

Secciones
Servicios
Destacamos
El empadronamiento es la herramienta por la que un ciudadano decide qué municipio se queda con esa pequeña porción de la tarta de impuestos que ... representa. Y los pueblos del alfoz de Segovia siguen con agujeros en los bolsillos. La Lastrilla, San Cristóbal de Segovia, Palazuelos de Eresma y Trescasas suman unos 15.500 empadronados, pero su población real, la del consumo de agua y recogida de basuras, está casi en los 19.000. Es decir, el 20% de sus vecinos no cuenta en su padrón, una situación homologable a la de otras localidades como Torrecaballeros, Bernuy de Porreros o Valverde del Majano. Los ayuntamientos buscan hacer pedagogía para sumarles a sus arcas y elevar sus presupuestos.
San Cristóbal cuenta en estos momentos con unos 3.300 empadronados, pero su alcalde, Óscar Moral, eleva su población real por encima de los 3.800 tras sumar al menos unas 500 personas. «Yo pensaba que era un número menor, pero cuando nos pusimos en 2020 a repartir mascarillas a las casas, nos dimos cuenta de muchos vecinos que nos pedían cinco mascarillas habiendo uno o dos empadronados».
Su estimación previa a la pandemia limitaba ese residuo en menos de un 10% de la población tras varias campañas de incentivación que habían tenido sus frutos; los cálculos actuales lo sitúan en torno a un 15%. Los ayuntamientos buscan persuadir a través de la pedagogía y explican las mejoras que supone. «Para solicitar más médicos, tengo que tener más pacientes. Para que me mejoren el agua, tengo que argumentar que somos 4.000. Cada vecino empadronado reporta a su ayuntamiento la cuantía que va a destinar para que las infraestructuras o actividades sean mejores».
La suma de servicios ha quitado a sus habitantes razones para estar empadronados en la capital. San Cristóbal esgrime los sumados a lo largo de los años: guardería, un colegio que ha llegado al medio millar de escolares o la mejora de servicios sanitarios. «Cuando nació mi hija mayor hace 20 años recuerdo que había un pediatra tres días a la semana; ya son cinco». La razón más extendida entre aquellos que no se empadronan está en las ventajas de cara al aparcamiento en Segovia capital, aunque sea a cambio de pagar el doble de impuesto de circulación.
Su vecino, Trescasas, con un tercio menos de población, duplica el porcentaje de vecinos fuera del padrón. «Sabemos las viviendas que tenemos habitadas, que es un porcentaje muy alto; la inmensa mayoría es primera vivienda», esgrime su alcalde, Borja Lavandera, que contabiliza desde el IBI al consumo de agua o los niños del colegio. «Son varios indicadores los que nos dicen que tenemos bastantes menos empadronados que la gente a la que realmente damos servicio en el día a día».
Una población real que estima entre los 1.450 y 1.500 habitantes, frente a los 1.160 del padrón actualizado. Es decir, hasta un 30% de diferencia. «Nosotros partíamos de una población muy pequeña de trescientos y pico habitantes hace dos décadas. Entonces había unos servicios muy precarios y la gente no se empadronaba, aunque se fuera a vivir allí. Se han conseguido con muchísima lucha».
Situaciones que tilda como «flagrantes» como que el pueblo superaba ya el millar de habitantes y solo tenía 450 cartillas médicas. «Es la pescadilla que se muerde la cola; si la gente no se apuntaba no conseguíamos tener un servicio digno», esgrime Lavandera, que pone en valor un cambio de tendencia, que los nuevos habitantes sí cumplen el trámite. «Se ha entregado una promoción de vivienda y han venido todos, pero todos. Es el mayor recurso que tenemos, la participación en tributos».
En eso inciden sus campañas de concienciación de todos los años en la lista de difusión que tiene el ayuntamiento, a través de sus redes sociales o del simple buzoneo. «Empadrónate, que esto nos ayuda muchísimo. Para un pueblo como el nuestro, un habitante más es súper importante».
Lavandera no descarta sanaciones. «Es verdad que a lo mejor es demasiado radical, pero al final la gente se conciencia cuando les tocamos el bolsillo. Sí que debería haber un control más exhaustivo de los padrones». Algo que recae en el Gobierno central a través del Instituto Nacional de Estadística.
«No suelo creer en la parte punitiva, creo más en la educativa. Si se viera cada caso, seguramente siempre ella razón, aunque no sea lógica», sostiene el alcalde de San Cristóbal, que no ve una solución aplicable al alfoz en el doble empadronamiento, una figura que reivindican municipios que triplican su padrón en verano. «Vecinos que viven en el pueblo tres meses y exigen los mismos derechos cuando no están pagando su contribución real. Nadie se va al Ayuntamiento de Madrid, pregunta por Almeida [su alcalde] y le dice que el cubo de basura huele y tiene una farola fundida. En nuestros pueblos sí que hace. Es cierto, todos queremos que nuestros pueblos estén perfectos, pero no tenemos la financiación».
Palazuelos de Eresma es el pueblo del alfoz con más habitantes. Según sus cuentas más recientes, cerca de los 6.200. «Se han ido sumando vecinos porque se han ido acabando y ocupando más viviendas. ¿Debería empadronarse todavía más gente? Seguro», razona su alcalde, Jesús Nieto, que calcula unos 1.300 vecinos de más que no aparecen registrados.
El regidor lo explica por varios factores, desde las segundas residencias, «no muchas, pero las hay», a la fidelidad a médicos o colegios. «Llevar a los niños cerca de donde trabajan sus padres por temas de conciliación. Hay familias que residen en el mismo domicilio con un miembro empadronado en el pueblo y otro no para tener las posibilidades en los dos lados. También hay gente que la da igual una cosa que la otra y no lo cambia por dejadez», subraya.
Como otros pueblos, Palazuelos de Eresma se sirve de las redes sociales para recordar el mensaje. «Dar vueltas en los mismos sitios, tampoco hemos hecho mucho más». Nieto defiende el ahorro en el impuesto de circulación o votar en unas elecciones del lugar «donde realmente estás». Derechos y obligaciones. «Si llamas al Ayuntamiento porque tengas una petición o una exigencia, lo suyo es que estés empadronado. Es una cuestión de ética». Sus cálculos es que los vecinos que faltan por sumarse pueden valer entre 150.000 y 200.000 euros anuales en fondos estatales para un presupuesto municipal de unos cuatro millones; en torno a un 5%.
La Lastrilla tiene entre ceja y ceja el umbral de los 5.000 habitantes: son 4.823 y al ritmo de los últimos tiempos —unos 300 más cada año— lo superará antes de 2026, pero la cifra real está en torno a los 6.000. «Realmente tendríamos que hacer más incentivos para que la gente se empadrone», subraya su alcaldesa, Elisabet Lázaro, que destaca descuentos en actividades como las deportivas.
Al ser el pueblo más cercano al casco histórico de Segovia, la principal resistencia de sus vecinos está en la zona azul, el principal hándicap para un lugar con población joven que está teniendo más crecimiento urbanístico en El Sotillo porque dispone de más suelo. «Es gente que viene por los beneficios de vivir en un pueblo cerca de la capital. Es que puedes ir caminando por una acera continua hasta Segovia. La provincia tiende hacia la despoblación y al envejecimiento; en cambio, el alfoz está en auge». Pero no todos sus vecinos cuentan.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.