Borrar
Familia Barcala López, de Segovia. El Norte
Coronavirus en Segovia: Entre las ganas y la precaución ante el fin del confinamiento

Entre las ganas y la precaución ante el fin del confinamiento

Permiso infantil ·

Las familias segovianas consideran necesario que se permita a los niños salir a la calle ante el cansancio provocado por la cuarentena, pero piden que se haga con cautela

quique yuste

Segovia

Martes, 21 de abril 2020, 07:39

El próximo lunes, miles de niños segovianos volverán a pisar la calle tras seis semanas encerrados en sus casas. Todavía desconocen cómo lo harán y el tiempo que podrán permanecer fuera de casa, pero la posibilidad de salir del único espacio en el que han permanecido durante mes y medio supone una pequeña dosis de ilusión para familias que el pasado 13 de marzo vieron como sus rutinas saltaban por los aires.

Aquel viernes de marzo acudieron por última vez al colegio. Regresaron a sus casas y dejaron toda actividad extraescolar aparcada. Sin entrenamientos de sus equipos deportivos, sin clases particulares o sin salir a la calle simplemente a pasar el rato con los amigos. Empezaban seis semanas de encierro en casa con la única compañía de sus padres y hermanos (en el caso de las familias con más de un hijo). Convivencias de 24 horas al día durante los siete días de la semana que han provocado alguna que otra discusión pero también una mayor unión entre hermanos.

Familia Castellanos Rincón. El Norte

«Los más pequeños saben que hay un virus pero no llegan a entender cómo te puedes poner malo por salir a la calle»

La familia Castellanos Rincón, en San Cristóbal de Segovia, ha pasado el confinamiento con sus cinco miembros en casa. El padre, Fernando; la madre, Gloria; el hijo mayor, Pablo, de 18 años; y los más pequeños, los mellizos Miguel y Sergio, de 13 años. «No lo llevamos mal, pero sí que estamos cansados», afirma Gloria.

Pablo, el hijo mayor, es el que menos problemas tiene para soportar el cierro. Los estudios le ocupan buena parte de las horas de la mañana y el resto del tiempo permanece conectado con sus amistades a través del teléfono o del ordenador. Más compleja es la situación de los mellizos, ambos con retraso psicomotor. «Son los que peor lo llevan», comenta su madre. La primera semana la soportaron sin grandes contratiempos, pero la segunda ya fue más difícil. «No lo entendían y se cogían alguna rabieta que provocaba alguna escapada puntual a la calle», declara Gloria. En su caso, salir con los mellizos está permitido y es algo que realizan cada día desde la tercera semana, siempre con un distintivo azul que hace visible que su salida está autorizada. Aunque se han ido haciendo a la idea de qué ocurre, no son del todo conscientes del motivo que les impide hacer su vida normal. «Saben que hay un virus y que se pueden poner malos, pero no llegan a entender cómo te puedes poner malo por salir a la calle».

Los mellizos pasan las maña jugando juntos, mientras que por las tardes, ya con Fernando en casa, aprovechan para realizar los ejercicios que les mandan los educadores. «Hay algún roce entre ellos, pero es normal», afirma su madre. Las semanas de confinamiento también han influido en su comportamiento, en parte porque se cansan menos. «No tienen ganas de irse a dormir porque realizan menos actividad física durante el día», explica. Así, considera «satisfactorio» que los pequeños puedan salir a la calle a partir del próximo lunes aunque en su caso ya podían. «No es lo mismo dar una vuelta de 15 minutos que poder estar una hora fuera de casa», afirma. No obstante, no oculta su preocupación ante el aumento de gente que habrá en la calle. «Los mellizos querrán jugar con ellos. Es el miedo que me da».

Familia Barcala López. El Norte

«Me están sorprendiendo mucho; tienen una capacidad brutal para adaptarse a situaciones nuevas»

En el caso de la familia Barcala López, los dos hijos, Fermín y Gonzalo, de 11 y 8 años respectivamente, no han pisado la calle durante las seis últimas semanas. Todo un reto para una familia que tiene el deporte como un modo de vida, con el tenis y el fútbol sala como principales ocupaciones una vez salen del colegio. «Hay veces que ni pasan por casa para comer. Se van a entrenar y hasta por la noche no llegan», explica Aurora, su madre.

