Gambones al ajillo, un entrante perfecto para Navidad

Se los gambones están congelados, se ponen a descongelar en una cazuela y mientras tanto se fríen los ajos en abundante aceite de oliva, con un par de guindillas para que le den un toque 'alegre'. Cuando el ajo esté dorado, se echa sobre los gambones y se deja reposar, macerando junto, unas cuantas horas, cuantas más, mejor.

Unas horas después, con los gambones descongelados y totalmente empapados de ese aceite con ajo, llega el momento de cocinarlos. Simplemente hay que ponerlos al fuego y sin dejar de mover con una chuchara, que se vayan haciendo poco a poco, hasta que se pueda asegurar que están en el punto perfecto de cocción. Se corrige de sal al gusto del consumidor. Ya solo queda disfrutar de este plato tan sencillo y a la vez tan atractivo hasta para los paladares más exigentes. Una receta que en las celebraciones navideñas se pueda triunfar con elaboraciones de lo más sencillas que están a la altura de la buena mesa.

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Con un tono más anaranjado, el gambón tiene un sabor muy similar al de la gamba, frente al intenso sabor del langostino. En lo que respecta a su carne, tiene una textura más tierna y, además, cuenta con mucha más carne que la gamba.

Estos tipos de marisco son alimentos con un alto valor nutritivo y bajo contenido graso, aunque sus concentraciones de purina y colesterol son relativamente altas, según la Fundación Española de Nutrición, FEN. Aportan proteínas de alto valor biológico, además de ser fuente de hierro, magnesio, fósforo, yodo y selenio. Son aptos para todas las dietas, excepto para las personas con problemas de colesterol elevado, las que deben de llevar una dieta con restricción de sodio y las que tienen el ácido úrico alto.