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No ha habido actor o actriz relevante del cine español con los que no haya trabajado Concha Velasco, y ahí están los nombres de Juan Diego, Fernando Fernán Gómez, Arturo Fernández, Saza, o Francisco Rabal, únicamente a modo de ejemplo. Del mismo modo, ... buena parte de los principales directores de nuestro cine, y del teatro, la tuvieron alguna vez a sus órdenes a lo largo de una intensísima y polifacética vida profesional. Pero con algunas de estas figuras estableció una relación más estable, cómplice, o relevante como parejas artísticas que jalonan su trayectoria. Es el caso de Tony Leblanc, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez o Manolo Escobar entre los intérpretes. Y de José Luis Sáenz de Heredia, Pedro Olea y Josefina Molina entre los realizadores.
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Y, sin embargo, todo comenzó con una mujer: la cupletista Celia Gámez, gran empresaria de la revista en España, que brindó a la vallisoletana su primera gran oportunidad profesional como artista de su compañía para la obra 'El águila de fuego'. Gámez le ofreció un contrato por un año con un sueldo de 60 pesetas diarias, de las 1956, que eran un dineral, lo que permitió sacar de apuros a su familia. «Sigo recordando esa etapa como una de las más felices de mi vida», recordaría luego la actriz, que siempre le tuvo mucho cariño al género de la revista, al que volvería en más de una ocasión posteriormente. Incluso como empresaria y productora, como en el musical 'Mamá, quiero ser artista'.
La segunda mujer de su vida fue la directora de cine Josefina Molina, que le ofreció probablemente el papel más importante de su carrera, como protagonista de la serie 'Teresa de Jesús' (1984), un trabajo que la actriz recordaba, de hecho, como el mejor de todos los que había interpretado. «Siempre he dicho que, si tengo que dejar un testamento de que he sido una actriz, ese es 'Teresa de Jesús», declaró Concha Velasco en 2019 cuando la directora cordobesa -con la que trabajó también en 'Esquilache'- recibió el Premio Nacional de Cinematografía.
Pero en sus inicios serían dos hombres los que la atraerían al mundo del cine y la convertirían en una estrella. El primero de ellos es Tony Leblanc, quien primero la fichó para sustituir a Nati Mistral en la revista 'Ven y ven… al Eslava', que entonces dirigía Luis Escobar, un hombre clave del teatro español, si bien finalmente conocido por su papel de estrafalario marqués de Leguineche en la Trilogía Nacional de Berlanga. Ambos la ayudaron en aquellos primeros años, pero Leblanc se convertiría en una figura de referencia para la actriz, que siempre le ha considerado una figura principal del cine y la escena española y con quien mantuvo una gran amistad. Él fue quien la incorporó al reparto de 'Las chicas de la Cruz Roja' (1958), su primera película importante. Con Leblanc interpretaría luego algunos de los títulos más populares del cine español de los cincuenta y los sesenta, como 'El día de los enamorados', 'Los tramposos', 'Los que tocan el piano', 'Vida sin risas', 'Amor bajo cero' o 'Historias de la televisión'.
Precisamente en esta última película, de 1964, coincidiría con otra de las personas fundamentales de su trayectoria: el director de cine José Luis Sáenz de Heredia, vinculado a la oficialidad franquista -fue elegido para llevar a la pantalla 'Raza', un guion escrito por el mismísimo Francisco Franco- pero hombre de mentalidad liberal, como acreditó siendo director de la Escuela Oficial de Cine. Velasco conoció a Sáenz de Heredia en 'El indulto' (1961) y mantuvo con él durante cerca de una década una relación sentimental clandestina, pero que era perfectamente conocida en el oficio. En ese periodo, el director madrileño, que le sacaba casi treinta años de edad, se convirtió en su principal protector y convirtió a Velasco en protagonista de una docena de películas.
Algunas tan populares como 'La verbena de la paloma' (1963), versión cinematográfica de la célebre zarzuela y otro de los títulos emblemáticos de la carrera de la actriz vallisoletana. Pero también 'Los gallos de la madrugada', 'El taxi de los conflictos', 'La decente' o 'El alma se serena', junto a varias entregas de la serie de películas que se ponían al servicio del éxito arrollador de Manolo Escobar.
