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La pregunta es ya recurrente en muchas conversaciones entre amigos o familiares: «¿Qué va a ser lo primero que vas a hacer cuando acabe el confinamiento?». Los reencuentros con personas queridas, tras semanas sin contacto en persona, es la respuesta más habitual tras semanas en las que la comunicación tan solo ha sido posible a través del teléfono. Y en muchos casos, en esos planes de futuro que todavía no tienen fecha marcada en el calendario, los reencuentros tienen lugar en un bar a la vez que se toma un café, en la terraza de un restaurante mientras se degusta una cerveza o en una discoteca donde disfrutar de la primera noche de fiesta en meses.
Coronavirus en Segovia
En España, y también en una ciudad como Segovia en la que el sector hostelero es el principal motor económico, una parte importante de las reuniones sociales tienen lugar en bares y restaurantes, locales cerrados desde hace semanas que esperan impacientes poder reabrir sus puertas. Pero las previsiones no son nada halagüeñas. En primer lugar porque nadie en el sector tiene claro la fecha en la que se producirá la reapertura; en segundo lugar, porque no se sabe el modo en el que se volverá a esa normalidad tan anhelada; y por último, porque habrá negocios que, tras semanas o meses de inactividad, no hayan podido resistir el duro golpe económico y no se puedan permitir volver a abrir sus puertas.
Ante el futuro incierto, la hostelera Marisa Duque prefiere no pensar en lo que vendrá dentro de unas semanas o en lo que ya se ha perdido. «Lo importante ahora es vivir», afirma la propietaria del restaurante Casa Duque. Subraya que ante una situación como la que atraviesa el mundo, «que nadie ha vivido nunca antes y a todos nos ha pillado descolocados», la prioridad es resolver cuanto antes el peligro generado por el coronavirus. Una vez superada la peor parte, Duque señala una segunda fase en la que toca combatir los efectos secundarios provocados por el Covid-19, en su mayor parte económicos. «Durante mucho tiempo en Segovia no vamos a tener turismo. El goteo va a ser lento», prevé sobre una parte importante de su clientela. Pero antes las dificultades que previsiblemente estarán en el camino, apuesta por la unión del sector de la hostelería, que en Segovia «está formado en su gran mayoría por familias». Se muestra convencida de que «resurgiremos como una Ave Fénix», gracias al «impresionante» sacrificio que tienen los hosteleros aunque espera «una posguerra dura y complicada».
Augura también un cambio de conducta de los clientes durante los primeros días que cree «se olvidará pronto» y espera que el retroceso que sufrirá el sector durante un tiempo sirva para coger impulso. En este sentido considera que «no debemos pensar en cuánto tardaremos en volver a los mismos niveles que teníamos el año pasado» o en las pérdidas que el sector ya ha sufrido por el cierre durante la Semana Santa. «Ahora me niego a hacer cuentas», subraya.
A Goyo Rico, propietario del restaurante La Portada de Mediodía, en Torrecaballeros, le cuesta más ser positivo ante el incierto futuro que tiene el sector por delante. Pese a que resalta la previsión que tuvieron en su momento para cerrar sus puertas antes incluso de la declaración del estado de alarma «por la seguridad de los clientes y de los propios trabajadores», las consecuencias económicas de meses sin actividad amenazan con el cierre de un restaurante histórico de la provincia. «Si a partir de finales de junio o julio no se empieza a recuperar la normalidad, La Portada tiene posibilidades de no abrir más sus puertas», lamenta.
Tres meses. Es el plazo que Goyo Rico considera que pueden aguantar la actual situación, sin ingresos y todavía con importantes gastos. En pleno inicio de temporada alta, con la Semana Santa como el pistoletazo de salida para unos meses en los que comuniones y bodas –algunas ya aplazadas a viernes o sábados del verano o el otoño– marcaban la agenda del restaurante, el coronavirus a hecho especial daño al sector. «La hostelería fue la primera en cerrar y será la última en abrir», dice Rico. Además, augura que la vuelta a la normalidad no será inmediata y que requerirá de bastante tiempo. «En un bar o en un restaurante no se puede controlar la cantidad de gente que hay dentro o la distancia entre las personas de la misma forma que en una tienda», explica. Así, pide a las autoridades «ayudas e iniciativas» para un sector «clave» en la economía tanto del país como de la provincia.
