–Acaba el proyecto en diciembre de 2025. Llevo trabajando muchos años en este tema y este proyecto es la oportunidad de compartir los hallazgos que ya teníamos para Castilla y León y España, continuar analizando, porque son fenómenos muy dinámicos, viendo lo que pasa. Hablamos de dinámicas sociales y económicas que varían continuamente y así lo comparamos y compartimos con otros países.
–Habla en tono positivo del futuro del medio rural. ¿Rara avis?
–Pienso que siendo optimista las cosas van a salir mejor, sigo apostando por el medio rural y creo que necesariamente vamos a tener que volver al medio rural. No sé cuando, pero este proceso de urbanización al que está asistendo el mundo, en general, es un globo que en algún momento tiene que explotar.
–¿Explotar? ¿Cómo que explotar?
–Porque todos los residuos que generan las ciudades, la contaminación, el ruido y el nivel de estrés que tiene las personas que allí residen creo que no puede ser para siempre. Con lo cual, en algún momento va a haber que dar la vuelta, volver la cara y volver al medio rural para buscar todo aquello que se ha ido perdiendo, pero que necesariamente tenemos que volver a ello aunque simplemente sea por nuestra salud.
–¿En algún momento de su periplo profesional y vital se ha parado ya a pensar qué quiere ser de mayor?
–Estoy muy bien en lo personal y en lo profesional, con lo cual, 'virgencita virgencita, que me quede como estoy'.
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