Pero, en 'Historias de la televisión', Sáenz de Heredia no se limitó a propulsar su carrera como actriz, sino que también la convirtió en un icono como cantante. La canción 'La chica ye-ye', que había sido compuesta por Augusto Algueró para Luis Aguilé, fue interpretada en la película por Concha Velasco y desde entonces este tema inmensamente popular se asocia con ella. El cambio de intérprete tuvo un componente casual -la actriz interpretó la canción durante el rodaje, por pura diversión, provocando entusiasmo entre los asistentes- pero fue decidida por el realizador. La trayectoria como cantante de la actriz vallisoletana nace aquí, y dejó para la posteridad dos títulos emblemáticos: la 'Chica ye-yé' y 'Mamá, quiero ser artista'.
Gracias a Sáenz de Heredia, Concha Velasco se convertiría también en pareja cinematográfica estable de otro de los mitos del momento: el cantante Manolo Escobar, del que la actriz reconoció haber estado enamorada. «Manolo me gustaba un huevo, pero me dije: destrozo un matrimonio y para qué... hablé con Anita Marx (su esposa) y lo comprendió«, explicó la artista, con la naturalidad con la que solía abordar estas cuestiones. De modo que el posible romance dio paso a una amistad de por vida con el cantante y su mujer. Y a una complicidad artística que se concretó en cinco películas musicales rodadas entre 1967 y 1971, todas bajo la batuta de José Luis Sáenz de Heredia: 'Pero… ¿en qué país vivimos?', 'Relaciones casi públicas', 'Juicio de faldas', 'En un lugar de La Manga' y 'Me debes un muerto'.
La participación en esta miniserie de películas reforzó la ya gran popularidad de Concha Velasco, al asociarse con una figura que era mucho más célebre de lo que ella ya era. De hecho, fue la única actriz que repitió con el cantante, en una filmografía que ronda la veintena de títulos pero que tiene en los cinco rodados con la vallisoletana -que también ejerció de cantante en estos trabajos- su punto álgido de relevancia e impacto popular.
Pero no es posible concluir este repaso a las 'parejas artísticas' de la actriz, sin mencionar a otras dos figuras esenciales del cine español: Alfredo Landa y José Luis López Vázquez. Al primero le ayudó la actriz en sus inicios, colocándole en 'Historias de la televisión', la primera película en la que coincidieron de una serie larguísima que ronda una veintena de títulos. No en todos los casos ejercieron como pareja de ficción, aunque fue habitual.
Sin embargo, la relación se rompió durante más de una década -en la que la actriz se negó a trabajar en cualquier película en la que estuviera su viejo compañero- a causa de unas declaraciones despectivas de Landa en relación al viraje ideológico de la actriz, que pasó de relacionarse con figuras como Sáenz de Heredia o Manolo Escobar a otras vinculadas con el antifranquismo y la izquierda, como Pedro Olea, Roberto Bodegas o José Sacristán.
Olea, por cierto, jugó un papel clave en la evolución como actriz de Concha Velasco. Dos de las películas que rodó con el director vasco, 'Tormento' (1974) y 'Pim, pam, pum ¡fuego!' (1975), fueron cruciales para que la actriz pudiera despojarse de la imagen de joven pulcra y dulce que había cultivado en los años sesenta. De igual modo, 'Más allá del jardín' (1996) contribuyó a relanzar a una Concha Velasco que ya estaba lejos de la jovencita pizpireta que había sido, pero que se presentaba al público con una espléndida madurez y llena de energía.
'Más allá del jardín' estaba basada, además, en una obra de Antonio Gala, que jugó también un papel muy relevante en la vida profesional de la actriz vallisoletana, en este caso en su faceta teatral, pues Velasco interpretó cinco de sus obras; obras que Gala escribió específicamente para ella.
La otra pareja artística que no cabe olvidar es la que formó con José Luis López Vázquez, al que la actriz definió como un ejemplo de dedicación a la profesión. Siempre le agradeció, además, el apoyo que le brindó cuando en 1972 la actriz se implicó, con otros intérpretes como Juan Diego o Tina Sainz en la demanda de un día de descanso para los actores. López Vázquez se saltó el veto que pesaba sobre la actriz y la contrató para la película 'El vikingo'. «Se jugó el tipo compartiendo cartelera conmigo», recordaría Velasco después. Con López Vázquez compartió rodajes en películas como 'La decente', 'Venta por pisos', 'Las señoritas de mala compañía', 'Préstame 15 días', 'Casi un caballero' o 'Historias de la televisión'.
A estos nombres podrían añadirse muchos más, pero quizás sea oportuno incluir a José Sacristán, con el que no sólo coincidió en varias películas –'Mi mujer es muy decente dentro de lo que cabe', 'Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?' o 'Las largas vacaciones del 36'-, sino que se convirtió en amigo íntimo y confidente en algunos momentos críticos de la vida de la actriz.
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