Milagros Alario | Investigadora universitaria, profesora y miembro de la Cátedra de Estudios de Género
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Milagros Alario | Investigadora universitaria, profesora y miembro de la Cátedra de Estudios de Género
«Lo rural y lo urbano han de concebirse como una unidad única y encajada»He aquí una mujer que lleva toda su vida ayudando a sus semejantes a entender por qué todo está en el entorno geográfico como está y qué lo ha motivado. Milagros Alario (Palencia, 1957). Profesora titular de Análisis Geográfico Regional, investigadora en Geografía Rural, miembro ... de la Cátedra de Estudios de Género y defensora de la Comunidad Universitaria de la Universidad de Valladolid. Su tan intensa como dilatada labor investigadora y sus dotes docentes han hecho que atesore un enorme prestigio desde el que es su hábitat natural, el trabajo universitario, que para ella «es el mejor del mundo». Ese prestigio personal y profesional le sitúan desde hace ya varios años como referencia europea indispensable en el análisis geográfico.
–El deterioro poblacional del medio rural es imparable desde hace 80 años.
–Es que la reducción progresiva de la población en el medio rural va acompañada de unos cambios rapidísimos y muy interesantes. La reducción poblacional tuvo que ver con el cambio de modelo económico del país, con el cambio del papel de los espacios rurales en ese modelo económico, con un progresivo proceso de especialización productiva, incluso podríamos decir superespecialización productiva.
–¿Superespecialización?
–Sí, en el caso de nuestros espacios rurales nos llevó a una monoespecialización agraria, que cada vez necesitó de menos personas porque el proceso de tecnificación y de modernización fue rapidísimo y enorme entre los años 60 y 90 del pasado siglo. Los ruralistas de ese momento centrábamos los análisis y la investigación precisamente en esos modelos, con sus consecuencias positivas y negativas.
–¿Las hubo positivas?
–La negativa fue la pérdida de dinamismo demográfico, pero las positivas fueron una modernización agraria impresionante, el incremento de las rentas en el sector, la tecnificación y los reajustes en los paisajes porque se produjeron intervenciones técnicas de mucho calado paisajístico, como fue el caso de la concentración parcelaria.
–La España autonómica habla mucho de ordenación del territorio, pero hace muy poco.
–Ordenar el territorio no significa necesariamente equilibrar la población en el territorio.
–¡Ah! ¿No?
–No necesariamente. Ese concepto nació para intentar solucionar los problemas que un territorio tiene. En cada momento los problemas han sido diferentes en el territorio.
–¿Por ejemplo?
–En los años 60, las primeras políticas de ordenación del territorio que se hicieron en Castilla y León fueron de ordenación rural, precisamente. Y esta lo que hizo fue un diseño de lo que hoy nos parece debatible, los primeros procesos de concentrar los servicios en las cabeceras comarcales. Ahora, cuando hablamos de ordenación del territorio pensamos más bien en reequilibrio, corrección de las diferencias entre los espacios rurales más regresivos y los más progresivos, pensamos en una distribución equilibrada de la población, pero esos son conceptos que van cambiando.
Milagros Alario
Investigadora universitaria, profesora y miembro de la Cátedra de Estudios de Género
–¿A peor?
–Lo que está claro es que en este momento se necesita una intervención. Llevamos desde los años 80 en Castilla y León con una ley pendiente de ordenación del territorio; se han hecho algunos intentos, pero no se encuentra el modelo. Aunque si no se consigue sacar quizá se podrían intentar otras soluciones alternativas.
–¿Las hay?
–El municipalismo es muy interesante y tiene su papel, pero ahora mismo en una sociedad de enorme movilidad, en la que la gente vive en un sitio, trabaja en otro y compra en otro las intervenciones en el territorio tienen que ser pensadas en un concepto supramunicipal.
–Pero eso obligaría a un cambio de mentalidad: hoy todo es 'mi' ayuntamiento, 'mi' consultorio...
