«Las Cortes de Castilla y León y los medios de comunicación no podemos obviar que somos, y seguimos siendo, instituciones al servicio de todos los castellanos y leoneses»
Las Cortes de Castilla y León son herederas del hito histórico que lo cambió todo, muy pronto, en el siglo XII. Cambió la forma en la que el poder se relacionaba con el pueblo, cuando el rey de León, Alfonso IX, en el año 1188, convocó por primera vez a Cortes a representantes del pueblo. Junto con la nobleza y el clero, aquellos hombres representaban una idea nueva, que terminó convirtiéndose con el paso de los siglos en necesidad: toda decisión que pasará por las manos del monarca debiera tener, de alguna forma, el visto bueno de la población sobre la que reinaba.
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Ese acontecimiento ha pasado a la historia como el germen de lo que hoy es el parlamentarismo moderno. Por varios factores pero, sobre ellos, por uno en concreto: existía por aquel entonces un medio de comunicación que ha permanecido impasible al paso del tiempo. El Camino de Santiago fue durante toda la época medieval una auténtica ruta del saber y del conocimiento. Los peregrinos que partían de Europa dejaban aquí, a lo largo del Camino, el saber que traían consigo desde fuera. Pero, de la misma forma, aquel acontecimiento que se fraguó bajo el reinado de Alfonso IX se exportó también a través de nuestra ruta de peregrinaje por antonomasia.
Las Cortes de León enseguida tuvieron repercusión en la vecina Castilla, pero también en Navarra, en Aragón, en territorio francés… La presencia del pueblo en el principal órgano de decisión de las monarquías medievales era ya un hecho imparable y sirvió también para incrustar los derechos sociales. Los Decreta de León marcaron el camino del reconocimiento del valor de los ciudadanos, más allá de ser contemplados como meros súbditos.
El tiempo ha pasado desde entonces, pero la esencia de las primeras Cortes de León sigue viva. Con el avance de la Historia, un nuevo elemento se ha sumado en ese vínculo que es ya irrompible entre poder y pueblo. Los medios de comunicación son ahora parte esencial para unir a quienes forman parte activa de la realidad política de este país, los votantes, con los poderes institucionales que recaen sus legítimos representantes. Quizá las Cortes de Cádiz que alumbraron la Constitución de 1812 son uno de los puntos de la Historia en la que más claro se ha visto el papel fundamental de la prensa como puente entre política y pueblo.
El 10 de noviembre de 1810, esas mismas Cortes de Cádiz, a través de un decreto, aprobaron la libertad de imprenta, y con él una ola de nuevas publicaciones y, quizá, un cambio en el concepto de hacer prensa, más analítica, crítica, satírica, mordaz…La prensa pasa a ocupar un papel fundamental en la realidad política y en la generación de lo que llamamos opinión pública. Años, después, surge uno de los periódicos con más solera del panorama nacional actual. El Norte de Castilla, que cumple 165 años de vida, ha permanecido ahí desde entonces como testigo directo de una realidad convulsa, cambiante, dinámica y, por qué no decirlo, apasionante, como lo ha sido nuestra propia historia, hasta ser hoy lo que somos como comunidad autónoma.
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Diferentes reyes y gobernantes, diferentes modelos de Estado, una espantosa guerra civil, una dictadura como la etapa más oscura de nuestro pasado reciente, la luz que trajo consigo la transición y el reto permanente que ahora todos tenemos para encarar con garantías nuestro propio futuro son algunos pasajes de esa historia. Todas estas etapas han tenido como denominador común la presencia de un medio de comunicación imprescindible, como tantos otros, para tratar de comprender lo que hoy somos como conjunto.
La historia de este Parlamento, el de Castilla y León, es reciente y, puesta en perspectiva, es una historia joven, pero a la vez ya adulta. Cuando se constituyó, con la primera presidencia de Dionisio Llamazares, en 1983, El Norte de Castilla, el periódico decano, ya contaba con más de un siglo de vida. En aquella democracia en construcción, este medio de comunicación ha pasado por ser un clásico a la hora de contar a nuestros conciudadanos cómo se articula la vida política, la vida política plena que es la que se desarrolla, debate tras debate, pleno tras pleno, en las entrañas de esta casa que ahora presido.
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No se puede ya disociar una realidad de otra. Los políticos de la Cámara, como representantes legítimos de la voluntad libre del pueblo, nos debemos a ellos, a nuestros conciudadanos. Si en aquellas primeras Cortes, las de León, fue el Camino de Santiago el principal vehículo de comunicación de las decisiones, hoy son los medios de comunicación la vía por donde ha de discurrir buena parte de la relación entre pueblo y poder político. El Norte de Castilla, entre otros tantos, es hoy figura fundamental en el correcto funcionamiento de la actividad democrática y representativa. Con muchos retos por delante, no podemos separar, como digo, todas esas realidades.
Las Cortes de Castilla y León y los medios de comunicación no podemos obviar que somos, y seguimos siendo, instituciones al servicio de todos los castellanos y leoneses. El Norte de Castilla lo ha hecho durante 165 años; el Parlamento autonómico, desde los últimos 36. Nos queda, juntos, pero cada uno desde el lugar que le corresponde, un largo camino para continuar ejerciendo ese papel que esta Comunidad Autónoma sigue esperando de nosotros.
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