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«Sin Seminci, probablemente esta película no habría existido», resume Pedro Martín-Calero. El director vallisoletano se refiere a su ópera prima, 'El llanto', con la que ya ha triunfado en San Sebastián, donde consiguió el premio a la mejor dirección. Con esas llega a ... Valladolid, su ciudad, y al festival que le vio crecer de forma literal y también profesional. «Con trece años ya era espectador y estar ahora como director es increíble. Durante mis años de formación había muchas películas que solo podías ver en pantalla grande si venías aquí. Para mí, la Seminci ha sido una escuela».
Todo ese recorrido culminará este viernes, con el estreno de su primer largometraje. «No me ha dado tiempo a asimilar todo. Ahora estoy todavía en la rueda de ir con la película de un sitio a otro y no he tenido tiempo de pensar guau, pues ahora hay que superarse en la siguiente. Simplemente estoy disfrutando», asegura.
Él dirige, y protagonizan Ester Expósito, Mathilde Ollivier y Malena Villa. La historia gira en torno a sus personajes, a los que acecha una presencia que no puede verse a simple vista. No todo es tan fácil, ya que la cinta busca ir más allá. «La película es para los gurús, los que no saben que les gusta este cine y se mueve entre el terror de los personajes y el género de autor. Pero también quiere romper las expectativas. A Isabel Peña (con quien escribe el guión) y a mí nos gusta hablar de cosas que nos duelen de la sociedad y nos parecía interesante tratar este tema desde una perspectiva compartida entre un hombre y una mujer».
Todo se narra en una estructura no lineal, donde primero se rodó en Madrid y después en Argentina. Primero, hay una parte actual para después retroceder veinte años en el tiempo. Una estructura, además, intencional. «Había una voluntad de hacer un cine que explorara zonas que el género no toca, como es ese relato no lineal, algo que no suele pasar en el cine de terror, donde a veces el espectador ya intuye dónde la película le quiere llevar», explica el director, quien añade que es esa narración no cronológica la que también permite integrar su mensaje.
Con este primer largometraje, la experiencia para Martín-Calero ha sido nueva, diferente al menos. «Había rodado mucha publicidad y videoclips antes. Es verdad que el estilo visual se lleva un poco de forma natural, entonces intenté continuar con ese aprendizaje y ponerlo aquí. La verdad que me he sentido muy cómodo. Y también con ellas, han sido muy generosas, tienen un instinto de raza y el proceso ha sido muy colaborativo». Y el sentimiento, claro, es mutuo. «Pedro es un director con mucho talento y ha sido genial trabajar con él. Tiene una visión muy potente y nunca había tenido la oportunidad de entrar tan a fondo en las emociones», asegura Mathilde Ollivier.
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Y sobre el premio en San Sebastián, el dierctor apunta a que sirve para poner la película en un «estatus diferente». «Que eso afecte a que vaya el espectador, depende. Ayuda a que tenga más visibilidad y llegue más, pero de ahí a que ocurra es otra cosa diferente. Uno nunca sabe cómo funciona la mente del espectador, por eso hay proyectos de poco presupuesto que triunfan y otros grandes que son un fracaso».
Estos son los precedentes que marcan el estreno del director en Valladolid. «Enseñando la película a la gente de mi ciudad, y también a mis seres queridos y familiares que viven aquí. No puedo pedir más». Y sobre el futuro, tras el premio, ¿más motivación? «El galardón es una validación a la película, pero la motivación viene de serie porque yo quiero ser director de cine», zanja Martín-Calero.
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