Un cuento de terror
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'Moon' muestra un choque de culturas a través de la experiencia de una entrenadora austríaca en JordaniaOtro cruce de culturas en Punto de Encuentro: Irak más Austria, con la desembocadura en Jordania. La directora de 'Moon', Kurdwin Ayub, nació en el Kurdistán iraquí en 1990, aunque con pocos años de edad llegó a Viena cuando su familia tuvo que huir del ... país. Exploró el retorno de su padre a Irak en el documental 'Paradies!, Paradies!', rodó su primer largo, 'Sun', con buena acogida, y sigue entrelazando las dos culturas en su segundo largometraje.
'Moon' Kurdwin Ayub. Florentina Holzinger, Andria Tayeh, Celina Sarhan, Nagham Abu Baker. Austria. 93'. Cines Broadway. Lunes, 21, a las 10:00 h.
Hay una veta de malestar en el arte austríaco que Kurdwin Ayub tiene muy presente. Es la incomodidad que exhala la literatura de Thomas Bernhard o Elfriede Jelinek. O la dureza implacable del cine de Michael Haneke. El apoyo explícito de la directora es Ulrich Seidl, productor de sus dos obras de ficción, un nombre todavía nos hace revolvernos cuando recordamos la terrible trilogía que dirigió, 'Paraíso'. Algo huele a podrido en Austria, y el olor penetra a fondo en 'Moon'.
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La película arranca en Austria. Sarah es una luchadora de artes marciales que sufre en el ring una severa derrota en la que la sangre empapa la lona. Da clases de boxeo a chicas aburridas, discute con su hermana, bebe con los amigos. Hasta que recibe una oferta de trabajo de Jordania. «Allí a las que no llevéis hiyab os arrastrarán por las calles», le advierten sus amigos. Sarah no hace caso y se traslada a Jordania. Pagan muy bien, vive en un hotel excelente donde le sirven cerveza y cócteles, viste como le da la gana. Solo tiene que ocuparse de tres adolescentes de una familia muy rica, tres chicas atontadas y enclaustradas en una mansión enorme. Otra versión del tedio que parece perseguir a Sarah. En el aburrimiento laboral pronto se abre la grieta de la inquietud, del desconcierto. Del terror. La mansión está llena de vigilantes que no pueden impedir el descubrimiento de una cuarta hermana, una auténtica loca del desván de la literatura clásica que la familia quiere ocultar a toda costa. Sarah está perdida, no entiende lo que pasa. Su cultura occidental le impide dar un paso al lado. Quiere información y explicaciones que la familia jordana le niega. La tensión crece, por algún lado tiene que estallar.
El choque entre las dos culturas, pues ese es el fondo que estructura la narración, se construye con el ambiente de colores fríos de la mansión jordana y con un silencio en el que nunca entra la música, herencia del mejor Haneke. Los ojos aturdidos de Sarah observan sin encontrar respuestas que los apacigüen. Una aportación decisiva al clima lo da la interpretación de Florentina Holzinger, bailarina y performer que aquí entrega su cuerpo maduro y fibroso a una actividad física que solo genera violencia. Violencia de entretenimiento en Austria, violencia de represión en Jordania. Al rostro anguloso de la actriz van a parar puñetazos de todos los estilos hasta que no puede encajar más. La inquietud se va transformando en una angustia que impregna completamente la narración, siempre dura e implacable, y a la que no es posible dar un final, una clausura. Tal vez la última secuencia, oblicua y vacía, no sea la que se merecía este espléndido relato.
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