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La incertidumbre se apodera de buena parte de los mayores segovianos ante la posibilidad de volver a salir a la calle para pasear a ... partir del lunes, 4 de mayo. Por una parte, y como uno de los grupos de población más afectados por la covid-19, son cautos y algo reacios a volver a las calles por el miedo a un posible contagio. Pero por otro, ya son casi 50 días de confinamiento –roto en contadas ocasiones para salir a la farmacia, al ambulatorio o a la compra–, que empiezan a pasar factura a la salud y el bienestar. Necesitan salir a calle y dar paseos, pero el temor al contagio está presente.
Coronavirus en Segovia
«Aunque tengamos muchas ganas de salir, veo la medida un poco precipitada», afirma Pedro Rojo, presidente de la Federación Provincial de Pensionistas y Jubilados de Segovia. «Ya nos gustaría poder salir, pero con las mínimas garantías, porque estamos deseosos de ello. Pero todavía no lo veo seguro», añade. Consciente de que todavía restan meses hasta que se pueda volver a salir con seguridad a la calle, Rojo reclama limitaciones y control, «quizás horario», para que los paseos de la población se puedan realizar con los mínimos riesgos. «Yo prefiero ser cauto. Si hay que esperar una semana o dos más no pasa nada», declara el presidente de la Federación de Pensionistas y Jubilados segovianos, integrada por 167 asociaciones que agrupan a entre 13.000 y 14.000 jubilados. Rojo considera que las personas mayores «somos muy sufridores y aguantamos todo lo que nos echen».
Manuel Carreño es uno de los más de 34.000 mayores de 65 años que, según el Instituto Nacional de Estadística, viven en la provincia de Segovia. A sus 82 años, caminaba ayer con la ayuda de su bastón por la plaza del Azoguejo en una de las pocas salidas a la calle que ha realizado desde que se decretó el estado de alarma. «Salgo lo justo. Procuro estar en casa todo lo que puedo, hasta ocho o nueve días sin salir. Solo salgo cuando no me queda otra para ir al banco o a la compra», comenta. Piensa salir a pasear el lunes, aunque con precaución. «Cuando se pueda voy a salir», declara. Pero lo hará lo justo. «Un poco al parque, como hacía antes», resalta.
También espera que les permitan salir de casa Esperanza Martín, de 80 años. En su caso, «salgo cada dos días para hacer la compra», pero considera necesario que a las personas mayores se les deje pasear. «Yo en casa encerrada me vuelvo un poco loca», declara Esperanza, quien espera que pronto le permitan marcharse a su pueblo con su nieto, donde tendría menos temor a un posible contagio. «En la ciudad sí que podría tener más reparo a salir, pero en el pueblo no», subraya.
Juan García, de 75 años, salió ayer también de su casa para realizar la compra de pan de toda la semana. Con guantes y mascarillas como medidas de protección, afirma que apenas sale de su domicilio, una vez cada siete u ocho días. El resto del tiempo permanece en su casa, donde «hago lo suficiente para tener la mente despejada». La lectura y la música le ayudan a llevar mejor el confinamiento, al igual que la actividad física que trata de realizar pese a las limitaciones de espacio. «Hago algo de bicicleta y también gimnasia para todo el cuerpo», explica. Pero no es lo mismo que poder salir a la calle.
Por ello, considera necesario volver a las calles, pero con precaución. «Yo sí que saldré, pero con cuidado y solo cuando realmente necesite dar un paseo. Nada de salir por afición», dice Juan García, quien reconoce que la situación le genera «muchas dudas». Lo que sí tiene claro es que «el virus se ha quedado con nosotros» y la mejor manera de combatirlo es «quedándonos en casa», aunque su rutina durante los últimos once años estaba cargada de horas de paseos.
María Rodríguez, de 84 años, declara que solo sale de su domicilio para lo imprescindible. Como ayer, que fue al ambulatorio de Santo Tomás a recoger unas recetas que ya le tenían preparadas tras haber llamado antes por teléfono. En su caso, la compra se la hace un hijo, aunque ella necesita ya pisar la vía pública. «Me hace mucha falta. Por la edad, porque soy diabética, porque tengo la tensión alta... A los mayores nos hace falta andar», comenta. Así, trata en casa de mantenerse activa con constantes paseos por el pasillo. «Hago lo que puedo. Por lo menos no se me agarrotan las piernas». Tiene muchas ganas de acudir a la alameda de la Fuencisla que tantos días lleva sin visitar. Lo hará, asegura, sin miedo. «Yo temor no tengo ninguno si la gente cumple. Si vamos con mascarillas, con guantes, mantenemos las distancias y no nos paramos a charlas los unos con los otros, podremos salir todos».
Juan Francisco Antona, de 71 años, explica que durante el estado de alarma apenas ha salido un par de veces de su casa. «Antes del virus paseaba mucho, porque tengo descontrolado el azúcar y me conviene», indica. En casa trata de pasear y realizar algo de ejercicio físico, pero no consigue los mismos resultados que en la calle. «Yo veo bien que podamos salir ya. Llevamos muchos días sin hacerlo y aunque sea con limitaciones, lo necesitamos», declara Juan Francisco, quien incluso no vería mal que tan solo se permitiese pasear unos días determinados.
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