La compañía Chris-Iris ofrece en la Cúpula del Milenio su espectáculo 'Gap of 42'. A. Mingueza

El circo rompe las costuras de la carpa en el Teatro de Calle

Artes de inspiración circense con formas renovadas proliferan en esta edición del Festival de Teatro de Calle de Valladolid

Jueves, 8 de julio 2021, 21:41

Lo circense ha sido siempre un ingrediente inseparable del teatro de calle y en esta edición del TAC eso es especialmente visible. Payasos que se emancipan del resto del show y se convierten en protagonistas únicos y estelares, o acróbatas que se deslizan hacia ... la danza y el trabajo corporal son algunas de las propuestas que pudieron verse ayer en las calles del festival vallisoletano.

Publicidad

En todos los casos, los artistas rompen las costuras de la carpa, incluso cuando es evocada, como en el caso de la compañía catalana La Baldufa, con su 'Bye, bye Confetti'. Ayer montaron una mini carpa abierta en la Plaza de la Universidad en la que compusieron un espectáculo hilarante que llevaba a su máxima expresión el cliché del payaso triste. En esta obra, de hecho, todo gira en torno a la muerte. El estilo de la compañía catalana tiene resonancias clásicas, es muy gestual y muy físico -apenas recurre a la palabra- y no duda en jugar con la repetición y hasta con la provocación sensorial. Como cuando los actores descubren que es posible reanimar a un muerto con el olor a pies de un zapato usado, para luego descubrir que, además, semejante olor puede esnifarse y funcionar como estupefaciente y estimulante.

En El Poniente, 'El Gran Dimitri' ofreció a los asistentes una puesta al día payasesca a través de una figura patética, y hasta mezquina, un aspirante a estrella que sueña por encima de sus posibilidades y que, por ello mismo, resulta profundamente cómico. Con una propuesta muy interactiva en su relación con el público, el andaluz Antonio Jesús Gómez construye una poética en torno a un presuntuoso gruñón que culpa a todo el mundo de sus fracasos. «Si tu no hubieras roto el trampolín», le recrimina a un miembro del público al que ha liado como ayuda de cámara, «habría salido por los aires, me habría desnudado y vestido de nuevo y hubiera caído en este cesto con serpientes. Pero por su culpa os lo habéis perdido», explica a un público muerto de risa.

El humor de El Gran Dimitri se apoya indudablemente en elementos gestuales, y ciertos guiños emocionales, pero tiene como base la palabra. Incluso la palabrería, podríamos decir, pues nuestro inflamado antihéroe, obsesionado con el triunfo, es, sobre todo, un gran charlatán en busca de adoración. «Esto no es Netflix. Yo siento y padezco», se queja al no recibir el triunfal requerimiento que su ego, y el espectáculo, reclaman. Pero, por supuesto, es un ardid y el espectáculo encuentra enseguida la temperatura necesaria sin que quepa nunca confundir su humor con el de un monologuista.

Publicidad

Ver fotos

Imagen. Primera jorada del Festiva de Teatro de Calle de Valladolid. Fotos: A. Mingueza, R. Jiménez, S. Borja y C. espeso

Otras dos propuestas, la de la Compañía de circo 'eia' y la de 'Chris-Iris', recurren a otra figura clave de lo circense: el acróbata. En 'Gap of 42' se fusionan las acrobacias y el humor en torno a una reflexión sobre el cuerpo humano y sus diferencias, mientras que en 'Espera', la compañía 'eia' busca deslizar lo acrobático hacia la danza y una cierta lírica de los cuerpos. En el entorno de la Colegiata de la Catedral despliegan un trabajo que juega con la implicación de los espectadores como artífices de la banda sonora del espectáculo a través de unos cencerros previamente repartidos en el público.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad