Una escena de 'Las locuras del veraneo'. Vanessa Rabade

Olmedo Clásico parodia el postureo y la apariencia

Eduardo Vasco adapta para la noche del sábado 'Las locuras por el veraneo' de Carlo Goldoni

Samuel Regueira

Valladolid

Sábado, 27 de julio 2024, 09:57

Cercano ya el final de la 18 edición del Festival de Teatro Clásico de Olmedo, siguen las apuestas por la comedia en las propuestas escénicas del certamen. Pero si ayer Daniel Alonso de Santos obsequió al público asistente con la farsa a costa de Romeo ... y Julieta en 'Los bandos de Verona', este sábado es el turno de un humor más costumbrista, cotidiano y que no ahorra dardos en críticas a los vicios de la sociedad. Eduardo Vasco es el encargado de adaptar y dirigir 'Las locuras por el veraneo', penúltima representación de este certamen.

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«Se trata de una primera obra de una trilogía que aborda los vicios de la sociedad y todo aquello que tiene que ver con la ostentación, la apariencia, el descontrol de vida que aparece cuando se finge en lugar de vivir auténticamente», desgrana Vasco. «Es como una primera aproximación al concepto contemporáneo del 'postureo', si bien este caso no es algo extremo».

La obra habla de las aspiraciones de dos familias que ansían veranear en las villas de la Toscana, con toda la opulencia que puedan permitirse aparentar. Entre ellas surgen las competencias, pero también los amores, los enredos y los personajes secundarios estrambóticos, orientados a propiciar la carcajada.

De cara a la adaptación, Vasco considera que «ha tenido que dirigirse al público que viene ahora, situar el texto en el punto de vista del espectador contemporáneo». En ese sentido, si la obra de Goldoni emerge en un momento de máximo apogeo de establecimiento de la burguesía, no escapa ahora al dramaturgo que el momento y el sistema social son diferentes: «En aquel momento el texto se dirigía a un espectador burgués de clase media, al que se le insistía a través de esta historia en que hay que tratar de que en las familias reine el sentido común».

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Ensoñación

Hoy, la obra se traslada al siglo XX y, con ella, a un acercamiento a la comedia italiana costumbrista, aderezada con canciones originales «que funcionan como interludios que dan un poco de aire y permiten respirar a la función, marcando pasos de tiempo y subrayando aspectos emocionales». Con todo, hay elementos innegociables que se mantienen: el lugar de destino, la alegría contagiosa típica de los personajes de estas comedias, la ensoñación del amor y, sobre todo, el tono: «No hemos querido renunciar a esa voluntad de cambiar al mundo no de manera violenta sino suave; algo que caracteriza a Goldoni; convencido de que la gente cambiaba más cuando se la susurraba que cuando se la gritaba».

Su reflexión sobre las apariencias apela, de manera ineludible, a las redes sociales: «Algo pasa en este mundo con la aparición de estas plataformas y una realidad que no es tal, que no es un mundo donde podamos permanecer toda la vida», elucubra. «A veces no estamos contentos con lo que somos, queremos ser algo con respecto a la sociedad, que parece que lo hemos conseguido sin esfuerzo, y aparentar una posición social». La denuncia de la apariencia se hace, paradójicamente, a través del artificio del teatro: «Es lo bueno de las contradicciones», zanja Vasco; «que puedes jugar con ellas».

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