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En el Pleno de las Cortes hay cuentas pendientes y hay cuentas que cantan con un tono distinto según quién les apriete el gaznate. Las ... pendientes están sin resolver, pero no deberían tardar. En la bancada azul del PSOE, apariencia de continuidad. Apariencia solo. Luis Tudanca como portavoz, Ana Sánchez y Diego Moreno en la Mesa de las Cortes y Nuria Rubio, la nueva vicesecretaria autonómica, en segunda fila. En la silla a la que quedó relegada cuando estalló todo y le retiraron la confianza y la asignación por dedicación exclusiva. Pero la foto ya no es real. Nuria Rubio y Patricia Gómez Urbán son las dos piezas clave de la Ejecutiva del ya secretario autonómico, Carlos Martínez, en el parlamento. Y eso, antes o después, se traducirá en un baile de sillas. Lo saben todos y solo falta que los congresos provinciales empiecen a desfilar durante marzo y abril para que, en algún momento, se produzca el relevo natural.
También hay cuentas pendientes, casi ajustes de cuentas, entre Vox y PP. A David Hierro (Vox) no le gustó que Alfonso Fernández Mañueco criticara lo ocurrido en Burgos y Salamanca con los díscolos y le echó en cara al presidente de la Junta el asunto de los avales de las primarias populares cuando salió elegido mandatario del PP autonómico. Y la corrupción, «los juzgados, su segunda casa, donde en breve empezará la trama de la mayor corrupción de Castilla y León». Y hasta recordó la sucesión de nombres en el liderato popular. «En la planta noble, en los últimos seis años han pasado por Génova, 13, tres presidentes nacionales, Rajoy, Casado y Feijóo. La estabilidad de los tres es que ninguno ha cumplido lo que ha prometido».
Pero esa cuenta molesta menos que otras al PP. La reforma de la ley de publicidad institucional promovida por Unidas Podemos y secundada por Vox con un artículo que busca dejar el control de la televisión autonómica en las Cortes, ha disgustado a los populares. De todas las votaciones en las que Vox ha hecho 'pinza' con los socialistas, la decisión de no permitir la prórroga solicitada por el PP ha sido la guinda más amarga. «Vamos a hacer un repaso de lo que usted vota, porque van de la mano de Podemos en la ley de publicidad institucional», recordó Mañueco. «Podríamos ponernos de acuerdo en muchas cosas si les dejaran sus jefes de Madrid. Con las decisiones que ustedes toman, queriendo o sin querer, están dando oxígeno a Sánchez». Al mismo tiempo, David Hierro había presumido de la amistad de Santiago Abascal con Donald Trump y aseguró que la única aliada internacional de Feijóo es Ursula Von der Leyen, que para Vox es una progre 'woke' de manual.
Así que para Vox el PP es casi comunista y para el PP, Vox es sanchista. El hemiciclo, de pronto, es 100% de izquierdas.
Es lo que tiene la aritmética parlamentaria, que es variable según el protagonista que la interprete.
Es la segunda vez en poco tiempo que un ramo de flores oficia como procurador. Primero fue por Javier Carrera (Vox). Ahora por Inmaculada García (PSOE), zamorana de 70 años que falleció en la mañana del martes tras sufrir un ictus. Todos los partidos políticos se unieron en las condolencias, al igual que el mensaje institucional lanzado por el presidente de las Cortes, Carlos Pollán. Los procuradores guardaron un minuto de silencio. El debate comenzó con tono apagado, «qué difícil es esto hoy», decía Tudanca al recordar a su compañera. Mañueco y Pollán saludaron afectuosamente al socialista antes de empezar el Pleno. Después se abrió el debate y todo discurrió con la relativa normalidad acostumbrada. Tudanca preguntó a Mañueco si iba a seguir con su «agenda legislativa tan despoblada como Castilla y León». El presidente de la Junta comenzó con sus condolencias por la procuradora fallecida y eso le llevó a cometer acto seguido un lapsus. Porque el final de su primera intervención, como respuesta lacónica a Tudanca antes de iniciar la réplica y dúplica, fue un «sí, señor Tudanca». «Me ha dicho que sí», celebró con sorna el portavoz socialista: «Nunca antes hemos conocido un Gobierno tan vago como el suyo».
Y aquí entran las cuentas disonantes, que son las de la deuda. Las de la quita de la deuda, mejor dicho. En un Pleno que llega justo antes de la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, el asunto del perdón a de los 17.000 millones a Cataluña, de los 83.000 millones a todas las comunidades (salvo País Vasco y Navarra, fuera del régimen común), iba a salir. Y aquí la diferencia de argumentario es abismal.
Luis Tudanca, defensor por turno de la posición socialista –«sanchista», diría Mañueco–, defendió la trinchera con un símil: «Dice el PSOE 'mire, le voy a perdonar la hipoteca', y usted dice que no porque se la va a perdonar al vecino. A usted le van a dar 3.643 millones para que ayude a los castellanos y leoneses, y se lo van a perdonar a Moreno Bonilla, a Ayuso, a Mazón… Ha estado mucho tiempo alentando el agravio y yo le dije que la quita sería para todos o no sería. Y nosotros teníamos razón y usted ha mentido a todos los castellanos y leoneses», lanzó Tudanca.
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Al estrujar los números, sin embargo, a Mañueco le salió otra cuenta muy distinta. «Los separatistas recibirán mil euros más por persona que los ciudadanos de Castilla y León», calculó el presidente de la Junta, que este miércoles enviará a su consejero del ramo, Carlos Fernández Carriedo, al Consejo de Política Fiscal y Financiera con el 'no' por delante. Un 'no' de partido anunciado ya por Alberto Núñez Feijóo. «La condonación de la deuda es un pacto que Pedro Sánchez hace para tapar el despilfarro socialista. Es un atraco a los españoles porque la deuda no desaparece, no se evapora, la vamos a tener que pagar entre todos. La hipoteca que usted dice que nos perdonan la vamos a tener que pagar entre todos y además la de los separatistas y sus despilfarros. Se ha hecho con los separatistas a espaldas de las comunidades autónomas», contragolpeó.
¿Más disonancias? El ministro vallisoletano Óscar Puente (PSOE) había apoyado el argumentario socialista poco antes en sus redes sociales con un doble pantallazo de la consejera andaluza, Carolina España (PP). Decía tiempo atrás que aceptarían una quita «como Cataluña» pero que tenía que llegar a 17.000 millones. Y la postura actual, con una quita prevista de 18.700 millones, recibirá un «no» por ser una «oferta trampa». Lo que daba pie al ministro de Transportes para redirigir la andanada hacia Alfonso Fernández Mañueco. «Veo que el genio que gobierna Castilla y León también rechaza la quita de la deuda. Solo en intereses anuales la comunidad dejaría de pagar 480 millones de euros al año. -Castilla y León debe, en total, unos 14.000 millones de euros- ¿Sabéis lo que eso supone? Dos hospitales como el Río Hortega de Valladolid, cada año. No se puede ser más burro».
Mañueco no replicó. Lo hará este miércoles Carriedo, como el resto de consejerías del PP. Sobre la mesa, unas cuentas pendientes muy difíciles de ajustar.
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