Una de las ventajas de los huevos de hormigón en un vino es su oxígeno y movimiento. A simple vista, es difícil pensar que un depósito enorme de un material tan vasto pueda aportar algo de dinamismo, pero esa es la principal razón de su forma ovalada, similar a la de un huevo.
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«No aporta aromas, ni taninos», asegura Marilena Bonilla, directora técnica de la bodega Protos. El huevo de hormigón, al ser un material poroso, en su interior tiene unos microporos que contienen oxígeno y eso hace que el vino evolucione lentamente.
Estos depósitos tienen forma de huevo, es decir, de recipiente ovalado que hace mejor la recirculación de ciertas lías que se añaden al vino para que se vayan rompiendo y liberen compuestos que le dan cierta grasa o cierta untuosidad al vino.
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Beatriz A. Casares
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En un depósito normal de acero inoxidable, la lía se iría al fondo y habrá que moverlo de alguna manera, por ejemplo, poniéndolo en suspensión haciendo un 'battonage' o metiendo nitrógeno carbónico para que se mueva. En el huevo de hormigón no hace falta porque debido a su forma y su material en el interior se genera una serie de movimientos de arriba a abajo como en espiral y hace que esas lías estén en constante suspensión.
El material es simplemente hormigón, «no tiene ningún tipo de resina ni de recubrimiento. Además, es relativamente fácil de limpiar con agua. En la parte de arriba tienen un tapón que sirve para saber que en todo momento tenemos el vino hasta arriba. Se debe de realizar un control para comprobar que el recipiente tiene que estar lleno, porque al ser un material poroso puede absorber el vino y este ir mermando dentro del depósito. Por eso, cada cierto tiempo, cuando se observa esa merma se rellena, puesto que mucho oxígeno puede ser una oxigenación excesiva, que puede llegar a oxidar el vino.
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Los huevos de hormigón se pueden usar para la elaboración de vinos blancos, rosados y tintos. De esta forma, cuando más tiempo pasa el vino en el depósito, es decir, en contacto con ligeras dosis de oxígeno, se puede ver una ligera modificación en el color, en el caso del tinto que pase de tonos más violáceos a tonos más granates. Pero sobre todo se nota su efecto en boca, ya que hace que el vino sea más sabroso. «Vamos a notar un toque mayor de elegancia y de complejidad, que es lo que venimos buscando en estos vinos especiales que afinamos en estos huevos de hormigón», concluye Marilena Bonilla.
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