Encerrados en casa, la primera semana se afrontó sin problemas motivados por la novedad de una situación atípica. Pero poco a poco el paso de los días ha ido haciendo mella, aunque de forma distinta en cada hijo. Fermín, que era algo más disperso en clase, cumple con los horarios para hacer las tareas de clase y trata de mantener la forma jugando como puede al tenis en el pequeño patio de la casa. A Gonzalo, «que siempre ha destacado como estudiante», le está costando algo más hacerse a la nueva rutina. «Tienen una capacidad para adaptarse a cada situación brutal. Me están sorprendiendo mucho, porque incluso se pelean menos que antes», comenta su madre. Han aumentado las muestras de cariño hacia sus padres y matan el tiempo libre entre películas, charlas con los amigos por videollamadas, actividades familiares y una buena alimentación «porque es importante no perder los buenos hábitos de comidas». Y los aplausos de las ocho, una cita ineludible en la que aprovechan para hacer volar sus aviones de papel.

Pese a soportar bien el confinamiento, esperan la llegada del lunes para poder salir a la calle e incluso entrenar al tenis si se les permite. «Me preocupa bastante que sigan sin salir. Es necesario que se oxigenen y que puedan entrenar», declara Aurora, sobre todo en el caso de Fermín, uno de los mejores tenistas de España de su edad.

Familia Zanetti Garrido. El Norte

«Llevo casi un mes y medio sin poder dar un abrazo a mis hijos; ellos son conscientes de lo que pasa»

También llevan seis semanas sin salir a la calle Pelayo (10 años), Jimena (8) y Rodrigo (6), los tres hijos de Antonio Zanetti y Cristina Garrido. En su caso, el patio del que disponen en su casa de Hontanares de Eresma hace que el confinamiento sea más soportable. «Lo están llevando bien, pero se les nota que empiezan a estar cansados», comenta su madre. De hecho, es la propia Cristina la que reconoce que lo está pasando peor. «Llevo casi un mes y medio sin poder dar un abrazo a mis hijos», señala al borde del llanto. Enfermera de profesión, subraya la dureza de una situación que le obliga a nada más llegar a casa quitarse la ropa y darse una ducha para reducir los riesgos de contagio. «Son conscientes de lo que pasa, sobre todo cuando me ven entrar por la puerta», añade.

El principio de la cuarentena fue más llevadero para sus hijos porque pensaban que era cuestión de días. Pero el paso de las semanas empieza a influir en su carácter. Pelayo, el mayor, es también el más introvertido y el que menos muestra sus preocupaciones. Jimena es la que busca más cariño y Rodrigo el que peor lleva estar sin salir. «Aunque hablas con ellos nunca sabes que es lo que pasa por sus cabezas», comenta.

En su caso, las mañanas también las ocupan las actividades del colegio. Las tardes son más relajadas, con tiempo para estar en el patio, leer, jugar a videojuegos, disfrutar en familia de juegos de mesa o realizar alguna videollamada con los amigos. A partir del lunes, podrán otra vez salir a la calle. «Soy un poco reticente, aunque entiendo a la gente que está en pisos más pequeños. Mis hijos van a salir pero lo harán con precauciones y sin ir a sitios donde haya más gente».

Familia Díez Marcos. El Norte

«Tienen el temor de que alguien cercano coja el coronavirus; nosotros tratamos de transmitirles confianza»

El confinamiento es visto por la familia Díez Marcos como una oportunidad, tanto para pasar un tiempo juntos que en condiciones normales sería más reducido como para aprender cosas nuevas. Lucas (12 años), Maixa (10 años) y Matías (6) tampoco han pisado la calle desde mediados de marzo. «Ni para tirar la basura», asegura su madre Elia. Por el momento, indica que lo llevan bien. «Están tranquilos. Echan de menos el contacto con los amigos más que el poder salir», comenta. «Perfectamente conscientes» de qué ocurre, también tienen sus propios miedos. «Tienen el temor de que alguien cercano lo coja. Nosotros tratamos de transmitirles confianza».

Comenta que por lo general son tres niños tranquilos que por las mañanas se dedican a realizar las tareas del colegio. «El pequeño dice que tiene 18 recreos al día», comenta entre risas su madre. Por la tarde, salvo el día que toca clase de inglés a través de Skype, disponen de tiempo para jugar. «Comparten mucho entre ellos, aunque ahora tienen más libertad para estar con el móvil o con el ordenador». No obstante, también hay tiempo para probar nuevas actividades, como el fútbol en el pasillo cuando su padre Alberto termina de trabajar, el saltar a la comba, el dar sus primeros pinitos en la repostería o cuidar su semillero de tomates, sus hoteles de insectos o los bebederos de mariposas. Aunque nada como salir a comer a la terraza, «que se ha convertido en nuestro mejor plan». Pese a que lo llevan bien, el lunes saldrán a la calle. «Lo haremos con prudencia y con todas las medidas de seguridad. Ellos mismos tienen sentido común y nos piden que el lunes salgamos con cuidado».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Entre las ganas y la precaución ante el fin del confinamiento