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Asistentes al multitudinario concierto de Fangoria el día de San Antolín de 2019 en El Salón. Marta Moras
La celebración será diferente, pero será
San Antolín 2021

La celebración será diferente, pero será

Palencia aún no ha recuperado todos los rincones que antaño reunían multitudes

Viernes, 27 de agosto 2021, 16:16

No serán los de 2021 los sanantolines que uno podría desear. No serán de esos que vuelvan a hacer que los palentinos vibren como en 2019 en las Huertas del Obispo con Despistaos o con Fangoria en el parque del Salón, allí donde unos hermanos, de apellido Quijano, entonaron sus temazos por última vez. Quién podía habérselo imaginado cuando cantaron aquello de «nada de 'na', ni mucho ni poco; te quedas mirando la vida pasar».

La dichosa anormalidad de la covid-19 ha arrebatado pasiones hechas canciones, abrazos, cánticos y devaneos de los cuerpos unidos como los de antes. De haber sabido que a Palencia le iba a faltar esa magia, hasta el más despegado le habría dicho a Maluma que sí, que «'vamo' a 'se feli', 'vamo' a 'se feli', 'felice' los cuatro», o los que se tercien, sobre el césped del campo de fútbol de La Balastera.

Pero la fiesta no se detiene, solo se afronta de manera diferente. Sentados y a distancia; no hagan caso a Sergio Dalma cuando pida hacerlo pegados, que los corazones pueden sentirse a ese metro y medio al que ya nos hemos acostumbrado todos. Que la pasión así también existe, y el que dude, que piense en el piano de Pablo López, en las 88 teclas que acaricia como haríamos entre nosotros de poder vivirlo como antes, o en la tapa que golpea con el puño cerrado en un instante. Pronto llegará el día de cerrar los ojos y gritar que sí, que tiene toda la razón, que [de la covid] «no queda nada más que tu fantasma». Hasta entonces, a Morat se le chillará sentado, en la plaza de toros, con un aforo reducido que recordará a lo que pasó en 2020 con Miss Caffeina, entre otros.

las Huertas del Obispo o el parque del Salón guardan los ecos de tiempos pretéritos, y se mantienen en barbecho para cuando se pueda volver a vibrar a la manera de antes

Esos rincones que de algún modo quedan por recuperar, como las Huertas del Obispo o el parque del Salón, guardan los ecos de tiempos pretéritos, se mantienen en barbecho para cuando se pueda volver a vibrar a la manera de antes. Mientras, lo saben mis zapatos, la fortuna (la mía) será mirarse sonriendo tras la mascarilla al oír 'Galilea' o enviar un 'guasap' al ligue adolescente de turno pensando que ojalá los besos en guerra con acento colombiano fueran aquí y ahora.

Sin algarabía peñista

Las medidas especiales de contención de la pandemia han limitado las celebraciones por las calles vestidos de los colores identificativos de las peñas. La reducción de su margen de maniobra hará también que los sanantolines no sean como los de antes y que la melancolía embargue por igual a los del pañuelo al cuello y a los de los apodos en el dorso de las camisetas (cuando no coincidan ambos).

Sin bailes, DJs ni brebajes callejeros hasta que entre la madrugada, da la sensación una vez más que los sanantolines no son los sanantolines. Las actividades diurnas han ganado peso, primando el aire libre, el mismo que se respira, no obstante, en el recinto ferial, al que han vuelto las barracas, o de tapas, en la ruta Tapalencia San Antolín. Recuerdos traídos a las fiestas con el ansia de retomar la normalidad.

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