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51.000 personas, 51.000, con camiseta verde, pañuelo verde, pulsera verde, saquito verde. «Valladolid contra el cáncer». 81 procuradores, azules, rojos, morados, un amarillo, un ex naranja. Y trece más uno verdes, de color verde Vox pero hoy, en las Cortes, como parte ... de un equipo de 81 verdes. También contra el cáncer. Que esta vez ganó, el maldito. Javier Carrera, procurador recientemente fallecido, recibió el homenaje de sus compañeros de hemiciclo que eran, a estas alturas y después de un año y pico de enfermedad a pie de Cortes, prácticamente todos.
Así lo reconoció el presidente de las Cortes, Carlos Pollán (Vox), con la voz temblona por la emoción. Agradeció la «generosidad» de los grupos políticos «de dejar a un lado sus legítimas diferencias». Y asentía a su lado Francisco Vázquez (PP). Y como ejemplo resaltó a Francisco Igea, «que se portó como duro rival político y como amigo sin reservas a la hora de la verdad».
El médico Igea desbordó al político Igea. Y salió una amistad sorprendente entre Igea y Carrera. Y nombró Pollán a muchos parlamentarios. «Y al presidente y vicepresidenta y consejeros por su presencia en la despedida, preocupación y ánimos mostrados durante la larga y dolorosa enfermedad de Javier». El colofón, y el recuerdo, merecieron un minuto de aplausos. «Se dice que la política es el único oficio en el que se habla mejor de los adversarios por la espalda que a la cara. Gracias a todos por haber hecho de esta regla una excepción».
Tomó posesión Rebeca Arroyo, la siguiente en la lista de Vox Valladolid, asesora del grupo parlamentario hasta ahora y amiga del fallecido. En la tribuna de invitados, un ramo de flores. La familia, los amigos, los compañeros del partido. En los escaños de Vox, entre Rebeca Arroyo y Javier Teira, un asiento vacío.
A veces la rutina de las comisiones, debates, plenos, mociones crea el espejismo de que nada cambia, de que el paisaje siempre es el mismo. Y sin embargo. Antes de comenzar la sesión, en el pasillo ancho de las Cortes, se finiquitaba un ágape. Allí, de pie, aparecían Jesús Quijano (PSOE) y Juan Vicente Herrera (PP). Memoria viva y lúcida de la historia autonómica. La de un bipartidismo que dejaba poco espacio a otros partidos y en el que Herrera nunca supo qué era afrontar una votación en minoría.
Como la de este miércoles.
Que llega, eso sí, envuelta en un poco de lo de siempre. Se debatirá la propuesta de techo de gasto de la Junta. Los presupuestos más altos, los más expansivos, los más sociales. El 3 en 1 de cualquier presentación presupuestaria que se precie de serlo. Solo que esta vez apuntan a ser los presupuestos nonatos. Vox anticipó su no al techo de gasto. El PSOE solo parece dispuesto a abstenerse si el PP accede a apoyar el presupuesto de Pedro Sánchez. Vamos, que no. Y con esas premisas discurrió este martes la sesión de control al Ejecutivo Autonómico.
Mañueco tiene la coartada preparada para toda crítica que llegue a partir de la votación de este miércoles. Por ejemplo. Luis Tudanca quiso atacar con el asunto de moda política, la vivienda. «A usted le preocupan los pisos turísticos, la okupación de viviendas… ¿Cómo van las oficinas inauguradas para recoger quejas? Pero no le preocupan los castellanos y leoneses que no pueden acceder a una vivienda o pagar el alquiler a final de mes». Y la respuesta de Mañueco fueron los presupuestos. Los presuntos presupuestos que tienen visos de no pasar de este miércoles. «Para 2025, hemos previsto un incremento del 44% para políticas de vivienda. 244 millones de euros solo en políticas de vivienda». Órdago a grande.
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¿Que Luis Mariano Santos (UPL) atacaba con las necesidades de León y la manifestación prevista para el 10N por la mala situación de la provincia? Pues otra dosis de presuntos presupuestos.
¿Que Juan García-Gallardo le acusa de ser un político 'progre', de izquierdas, globalista y etcétera? Pues más presupuestos. En este caso, por la ausencia de Vox en la negociación con el consejero de Economía y Hacienda, Carlos Fernández Carriedo. «Ahora desde la oposición renuncian ustedes a trabajar. Es sorprendente. Se les da la posibilidad de que se sienten a dialogar con el consejero de Economía y ni siquiera son capaces de sentarse a hablar de cómo ayudar a las familias, a los mayores, de cómo conseguir más viviendas, de facilitar la vida a los agricultores y ganaderos. Han demostrado que son unos títeres en manos de su jefe de Madrid», zanjó Mañueco. Cada intervención dura cinco minutos y lo habitual es escuchar a Carlos Pollán avisar con un «señoría, vaya terminando». A Mañueco, en la réplica a Gallardo, le sobraron un minuto y 18 segundos.
En la política de antaño, la del aroma a Castillo de Fuensaldaña y a Cortes recién estrenadas en la avenida de Salamanca, se aprobaban los presupuestos sí o sí. Porque no aprobarlos significaría convocar elecciones. En la política de ahora, la de un hemiciclo del PP contra siete (PSOE, Vox, UPL, Soria ¡Ya!, Por Ávila, Unidas Podemos y Francisco Igea), matar las cuentas autonómicas en la votación del techo de gasto no significa más que seguir igual. A cada crítica, ya se ha demostrado, una respuesta lamentando el presupuesto abortado. A cada conato de rebelión de Vox, Madrid. A cada reivindicación del PSOE, sanchismo-Cataluña. A cada diatriba de Pablo Fernández (Unidas Podemos), una revancha sin piedad. «Usted ni siquiera se ha sentado a hablar con el consejero de Economía. En primer lugar, porque tendría que leerse los presupuestos, y eso es trabajar. En segundo lugar, porque venir a Valladolid, desde Madrid, donde habita habitualmente, le pilla muy lejos. Y en tercer lugar porque están ocupados con peleas con sus compañeros, ex compañeros, confluencias, socios de Gobierno... En general, peleas con todo el mundo».
La vida parlamentaria sigue casi igual. Salvo por la unanimidad de los 81 verdes anticáncer. Por Javier Carrera (Vox), pero también, recientemente, por la hermana de Ana Sánchez (PSOE). O por otra procuradora que ha empezado, ánimo con ello, con la radioterapia. O por José Carlos Pastor, el fundador del IOBA, paciente de cáncer, que deja un mensaje de despedida: «He aprendido que lo más hermoso de esta vida no son los grandes logros ni las metas que marcamos, sino los momentos simples».
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