Aquel día, Luis Tudanca ni siquiera logró un apoyo sólido de los delegados en el Congreso Autonómico. Dos de cada tres le votaron, sí, un 64,8%. Pero a su antecesor, Julio Villarrubia, le habían apoyado un 81,1% de los congresistas. Y al anterior, ... Óscar López,un 96,3%. Así que Luis Tudanca subió al atril proclamado nuevo secretario general con el apoyo de la militancia -por primera vez en la historia del partido, con voto secreto y todo- y el recelo soterrado de los 'barones' territoriales.
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Y lo que es peor. A 218 días de una cita electoral que lo cambiaría todo en Castilla y León, en plena eclosión de Podemos y Ciudadanos y con Juan Vicente Herrera (PP) enfilado, por obligación-consejo de Génova, a por un nuevo mandato.
«Me comprometo a unir este partido y nadie me va a apartar de esta senda. Nadie me va a parar», lanzó Luis Tudanca (Burgos, 1978), hace hoy diez años en un Congreso celebrado en Valladolid. De la mano de Pedro Sánchez, con el apoyo incontestable de Ferraz y del secretario de Organización, César Luena. Y hasta de José Luis Rodríguez Zapatero.
Lo unió. Llegó a ganar unas elecciones por primera vez en tres décadas en Castilla y León, en 2019, aunque no gobernó. Intentó una moción de censura, la primera en la comunidad, que no resultó. Perdió las primeras elecciones anticipadas en la historia de Castilla y León, en 2022, y amagó con el adiós. Y después de este cúmulo de hitos históricos, diez años después de aquella mañana en Valladolid, el partido vuelve a estar fracturado y Ferraz, con el secretario de Organización, Santos Cerdán, a la cabeza del movimiento, aparece decidido a relevarle.
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¿Cómo se ha llegado hasta aquí?
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Era aquel de 2014 un Luis Tudanca barbilampiño. En sus dos acepciones, la del que no tiene barba y la segunda que dicta la Real Academia, «muchacho que se está haciendo hombre». Políticamente hablando. Aupado después de una derrota electoral europea que trajo consigo un zambombazo nacional, la salida de Alfredo Pérez Rubalcaba y la convocatoria de un Congreso Federal Extraordinario, y otro regional: la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva que dirigía Julio Villarrubia.
Qué cosas tiene la hemeroteca, por cierto. Al frente del movimiento estaba Óscar López, hoy ministro y, dicen, uno de los muñidores de este intento de desbancar a Luis Tudanca junto a Santos Cerdán. Ferraz postulaba como tercera vía a Ana Redondo, hoy ministra y, dicen también, la persona a la que se va a 'invitar' desde Madrid a ocupar el puesto de Tudanca. Y una frase de Julio Villarrubia horas antes de que todo explotara: «El futuro del liderazgo socialista en Castilla y León no se decidirá en ningún despacho, ejecutiva o comité, sino a través del voto mayoritario de sus militantes». Encuentre las diferencias, si las hay, con esta de Luis Tudanca: «El modelo de partido que defiendo es en el que la voz de los militantes sea la que decida y no cuatro en un despacho en Madrid». Entonces, el candidato de los del despacho era Tudanca, que hoy se enfrentará en primarias al candidato de los del despacho.
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En ese contexto de batalla entre dos cabezas visibles, el PSOE apostó por una vía alternativa. La del diputado por Burgos y secretario provincial allí, Luis Tudanca. Que se presentaba tratando de quitarse la etiqueta de candidato oficialista. «Sánchez no vota», decía en El Norte. Ganó. Por 3.641 votos a 2.997. Y la clave estuvo en… León. ¿Dónde, si no? De ahí que la gira de precampaña del aún secretario general autonómico haya empezado, aparte de Burgos, por León. Y más concretamente por la capital, donde cuenta con el apoyo del alcalde, José Antonio Diez.
Aquel Congreso de hace diez años inauguraba la Era Tudanca. Con un tropezón en la afombra de 'bienvenidos', porque a las 48 horas tuvo que destituir al vicesecretario general que acababa de nombrar, un alcalde leonés. En su Ejecutiva, en aquel primer equipo, ya estaba Ana Sánchez, que pasó inmediatamente de la bancada de las Cortes como portavoz a la Mesa de las Cortes, de la que ya nunca se ha apeado. También Virginia Barcones, José Luis Vázquez y tres nombres que hoy son secretarios provinciales y tendrán mucho que decir en las primarias: José Luis Aceves (Segovia), Antidio Fagúndez (Zamora) y Jesús Caro (Ávila). «En el PSOE regional hemos entrado una generación que queremos hacer política de otra manera», decía entonces.
