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Tras la Navidad, uno de los objetivos que aparecen en los propósitos de año nuevo de muchas personas es 'comer bien'. Pero realmente, ¿qué significa eso? ¿Hacer alguna dieta?, ¿comer más frutas y verduras? o ¿dejar de lado algunos alimentos y tipos de cocinado?
Posiblemente, para empezar a alimentarse bien, lo principal es ampliar los conocimientos que poseemos sobre lo que necesita nuestro cuerpo, y lo que le aporta cada alimento. Un cambio a largo plazo, que choca con los planteamientos cortoplacistas de principios de año, más enfocados en tener una buena figura para el verano, que en la alimentación como uno de los pilares fundamentales de la salud.
Cada vez más, muchas personas invierten en alimentación como base para prevenir enfermedades. Comer de forma equilibrada y saludable proporciona beneficios a corto y largo plazo, además, una alimentación específica prescrita por profesionales especializados en nutrición contribuye a mejorar la salud y superar patologías.
Noticias de vida sana
El eje intestino-cerebro se basa en la transmisión de información entre ambos órganos y define como nuestra nutrición influye en nuestro estado físico y emocional. En este eje es esencial la microbiota.
La microbiota, según la definición de la Agencia Española de Alimentación y Nutrición (AESAN), es el conjunto de microorganismos que se encuentran en los tejidos del cuerpo humano. Estos microorganismos residen en estos lugares de forma más o menos permanente y en algunos casos realizan funciones específicas.
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La microbiota es fundamental para tener una buena salud digestiva, ya que ayuda a proteger el aparato digestivo de otros microorganismos patógenos causantes de enfermedades, además de estimular el sistema inmunológico y ayudar a realizar parte de la digestión, según precisa la Fundación Española del Aparato Digestivo.
La entidad informa de que solo un tercio de la microbiota intestinal es común a la mayoría de la población, mientras que los otros dos tercios son específicos de cada persona. En la composición de cada microbiota influye la lactancia materna, los genes, el ambiente en el que se vive y la alimentación.
Para mantener la microbiota sana, se debe llevar una dieta variada en frutas, verduras y fibra. Controlando en consumo de azúcares refinados y grasas saturadas, además de reducir el consumo de alcohol y algunas especias.
Según la Fundación Española del Aparato Digestivo, las principales pautas para mantener una microbiota sana son:
Mantener una alimentación variada
Intentar reducir el consumo de carne procesada
Consumir alimentos fermentados
Consumir grasas de buena calidad
Cocinar los alimentos de forma saludable
Evitar el estrés, el tabaco, el alcohol y el sedentarismo
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