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La calma tensa que registraba Villamuriel tras el primer caso de coronavirus en la provincia, se vio trasladada ayer a la capital según iban avanzando las horas. Aunque cabe recalcar que la Calle Mayor y la Plaza Mayor ofrecían una estampa casi similar a la ... habitual un sábado por la mañana con gente durante las primeras horas de la mañana, aunque en menor cantidad y con algunos bares ya cerrados.
Locales de franquicias importantes como Zara o Stradivarius, que habitualmente cuentan con un trasiego importante de personas los sábados por la mañana, amanecían ayer con la persiana cerrada. Caras serias entre la mayoría de los palentinos que ayer salían a la calle pese a las recomendaciones de no hacerlo.
Otros tantos, aprovechaban para tomarse una caña en una terraza –quizás la última en un largo tiempo–, aprovechando las buenas temperaturas y el sol radiante que se registraron durante la mañana de ayer, desoyendo las recomendaciones del Gobierno de permanecer en casa. Luis Rebollo, propietario de uno de los bares más emblemáticos de la capital, el bar Alaska, explicaba que «mucha gente se lo ha tomado como si fuesen unas vacaciones y están aprovechando para ir al monte». Rebollo abrió su local durante toda la jornada de ayer, antes de que entrase en vigor el estado de alarma decretado por el Gobierno central a última hora del día, «hasta que no entre en vigor no cerraré. Tenemos muchas facturas que pagar y esta situación nos está perjudicando porque el volumen de gente es menor», indicó Rebollo, afirmando que «sería mejor que hubiese menos gente por la calle», concluyó.
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Sin embargo, otros empresarios de la hostelería decidieron cerrar sus locales un día antes. Si el viernes echaron la persiana bares de copas tan icónicos como el Universonoro, el Wall Street o incluso la discoteca Chapó, ayer tomaron la misma determinación desde el Y un cuerno, el Antro e infinidad de locales más.
La palabra responsabilidad es la que más repiten los hosteleros a la hora de señalar las razones por las que han decidido hacer un paréntesis. Uno de los que decidió cerrar el viernes hasta nueva orden es Ramón Negueruela, propietario de cuatro bares en el Seminario y uno en la calle Rizarzuela, que no esconde que esta decisión es un desastre para su economía. «Puede ser la ruina. Cada fin de semana que dejas de facturar hay que seguir pagando alquiler, el agua, la luz y muchos gastos más. Mis locales no dejan de ser alto riesgo porque en ellos se concentra mucha gente cada fin de semana y no sabemos cuando vamos a poder abrir», reconocía ayer este conocido empresario de la hosteleria.
La imágen de los locales comerciales cerrados en la Calle Mayor contrastaba ayer con la de los supermercados que registraban largas colas desde primeras horas de la mañana, con los clientes separados por un metro antes de entrar al supermercado. Lo mismo ocurría en los puestos de la Plaza de Abastos, en el centro de la ciudad, donde los palentinos comenzaban a darse cita desde las 7:30 horas de la mañana, minutos antes de la apertura de los comercios. «La gente está comprando compulsivamente, casi sin saber ni lo que se llevan. No se dan cuenta que el martes volvemos a tener el producto, como ocurre habitualmente», afirmó el carnicero Jorge de Guevara, que ayer cerró su puesto mucho más tarde de lo que lo hace habitualmente. «Hemos vendido más carne hoy que durante las navidades en cuanto a cantidad».
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A media mañana, los clientes seguían buscando alimentos, aunque apenas quedaban productos como el pescado. «Hemos vendido todo el género, excepto lo que tenemos congelado», explicó. Pese a esas colas exageradas, Rosario mandó un mensaje de calma y tranquilidad a todos los clientes. «El martes vamos a abrir y se va a reponer todo, no tienen de que preocuparse. Además les estamos diciendo a nuestros clientes que no se lleven ahora muchos alimentos, si todos nos llevamos muchos productos claro que se va a acabar todo, pero por culpa de la exageración», explicó la comerciante, señalando que hay que acabar con la «psicósis de pensar en que se van a acabar todos los alimentos», concluyó.
«Se han llevado hasta lo que había en la vitrina de conservas», afirmó sin exagerar el pescadero Gonzalo Higuera, que desde primera hora de la mañana atendió a largas colas de clientes dispuestos a hacerse con algún pescado, marisco o congelado. La comparación entre la época más fuerte de ventas (Navidad) y el momento actual, está ahora en la boca de todos los comerciantes. «En Navidad la mayoría son pedidos y trabajamos durante toda la noche. Hoy ha habido un momento en el que estaban esperando cerca de 40 personas», aseguró el pescadero. «Las personas que habitualmente compran un kilo de algo, hoy se ha llevado dos. No entiendo lo que está pasando porque vamos a tener de todo: carne, fruta y pescado. Los barcos están funcionando con normalidad y están saliendo a pescar», apostilló.
Teresa Robles, propietaria de Avícola Rodríguez no daba crédito a lo que está ocurriendo. El mostrador de su puesto se encontraba completamente vacío. «Llevamos con compras compulsivas durante toda la semana. Hoy –por ayer– hemos tenido largas colas, pero lo principal es señalar a nuestros clientes que no se preocupen, que si hoy no hay nada, el próximo martes lo habrá».
Los comerciantes confían en que la histeria de estos días, poco a poco de paso a la tranquilidad y que la en pocos días vuelva la normalidad a todos los hogares palentinos.
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