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A los siete meses y una semana de su proclamación, cita con las urnas. En plena irrupción de Podemos y Ciudadanos en la escena política. Los morados obtuvieron 10 escaños en las Cortes, que entonces repartían 84 y no 81, como ahora. Los de naranja, 5. Y Juan Vicente Herrera perdió 15 puntos de porcentaje de voto, a pesar de lo cual sumó la mitad del hemiciclo, 42. Una derrota que a Tudanca le vino dada, por decirlo así. El porrazo de las europeas de medio año antes había dejado en Castilla y León un 23,39% de los votos. Tudanca, en las autonómicas, logró el 25,95%.
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Antonio G. Encinas
Antonio G. Encinas
La labor de unificar al partido fue compleja y precisó de tiempo y un punto de suerte. A Pedro Sánchez, su apuesta personal desde 2014, se le descabalgó de la secretaría general en octubre de 2016 y comenzó un proceso de primarias que se prolongó hasta finales de mayo de 2017. Con el partido a nivel nacional de nuevo a punto, Tudanca se aplicó a la pacificación y lo consiguió, sobre todo, gracias a un éxito: el de 2019. Por primera vez en tres décadas, y también gracias a la fractura del voto de derechas, el PSOE se imponía en Castilla y León. Con 35 escaños por los 29 del PP de Alfonso Fernández Mañueco. La llave la tenía Ciudadanos, con 12 procuradores. Y el éxito trajo consigo la primera fisura. Albert Rivera escogió socio preferente al PP y torció el pulso a Francisco Igea, que en campaña se mostraba abierto a pacto con el PSOE. Hubo quien, en las filas socialistas, echó en cara a Luis Tudanca un exceso de pasividad. Que diera por hecho el acuerdo y permitiera el revolcón imprevisto.
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La legislatura se topó de bruces con la pandemia y Tudanca hizo entonces lo que ya había hecho con Juan Vicente Herrera, alcanzar acuerdos de comunidad con el PP.
Con el Gobierno de Pedro Sánchez, mientras tanto, ha habido buena sintonía salvo en cuestiones puntuales. Como en lo tocante al lobo, cuando la política nacional colisionaba con las pretensiones de los ganaderos castellanos y leoneses. O con el concierto económico con Cataluña, aspecto en el que Tudanca ha reivindicado que haya una «financiación justa» para todos los territorios. Eso sí, a cambio ha defendido en las Cortes que las aportaciones del Gobierno de Sánchez a Castilla y León han sido muy superiores a las que en su día hizo el Gobierno del PP de Mariano Rajoy. O ha tratado de defender la amnistía a los promotores del 1-O en Cataluña.
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La moción de censura de 2021 fue otro punto negativo para Tudanca. Estaba en los planes, pero no en aquel momento. Todo se desencadenó con precipitación por el movimiento en Murcia y la jugada salió mal. María Montero (Cs) fue la única procuradora que dio el paso. El PSOE trató de atraer los votos necesarios, pero no fue capaz. Mañueco sobrevivió. Tudanca, con todo, llegó al Congreso Autonómico de noviembre con el crédito suficiente como para ser reelegido con comodidad. Su propuesta de Comisión Ejecutiva logró el 96,57% de los votos de los delegados.
Y entonces Mañueco apretó el botón rojo. Y esta vez ganó, aunque su resultado en votos empeoró respecto a 2019 y cambió a un socio incómodo, Ciudadanos, por otro socio incómodo, Vox. Y en la noche electoral, el 13 de febrero, Luis Tudanca pronunció esta frase: «Otros vendrán que harán más y lograrán que el cambio llegue a esta tierra». Muchos dieron por finiquitada su etapa. Tocaba un cambio. Pero algo ocurrió. Entre el empuje de su núcleo de confianza para que siguiera y la falta de una alternativa real, Tudanca decidió continuar al frente. El partido mantenía una buena cuota de poder municipal y en poco más de un año se colocarían las urnas municipales. El batacazo fue tremendo. Tanto, que Pedro Sánchez convocó generales al día siguiente, para el mes de julio.
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Y ahí llegó otra fisura más. Ferraz retocó las listas aprobadas en Castilla y León. Para incluir a Javier Izquierdo en Valladolid, en la papeleta del Senado, y a Manuel Arribas en Ávila en la lista al Congreso.
En este 2024, a Luis Tudanca le ofrecieron un puesto en la candidatura a las europeas. Lo rechazó. Los movimientos para cambiarle ya se habían iniciado. Y con el Congreso Federal convocado, el Comité Autonómico aprobó un calendario de primarias que buscaba dejar sin reacción a Ferraz. Pero Ferraz reaccionó. Y el partido, en Castilla y León, se quebró de nuevo. Diez años después, un PSOE roto -habrá que ver cuánto-, un candidato que apela a la decisión de la militancia y una alternativa buscada por Madrid. Solo que Luis Tudanca, ahora, está justo en el otro lado.
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