–Ese es un problema, pero lo cierto es que se está solucionando en muchos sitios por la vía de los hechos. Quizás el ejemplo más claro de intervención a esa escala son los grupos de acción local, los que gestionan los programas europeos Leader; son una estructura que, sin tener funciones administrativas, están generando esa idea de pertenencia a un espacio determinado, con unas características y una delimitación más o menos concretas, y son espacios de colaboración de los ayuntamientos, de las organizaciones sociales y económicas. Se están estableciendo ahí importantes pautas de funcionamiento supramunicipal.
–Las mancomunidades parece que avanzan en esa idea.
–Son otro de los ejemplos de colaboración: los ayuntamientos colaboran cuando ven que se obtienen resultados positivos para su población. Sí, por un lado está la idea de 'mi' pueblo, 'mi' localidad, que es muy importante desde el punto de vista identitario y de pertenencia, pero por otro está que no puedes abordar problemas graves para la población rural en ayuntamientos que tienen cien habitantes: ni hay estructura ni capacidad económica para abordarlo, ni siquiera con la ayuda de las diputaciones.
–¿La despoblación puede llegar a tener freno algún día?
–Primero tendríamos que definir qué entendemos por frenar la despoblación.
–¿Qué podemos entender?
–Pues si por frenar la despoblación entendemos volver a la situación anterior a 1960, olvidémonos. Nunca vamos a tener aquel espacio rural, que por cierto tenemos muy mitificado pese a que se vivía fatal en esos momentos.
–¿Pero cabe freno a la despoblación?
–Es posible; no igual en todos los lugares, por supuesto, pero es posible. Estamos viendo que los espacios periurbanos ya crecen, aunque no son espacios rurales en sentido estricto. Quizá Castilla y León sea uno de los últimos espacios donde vaya a llegar ese freno porque ahora mismo la población rural se pierde no porque no sea atractivo el espacio rural para nuevos pobladores, sino porque arrastramos una dinámica natural tan regresiva que esa es muy difícil de solucionar.
–Es necesario que ahonde en la explicación de lo que señala.
–La dinámica de población es un balance: por un lado, dinámica natural, nacimientos más defunciones; por otro lado, llegadas y salidas, es decir, inmigración y emigración. El saldo migratorio en este momento en los espacios rurales es positivo.
Milagros Alario
Investigadora universitaria, profesora y miembro de la Cátedra de Estudios de Género
–Si vamos a muchos pueblos, no lo parece.
–Normalmente llega más gente de la que sale, aunque no tenemos ese modelo en la cabeza; claro, habría que ir lugar por lugar, pero, en general, el saldo migratorio de los espacios rurales es positivo, atrae población porque está ofreciendo empleos que no hay población para cubrirlos y entonces está generando unas dinámicas de inmigración positivas. Es verdad que suelen llegar inmigrantes de origen no nacional y la gente que sale suele ser nacional, sobre todo gente joven, cualificada, que es la que estamos perdiendo de los espacios rurales. El problema es que ese saldo positivo de migración no puede compensar las enormes pérdidas de la dinámica natural porque tenemos una población tan envejecida que muere mucha más gente de la que nace.
–El corolario, pues, es...
–O esos saldos migratorios se incrementan muchísimo y recibimos mucha población joven que tenga hijos en el medio rural y eso equilibre el balance o mientras arrastremos esa dinámica natural se va a lastrar el saldo vegetativo de la población.
–Para que pudiera llegar población, y sobre todo joven, además de empleo harían falta buenos servicios públicos esenciales.
–Lo primero que la gente pedimos cuando vamos a vivir a un lugar es calidad de vida, que tiene varios componentes. Uno, ambiental, un espacio saludable, que sea positivo, que ofrezca lo que hoy valoramos de espacios verdes y amplios; todo eso el medio rural lo ofrece. En segundo aspecto fundamental es el acceso a los servicios básicos. Y en tercer lugar, el acceso a los servicios no básicos, que también es importante. Educación, sanidad, acceso a comercio de proximidad...
