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l 18 de junio, una tromba de agua y pedrisco inundó calles y bajos en la localidad segoviana de Ayllón, que quedó incomunicada durante varias horas. La tormenta duró poco más de sesenta minutos, tiempo suficiente para que el granizo hiciera estragos y sembrara el « ... caos» en un domingo negro para los aylloneses. «Nadie recuerda algo así», apuntaban tres mayores, abatidos por la desolación en que se vio sumida la histórica villa.
La tormenta descargó con una inusitada fuerza y la lluvia desbordó el cauce del río Aguisejo antes de que el caudal penetrara en la canalización. El agua del río se extendió hacia la dehesa y descendió como un torrente arrastrando piedras y tierra que dejaban tras de sí un rastro de lodo y algunos desprendimientos. Fue necesario cortar la carretera de acceso a Ayllón, que quedó incomunicada.
Hasta el lugar se desplazaron dotaciones del parque de Bomberos de Segovia y de la vecina Sepúlveda. Una vez que escampó, los equipos de Protección Civil y muchos grupos de vecinos trataron de achicar agua de las calles, establecimientos y bajos de viviendas. También aceleraron el drenaje del alcantarillado, que no daba abasto. Con varias vías urbanas inundadas, entre ellas la del centro médico, el pueblo perdió además el suministro eléctrico y quedó sin luz. El apagón dificultó los esfuerzos por subsanar y paliar los mayores problemas.
«Estamos desbordados», repetía atribulada Rosa Martín, que había tomado posesión como nueva alcaldesa la jornada anterior. Los daños materiales fueron cuantiosos.
Algo más de dos meses después, a primeros de septiembre, el paso de la DANA sembró el caos y la destrucción en el municipio de El Espinar. Casi un mes después, el alcalde espinariego, Javier Figueredo, elevaba a 6,2 millones de euros los daños ocasionados por la naturaleza. La madrugada del 4 de septiembre, una tormenta descargó casi 90 litros por metro cuadrado en apenas cuatro horas, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Las intensas precipitaciones ocasionaron el desbordamiento del arroyo del Boquerón, que en verano permanece totalmente seco, y el reventón de numerosas tuberías de la red de saneamiento. Estos incidentes anegaron centenares de viviendas y numerosos inmuebles municipales y ocasionaron profundos socavones en varias calles.
Los hundimientos siguen siendo, a día de hoy, una de las principales preocupaciones entre los residentes de El Espinar. Al principio, solo se conocieron dos amplios socavones en las calles Yecla y Arroyo Merlero. La gran tubería destinada a la canalización subterránea del arroyo no aguantó lo suficiente y el agua buscó su salida por arriba, fuera del asfalto. Con el paso del tiempo, se descubrieron más agujeros de grandes dimensiones.
Las lluvias descargaron tantos litros que los colectores, conductos y arquetas colapsaron. Había tanta presión que el agua se abrió su propio cauce, fuera de las tuberías, aunque muchas de estas también quedaron taponadas por los escombros arrastrados.
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