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Mañueco emerge contra todo
Análisis político ·
El presidente popular resurge de las cenizas del 26M de 2019 y tiene en su mano revalidar la Presidencia del PP y convocar elecciones anticipadas si lo deseaSecciones
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Análisis político ·
El presidente popular resurge de las cenizas del 26M de 2019 y tiene en su mano revalidar la Presidencia del PP y convocar elecciones anticipadas si lo deseaEl día 27 de mayo de 2019, Alfonso Fernández Mañueco amanecía como el primer candidato del Partido Popular que perdía unas elecciones autonómicas en Castilla y León en 32 años. Un fracaso. Con unos exiguos 29 escaños en las Cortes, donde el PP de Juan Vicente Herrera llegó a tener 53. Y con Génova en busca de la consolidación del liderazgo de Pablo Casado, al que Mañueco no apoyó en las primarias nacionales, en los diferentes territorios, porque hasta ese momento el presidente de los populares era poco más que el tipo que, como tercera vía, había sabido aprovechar la batalla entre María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.
Dos años y medio después de aquel despertar de pesadilla, Alfonso Fernández Mañueco convoca su congreso autonómico desde la Presidencia de la Junta de Castilla y León, listo para renovar su mandato al frente del PP regional y aupado por unas encuestas que hace poco eran muy favorables y que ahora le sitúan ganador y pendiente de una alianza posterior con Vox.
Y con los presupuestos en vías de aprobación.
Y tras pasar una pandemia sin desgaste.
Y con un socio de Gobierno que se ve obligado a «garantizar la estabilidad», sin fuerza para sostener la mayoría parlamentaria, so pena de sucumbir en una convocatoria electoral anticipada y desaparecer del mapa.
«Alfonso es un hombre tranquilo, sabe tener paciencia», dice uno de sus colaboradores. Una definición que enlaza al personaje con la mejor tradición del estilo Rajoy, un 'laissez faire, laissez passer' político que se resume en no precipitarse y no reaccionar impetuosamente. Solo se salió de esa pausa con la contratación del ex gerente del PP Pedro Viñarás, fichaje que contravenía los deseos de Génova, que le había despedido con indemnización incluida. Una rebelión que se basa en que le une no solo una relación de amistad con él, sino una fe ciega en su faceta de estratega electoral, tanto para los procesos externos como para los internos.
La compleja relación de Mañueco con Pablo Casado y, sobre todo, Teodoro García Egea, cambió en primavera. La moción de censura en Murcia desencadenó la tormenta en Madrid y Castilla y León. Díaz Ayuso se lanzó a convocar elecciones. Mañueco se lo pensó. Algunos se lo recomendaron. Pero de nuevo eligió esperar. El PSOE envió a Luis Tudanca a la batalla de la moción, pero no era el momento. No el que pensaban los socialistas, que preferían aplazarla al otoño. Consiguieron recabar una renuncia -aunque finalmente no apoyo, porque se abstuvo- entre los 12 de Ciudadanos y eso, aunque tuvo el efecto de arrebatar la mayoría parlamentaria al PP, no les sirvió para apartar del Gobierno a Fernández Mañueco, que ese día recibió la felicitación efusiva de Pablo Casado, desplazado solo para plasmar ese momento triunfal en una imagen.
Paradójicamente, a Luis Tudanca le valió la derrota para reconciliarse con Ferraz y despejar su horizonte de intromisiones, hasta tal punto que este fin de semana revalidará su posición como líder de los socialistas de Castilla y León.
De pronto, Fernández Mañueco era el muro contra el sanchismo.
A Díaz Ayuso también le salió bien. Mayoría contundente en la Asamblea de Madrid y un efecto arrastre que empezó a notarse en las encuestas. En todas. En las nacionales, Pablo Casado se beneficiaba del empuje de la líder madrileña casi del mismo modo que ahora le perjudica la guerra interna con ella. En las autonómicas, Mañueco observó que el porcentaje de apoyo a su gestión crecía desde en torno a un 22% hasta casi un 30%, según fuentes del partido. GAD3 le daba la mayoría absoluta en junio.
El 20 de mayo, en la reunión de la Ejecutiva autonómica en Valladolid, Teodoro García Egea firmó la paz y le bendijo como candidato definitivo para el siguiente proceso electoral. «Este trabajo que estáis haciendo en Castilla y León va a mantener a un salmantino -por Alfonso Fernández Mañueco- en el Colegio de la Asunción y llevará a un palentino -por Pablo Casado- al Palacio de La Moncloa», sentenció.
La gestión de la pandemia apenas ha desgastado al sector del PP en el Gobierno. Los populares han atacado el modo en el que el Gobierno central ha delegado competencias en las comunidades autónomas al mismo tiempo que ellos delegaban en Ciudadanos la parte incómoda de la gestión. «Sánchez anuncia las vacunas y nosotros, los recortes», ha clamado Francisco Igea, vicepresidente y portavoz, en numerosas ocasiones. Mientras, Mañueco anunciaba subvenciones, ayudas, «los presupuestos más sociales» y «más altos de la historia» y su portavoz naranja asumía incluso la defensa del toque de queda «desde el ocaso» que acabó por demostrarse poco ajustado a la legalidad. Aun cuando Mañueco tuvo que afrontar la decisión del Tribunal Supremo quiso darle la vuelta con un «lo volvería a hacer» basado en que se habían «salvado vidas», aunque no hubiera cifras que avalaran esa afirmación. Con la pandemia contenida, el PP se desligó de la reforma sanitaria que dos años antes había apoyado y dejó a Ciudadanos como responsable único, con una proposición no de ley en las Cortes en la que los populares votaron junto al PSOE, Podemos, UPL, Por Ávila y Vox.
En el proceso pandémico, el presidente de la Junta ha aprovechado para aliarse con rivales políticos como Emiliano García Page (Castilla La Mancha) o Javier Lambán (Aragón), acercarse a los propios, especialmente a Alberto Núñez Feijóo (Galicia) e Isabel Díaz Ayuso (Madrid) y participar en el cónclave de las ocho autonomías que exigen una financiación acorde a la proporción habitantes/kilómetro cuadrado. Incluso ha convencido a Pedro Sánchez para celebrar la Conferencia de Presidentes, con Felipe VI incluido, en Salamanca. Una sucesión de cumbres políticas para adquirir una dimensión institucional sólida.
El nuevo frente de preocupación en el PP de Mañueco son ahora los tribunales. Su anuncio de la fecha del congreso autonómico en el que será reelegido como presidente del partido coincidió con la decisión del juez de citar como «investigado con asistencia letrada» a Javier Iglesias, bastión suyo en Salamanca, donde preside la Diputación y la formación. El asunto, además, le concierne, porque se refiere a la posible financiación ilegal del partido en las primarias que le auparon a la dirección de los populares. Mientras, van desgranándose las consecuencias judiciales de la trama eólica y el caso Perla Negra, con peticiones de penas durísimas para la ex cúpula de la Consejería Economía. En esto, su portavoz de Ciudadanos, Francisco Igea, ejerce de escudo y recuerda que la corrupción que se juzga no es del actual Gobierno de coalición, sino de los anteriores.
Entre el 27 de mayo de 2019 y el 17 de enero de 2022 habrán pasado 966 días. Los que ha necesitado Alfonso Fernández Mañueco para revertir, poco a poco, un desastre electoral que podía condenar su carrera y auparse como barón territorial del PP. Sin precipitaciones. Y con la capacidad para decidir, de aquí en adelante, cuándo y cómo se celebrarán las siguientes elecciones en Castilla y León.
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