–Los servicios esenciales son de difícil acceso para muchos habitantes de los pueblos.
–La cuestión es qué movilidad se quiere y cómo se organiza la movilidad. Lo mismo pasa con la atención médica. El problema no es no tener atención sanitaria, porque esta garantizada como derecho de ciudadanía que es. El problema es cómo se accede a ese derecho.
–En los pueblos se ve que mal.
–En el medio urbano el acceso a cualquiera de esos servicios exige un desplazamiento de entre 15 y 30 minutos, pero existe un transporte público que lo garantiza; en el medio rural la distancia puede que sea menor en tiempo para acceder a esos servicios, pero no existe ese transporte público con la calidad y flexibilidad necesarias. Ahí es donde está la limitación.
–Llevamos años oyendo que el papel de la mujer es esencial para el futuro del medio rural. ¿No es cargar demasiado las tintas sobre ellas?
–Hay un discurso político que quiso poner en valor en su momento, a finales de los 80, el papel de las mujeres y los jóvenes en esta nueva ruralidad...
–¿Cual era la vieja ruralidad?
–Estaba muy clara: el modelo agrario, muy masculinizado. Los procesos de tecnificación expulsaron más a las mujeres de la actividades agrarias. En los años 90, cuando se intentó buscar otro modelo de ruralidad más pluriactivo, uno de los aspectos fundamentales del desarrollo local fue el de activar a todos los agentes posibles, especialmente aquellos a los que no se les hubiera dado el papel que deberían haber tenido. Uno de ellos, que era considerado agente desaprovechado, eran las mujeres porque no se les estaba dando la posibilidad de que aportasen todo lo que podían.
Milagros Alario
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–¿El nuevo modelo sí?
–En ese nuevo modelo rural el papel de las mujeres es fundamental porque tienen capacidad de entrar en esos nuevos nichos laborales que estaban emergiendo, especialmente en el de los servicios y, menos, la propia industria e incluso la propia actividad agraria. Se ha apostado mucho por el emprendimiento femenino en el medio rural. El problema es que por un lado se impulsa a las mujeres para que se activen, promuevan, emprendan y por otro, no se solucionan muchas de las dificultades que ellas tienen, como el tema del acceso a los servicios.
–¿Alguna vez se ha preguntado cómo será el medio rural a mediados del siglo XXI?
–El medio rural es muy resiliente y ha demostrado que es perfectamente capaz de ir adaptándose a las situaciones que se van presentando. Estoy segura de que el medio rural seguirá estando ahí, posiblemente mejor encajado con el espacio urbano de lo que ha estado hasta ahora. Hay espacios donde los límites de la ruralidad se están desdibujando y vamos hacia esa idea de que lo rural y lo urbano han de concebirse como una unidad única y encajada.
–¿Qué ha encontrado en el medio rural en sus investigaciones que nunca pensó que existiera?
–Dinamismo. Esa idea del medio rural atónico, que no pasa nada... ¡Qué va! Son sociedades con enorme iniciativa y de estar siempre buscando cosas nuevas.
–¿Y qué ha perseguido en sus investigaciones que no haya conseguido alcanzar?
–A veces conseguir la colaboración con la Administración para que nos ofrezca datos es una pesadilla, el mayor problema. La Administración a veces no entiende que nosotros no hacemos estudios para formular críticas, sino para hacer un diagnóstico de la realidad.
–¿Anima a los jóvenes a dedicarse a la Geografía?
–¡Totalmente!
–¿Qué aliciente pueden encontrar?
–La comprensión del mundo que te da la Geografía no te la da ninguna disciplina. Y luego, la Geografía ofrece trabajo: la gente no lo sabe, pero tenemos un índice de empleabilidad altísimo.
–¿Ha tenido ya tiempo para pararse a pensar qué quiere ser de mayor?
–¡Geógrafa!
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