Un pensamiento similar al de su compañero del sector mantiene Óscar Calle, del complejo hostelero Venta Magullo. Sin establecer plazos sobre cuánto tiempo podrán resistir una situación sin ingresos en la que se mantienen buena parte de sus gastos, Calle afirma que «el aguante es limitado». Al igual que muchos otros bares y restaurantes, cerraron sus puertas antes del decreto de estado de alarma. El primer fin de semana, asegura, «fue muy complicado». Había que organizar todo para la inactividad. «Hay gastos fijos que hemos intentado minimizar al máximo», explica. Entre ellos, un ERTE que afecta a una plantilla de 45 trabajadores fijos que alcanza los 75 empleados en ciertos momentos del año. «De momento lo soportamos, pero estamos pendientes de líneas de financiación», indica.
Su deseo es que para principios de mayo el sector pueda volver a funcionar, aunque es consciente de luego faltarían varias semanas para recuperar la normalidad. «Si no se produce por esas fechas va a ser caótico», prevé Calle, quien confía en una vuelta progresiva a la normalidad para estar al 80% de su actividad en el mes de agosto. «El objetivo es intentar paliar en el segundo semestre del año todas las pérdidas de Semana Santa y la temporada de mayo y junio», indica. Como ejemplo, señala que durante la primera quincena de marzo, en la que todavía no estaba decretado el estado de alarma, perdieron alrededor de 5.000 comidas por culpa del virus.
«Este era un año de crecimiento para nosotros con la puesta en funcionamiento de varios proyectos. Éramos muy optimistas, pero ahora nuestras perspectivas se han reducido. Ahora esperamos un año de transición en el que queremos minimizar las pérdidas», sostiene Calle, quien aprovecha el parón para avanzar en el cambio de carta del restaurante.
La primavera es temporada alta para restaurantes, gracias al incremento del turismo y a la celebración de eventos como bodas y comuniones que suponen una parte importante de los ingresos. Pero no son los únicos negocios de la hostelería a los que la crisis sanitaria están haciendo daño. José Gabriel Cobos es el propietario del bar Bahía, en la Plaza Mayor de Segovia, y de la discoteca Sabbat. «Si esto dura mucho más habrá locales que no puedan volver a abrir», comenta sobre un futuro cargado de incertidumbre. «Estamos todos en la misma situación. La única solución rápida es que encuentren una vacuna», declara.
Así, señala que el año «hay que intentar salvarlo como se pueda». Para los bares, tras años de aumentos continuos del consumo con cada vez más clientes, ha llegado el momento de volver a pasar una época «económicamente muy difícil». Por ello, espera que sus negocios puedan volver a funcionar pronto. «Por lo menos abrir, ya se verá después en qué condiciones y qué tendríamos que hacer», afirma. En la discoteca, llegaba ahora la época de más ingresos con graduaciones, bodas y las fiestas de Segovia. «A partir de ahí ya no hay tanta demanda porque empiezan las fiestas de los pueblos y aquí ya no hay estudiantes», comenta.
Por su parte, José Luis Fraile también espera que las fiestas patronales, en su caso de Cuéllar, sirvan para amortiguar el duro golpe provocado por el coronavirus. «Nosotros no tenemos mucho turismo salvo en contadas épocas como Semana Santa. Nuestros ingresos vienen de los clientes habituales, sobre todo en verano con la terraza y con las fiestas de Cuéllar», explica. Por ello, espera que la vuelta a la normalidad no se demore mucho, aunque es consciente de que parte de la temporada alta ya se ha perdido. Mientras, 'pelea' con la administración para conseguir alguna de las líneas de ayuda o financiación con las que llevar mejor los meses de inactividad. «Son semanas en las que tenemos que seguir pagando luz, agua, gas, las cuotas de autónomo, la licencia para poder poner los partidos de fútbol...», concluye el dueño de la cervecería Alaska.
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