Así fue 2023
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Así fue 2023
Dos tragedias marcan el año en la provinciaA finales de marzo, la tragedia sacudió las vidas de los vecinos de la pequeña localidad de Carbonero de Ahusín. La muerte de Miguel Llorente, un adolescente de dieciséis años, y de su madre, Natividad Herrero, de cincuenta y ocho, con apenas veinticuatro horas de ... diferencia, a causa de un fumigante que días antes había sido utilizado en el almacén de grano de la familia, extendió el dolor y la incredulidad por toda la provincia de Segovia. Además, el padre, Nicolás Llorente, agricultor de profesión, estuvo varios días en estado grave, pero pudo salvar la vida.
El almacén de cereal anexo a la vivienda de la familia había sido fumigado con fosfuro de aluminio la semana anterior. Una unidad de Desactivación de Explosivos y Defensa NRBQ (Nuclear, Radiológica, Biológica y Química) estuvo en la vivienda para recoger muestras biológicas que después fueron analizadas. La Guardia Civil precintó la casa familiar y el almacén ante el riesgo biológico presente en las edificaciones. Conforme pasaron las horas, quedó patente que la sustancia química vertida en la nave pudo filtrarse a la vivienda y causar la intoxicación letal.
El despliegue de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado era evidente en una pequeña localidad que apenas llega a los cien habitantes. Muchas de sus casas son segundas residencias y en ella «nunca pasa nada, y mucho menos cosas así», lamentaron varios habitantes. Esto despertó inseguridad y preocupación entre los vecinos, que continuamente se acercaron al lugar del operativo en un intento de encontrar una respuesta concreta a sus dudas.
Muchas personas se enteraron del infortunio por la presencia de hasta una veintena de agentes de la Guardia Civil en las calles. Aunque las banderas no ondearon a media asta y el sol brilló en un cálido día de marzo, el sentimiento de pena compartida estuvo muchos días presente en cada plaza, portal y descansillo de la población.
El grupo especializado hizo uso de dos robots que accedieron a ambos edificios para detectar cualquier atisbo de sustancia de carácter tóxico. Otros agentes midieron con dispositivos las concentraciones de químicos que salían por los canalones. En este procedimiento, se observó que las puertas del almacén compartían lugar con un cartel de aviso que prohibía la entrada al haber fumigado el trigo amontonado en sus dependencias con fosfuro de aluminio.
Los agricultores emplean este compuesto habitualmente como insecticida para matar los gorgojos de los granos de cereal. Suele dispensarse en pastillas que liberan gas fosfina cuando se exponen a la humedad. Es un producto clasificado como «extremadamente tóxico» por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que cifra la dosis letal en un miligramo por kilo de peso humano.
El tratamiento es realizado por una empresa experta en fumigaciones o antiplagas y requiere un periodo de cuarentena en el que la nave se mantiene precintada. Según fuentes del operativo, el tiempo de espera en la de Carbonero de Ahusín concluía dos días después de las muertes.
Los testimonios de conocedores del trabajo agrícola no daban crédito a lo ocurrido. «Es un proceso que Nico realizaba todos los años y nunca había pasado nada». Nicolás Llorente era un agricultor y ganadero reconocido en toda la comarca por su dilatada trayectoria y experiencia. La tragedia cobró magnitud cuando trascendió que el muchacho, que estudiaba en el colegio Claret de la capital segoviana, había muerto en los brazos de su propio padre. Los cuerpos recibieron sepultura en el cementerio de Carbonero de Ahusín.
Una madre de nacionalidad marroquí, de treinta y seis años, y sus tres niños –uno de cinco y dos de un año– perdieron la vida el 23 de octubre en la carretera entre Segovia y Riaza tras la colisión del coche en el que viajaban con un camión. En palabras del jefe provincial de Tráfico, Pedro J. Pastor, fue uno de los accidentes de tráfico más dramáticos que ha visto en toda su trayectoria profesional.
Mouna y sus hijos Zaid, Reda y Riad, una familia marroquí plenamente integrada en Riaza, donde residía , volvían de Segovia y se estrellaron contra un camión en el kilómetro 160 de la N-110, en el término municipal de Aldealengua de Pedraza. Riaza entera lloró la muerte de sus vecinos y arropó al padre, Ibrahim, en tan dolorosos momentos. «No ha muerto cualquier cosa, ha destrozado a una familia entera», decías los vecinos.
El Ayuntamiento de Riaza convocó al día siguiente una concentración silenciosa que llenó la Plaza Mayor, pero no decretó los días de luto oficial en respeto a la decisión de la familia, aunque sí hubo crespones en la fachada municipal y las campanas tañeron tristemente varios días.
Los amigos de Mouna la recordarán como una madre dedicada al cuidado de sus hijos, fiel a la tradición musulmana. Los restos de los fallecidos fueron trasladados días después a Tánger, donde descansan para siempre.
El año 2023 llega a su fin con un trágico balance en las carreteras segovianas. El fallecimiento de un hombre de treinta y tres años la madrugada del pasado 20 de diciembre, a consecuencia de un accidente ocurrido en la autovía A-601 entre Segovia y Valladolid, eleva a doce las víctimas mortales en la provincia a lo largo de 2023, dos menos que las registradas durante todo 2022, que concluyó con catorce muertes. El pasado fue uno de los años más dramáticos de los que tiene constancia la Jefatura Provincial de Tráfico.
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