«Los más pequeños saben que hay un virus pero no llegan a entender cómo te puedes poner malo por salir a la calle»
La familia Castellanos Rincón, en San Cristóbal de Segovia, ha pasado el confinamiento con sus cinco miembros en casa. El padre, Fernando; la madre, Gloria; el hijo mayor, Pablo, de 18 años; y los más pequeños, los mellizos Miguel y Sergio, de 13 años. «No lo llevamos mal, pero sí que estamos cansados», afirma Gloria.
Pablo, el hijo mayor, es el que menos problemas tiene para soportar el cierro. Los estudios le ocupan buena parte de las horas de la mañana y el resto del tiempo permanece conectado con sus amistades a través del teléfono o del ordenador. Más compleja es la situación de los mellizos, ambos con retraso psicomotor. «Son los que peor lo llevan», comenta su madre. La primera semana la soportaron sin grandes contratiempos, pero la segunda ya fue más difícil. «No lo entendían y se cogían alguna rabieta que provocaba alguna escapada puntual a la calle», declara Gloria. En su caso, salir con los mellizos está permitido y es algo que realizan cada día desde la tercera semana, siempre con un distintivo azul que hace visible que su salida está autorizada. Aunque se han ido haciendo a la idea de qué ocurre, no son del todo conscientes del motivo que les impide hacer su vida normal. «Saben que hay un virus y que se pueden poner malos, pero no llegan a entender cómo te puedes poner malo por salir a la calle».
Los mellizos pasan las maña jugando juntos, mientras que por las tardes, ya con Fernando en casa, aprovechan para realizar los ejercicios que les mandan los educadores. «Hay algún roce entre ellos, pero es normal», afirma su madre. Las semanas de confinamiento también han influido en su comportamiento, en parte porque se cansan menos. «No tienen ganas de irse a dormir porque realizan menos actividad física durante el día», explica. Así, considera «satisfactorio» que los pequeños puedan salir a la calle a partir del próximo lunes aunque en su caso ya podían. «No es lo mismo dar una vuelta de 15 minutos que poder estar una hora fuera de casa», afirma. No obstante, no oculta su preocupación ante el aumento de gente que habrá en la calle. «Los mellizos querrán jugar con ellos. Es el miedo que me da».
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