Los aparatos electrónicos se han convertido en el día a día de las personas, están presentes en todas las situaciones cotidianas, incluso en la mesa a la hora de comer. Revisar correos electrónicos en el ordenador portátil, ver las noticias en la televisión o comer con el teléfono móvil junto al plato son hábitos que se han convertido en una mala costumbre.
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Además, provoca consecuencias negativas en la alimentación, como aumentar la cantidad de alimentos ingeridos de manera inconsciente, según alertan desde el Colegio Profesional de Dietistas y Nutricionistas de Madrid. Los dispositivos generan que el usuario se centre en los estímulos visuales y deje a un lado el sentido del gusto, por lo que se ingiere más cantidad de comida, de manera más rápida y con ansiedad, apuntan en un estudio de la Universidad de Bristol.
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Rebeca Alonso
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Además de estas consecuencias leves, comer con la presencia de pantalla puede provocar otros problemas digestivos de carácter más grave, como la aerofagia o digestiones pesadas. La aerofagia se corresponde con la absorción excesiva de aire por comer demasiado rápido y no masticar correctamente y genera hinchazón, gases, eruptos o dolores estomacales.
Este mal hábitos propicia un riesgo mayor de padecer sobrepeso u obesidad infantil, ya que se comen cantidades desorbitadas sin prestar atención y la ingesta rápida provoca que se aumente de peso. Según un estudio de la Agencia Estatal de Seguridad Alimentaria, la prevalencia de sobrepeso entre la población infantil (niños entre seis y nueve años) es del 23,3% y la de obesidad del 17,3%.
Comer con la televisión apagada.
Mantener el ordenador, las tabletas y los móviles alejados de los niños.
Servir los adultos de ejemplo para los niños y no utilizar los móviles en la mesa.
Evitar prestarles los teléfonos móviles en los restaurantes.
Enseñarles que el momento de la comida es para pasarlo en familia.
La utilización de dispositivos electrónicos a la hora de comer, por tanto, no provoca enfermedades digestivas graves, pero puede generar problemas que a largo plazo afectan a la salud de los seres humanos. Las consecuencias más graves se concentran principalmente en la cantidad de comida que se ingiere y en los riesgos de padecer obesidad o sobrepeso, dos enfermedades que afectan a todos los grupos de población y la sociedad no los trata con la importancia que requieren.
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