Cuando Conchita dijo adiós al diminutivo: el «puta, puta» de 'Tormento'

La película de Pedro Olea certificó el cambio de registro de la actriz, que en los años setenta mostró su vena más comprometida

Víctor Vela

Valladolid

Sábado, 2 de diciembre 2023, 13:28

Los años setenta fueron una década clave en la carrera de Concha Velasco. Por un lado, se despertó su conciencia política y reivindicativa, convertida en una de las voces que lideraron huelgas en el teatro para mejorar las condiciones laborales de los artistas. Por otro ... lado, cerraba una etapa de comedias en el cine y (aunque en muchos títulos de crédito aún aparecía así) se despedía del diminutivo, Conchita, para adentrarse en otros papeles menos edulcorados.

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«A los treinta años llegó mi toma de conciencia, quizá tardía. Me di cuenta de que si seguía haciendo ese tipo de cine, mi carrera se iba a terminar como la de tantas otras compañeras», explicaba la actriz. Su primera apuesta por el cambio de registro llegó cuando aceptó un papel –y no como cabeza de cartel– en 'La llegada de los dioses', de Buero Vallejo. La obra se estrenó el 17 de noviembre de 1971 en el Teatro Lara de Madrid. Compartía tablas con Juan Diego, con quien inició una relación personal.

«Aquellos coincidió con un momento político reivindicativo sindical en España. La profesión se unió para reivindicar mejoras laborales», recuerda la actriz, quien junto a Juan Diego lideró varias de las protestas. Reivindicaron (y consiguieron finalmente, en 1975) un día de descanso semanal para los artistas, algo impensable hasta entonces. «Me sentía protagonista de un momento político muy importante. Y aquello me costó muchos insultos». Tuvo consecuencias profesionales: Vicente Patuel, pareja de Carmen Sevilla y exhibidor de varias salas, vetó durante una temporada las películas donde saliera Concha. Y conllevó, además, renuncias personales. Por ejemplo, rompió para siempre su amistad con José Luis Sáenz de Heredia, de quien Concha había sido pareja no solo artística, sino también personal. «No terminamos bien, la verdad».

Pero el gran punto de inflexión para que Concha dejara de ser Conchita llegó en 1974, cuando convenció a Pedro Olea para que le diera el papel de Rosalía de Bringas, protagonista de 'Tormento'. «Esa película llegó en un momento desastroso de mi vida. Había tenido un fracaso terrible con un programa de televisión que se llamaba 'Noche de cine'. Firmé por trece programas y solo se hicieron cuatro. Fue un fracaso, nos pusieron verdes. Me encontré sin trabajo y desconcertada por primera vez en mi vida», contaba Concha Velasco en 'Autorretrato', una entrevista para TVE en 1984.

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Cuando Concha se enteró de que Pedro Olea preparaba el rodaje de 'Tormento', le pidió a su amigo común, Eloy de la Iglesia, que le presentara al director. Olea, de entrada, no veía a Concha en el papel. Él tenía en mente a Aurora Bautista y María Asquerino, pero ambas renunciaron a embarcarse en el proyecto. Así que Concha, como ella mismo contaba, se «abalanzó» sobre el papel.

«Pero, ¿cómo lo vas a hacer, si Rosalía es una mujer mayor, más fea, más gorda?». La actriz, para conseguir el papel, engordó quince kilos a base de cortisona y se puso algodones en los carrillos como dos años antes había hecho Marlon Brando para 'El Padrino'. A Olea le gustó el casting, aunque le pidió que rebajara un poco la intensidad, para no caer en la caricatura. La actriz estuvo de acuerdo. «Hice la película y fue el gran acierto de mi vida», decía la Velasco, inmensa en un papel que deja para el recuerdo una de las mejores escenas del cine español. Ella, en el andén de una estación, mientras se aleja el tren con una joven Amparo a bordo (Ana Belén) mientras Rosalía (Concha Velasco) farfulla con odio un insulto varias veces repetido: «Puta, puta, puta, puta».

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«Fue tan grande el éxito de 'Tormento' que luego me hicieron el regalo de 'Pim, pam, pum... fuego', con guion de Azcona, al que nunca conocí». En varias entrevistas, Concha Velasco ha desvelado que esta cinta, junto a José María Flotats y Fernando Fernán Gómez, es tal vez la película de la que se siente más satisfecha.

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