Mis series del confinamiento: 'Historias del bucle', la ciencia ficción realista

Una fotografía que transmite una total frialdad contrasta con la calidez de la cotidianidad de sus historias

M. E. García

Valladolid

Miércoles, 22 de abril 2020, 22:08

Lo que más llama la atención de 'Historias del bucle' (Tales from the Loop) es su origen. La serie se basa en una novela ilustrada del sueco Simon Stålenhag. El artista mezcla como nadie en sus dibujos el mundo rural, con robots de aire ... retro y niños. Un estilo inconfundible que le ha valido el halago de propios y extraños y la viralidad en redes sociales.

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La novela en la que se basa la serie se sitúa en un pequeño pueblo de Suecia, en 1954, donde el gobierno ha decidido construir un acelerador de partículas. En la adaptación de Amazon la acción se traslada a una pequeña localidad del Medio Oeste de EEUU sin determinar, aunque la época sí coincide con el original.

a primera temporada consta de ocho capítulos de unos cincuenta minutos cada uno. Por su planteamiento puede recordar a 'Black Mirror' si bien esta se preocupa mucho en juzgar la tecnología mientras que 'Historias del bucle' narra, de manera episódica distintos aspectos relacionados con la ciencia ficción: viajes en el tiempo, mundos pararelos, antigravedad... sin entrar demasiado en el trasfondo moral general que tiene 'jugar' con el origen del Universo. Simplemente son historias extraordinarias en un lugar que sería hasta aburrido, vulgar e inhóspito si no exisitiera 'El bucle', que es como llaman los lugareños al lugar de donde surgen todas esas extrañas historias.

Una de las ilustraciones de Stålenhag que calca la serie.

En lo que sí indaga 'Historias del bucle' es en el conflictos emocionales y éticos de cada personaje. También en lo que supone la soledad y la pérdida. En una nostalgia del pasado muy diferente a la que vende, por ejemplo, 'Stranger Things'. Su forma de narrar recuerda más a la de un cuento clásico que a una serie del siglo XXI. Ritmo pausado, silencios, muchos silencios y una estética ciberpunk retro en la más salvaje de las naturalezas sin un atisbo de violencia.

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Para meterse de lleno en los sentimientos y pensamientos de cada personaje la serie goza de una fotografía muy cuidada (Jeff Cronenweth, habitual del director de cine David Fincher) y unos escenarios que recrean con gran nivel de detalle las ilustraciones en las que se basa. Además, la banda sonora de Philip Glass contribuye al clima melancólico, frío y extremadamente realista de 'Historias del bucle'.

Cada episodio es casi autoconclusivo y cada uno de ellos se encuentra interconectado por algún personaje con el resto de historias de la temporada, un aspecto que dota al conjunto de un gran atractivo para el espectador y de coherencia narrativa como serie. Aquí la ciencia ficción es algo cotidiano, algo con lo que los personajes conviven a diario. Así lo más extraordario se convierte en ordinario. Ya lo deja claro el artista en su biografái de Faceboo: «Pinta a gente normal en lugares extraños». En un mundo pasado que no existe, una distopía: La novela de Stålenhag se sitúa en unos años ochenta en el que se disfruta de algunos avances tecnológicos derivados de la construcción de este acelerador de partículas.

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'Historias del bucle' peca, en algunos momentos, de regodearse en el drama. Esto es la consecuencia de darle más importancia a las historias que a la propia ciencia ficción, que tan solo es una circunstancia. 'Historias del bucle' supone un respiro en medio de tanta ciencia ficción estridente plagada de sagas intermirables, acción frenética, tramas estiradas hasta lo imposible para no dejar de ordeñar la vaca. Una mirada futurista del pasado que choca en 2020. Avanza el siglo XXI pero seguimos sin coches voladores.

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