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Fuego en la Sierra de la Culebra (Zamora): Salvar lo que queda de la reserva natural
Incendio en la Sierra de La Culebra

Los expertos piden fondos que protejan lo que se salvó del fuego en La Culebra

Expertos forestales advierten de que la reserva zamorana es «una gasolinera vegetal» y reclaman nuevas políticas ambientales

Antonio Corbillón

Valladolid

Domingo, 3 de julio 2022, 00:01

Quince días después, la vista aérea de los efectos del incendio de la Sierra de la Culebra (Zamora) nos asoma a cerca de una veintena de pueblos de la comarca cercados por la negrura. Otero de Bodas, Villardeciervos, Ferreras de Arriba, Sarracín,... parecen hoy islas de asentamientos de supervivientes rodeados por un infierno calcinado que se extiende por un radio de acción de más de 250 kilómetros cuadrados (25.000 hectáreas).

En los peores momentos, cuando el fuego carbonizaba 7.000 hectáreas en una tarde, hubo que desalojar hasta 18 municipios. Que no hubiera víctimas humanas es uno de los pocos logros que se han destacado de este operativo.

En la zona ha dejado de preocupar que los calendarios de activación de la temporada de incendios del Gobierno regional (inicialmente previstos para este viernes 1 de julio) se adelantaran varios días una vez asumida la catástrofe.

O el desfile de políticos. Desde el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, cuya caravana tuvo que huir de Villanueva de Valrojo ante el cabreo vecinal; al del Gobierno central, Pedro Sánchez.

«Era un incendio anunciado. La Culebra no era una selva maravillosa, sino una 'gasolinera' vegetal». El profesor del Instituto Universitario de Investigación y Gestión Forestal de la Universidad de Valladolid (UVA), Juan Andrés Oria de Rueda, añade a su formación su profundo conocimiento de La Culebra, donde tiene familia y cuida castaños, fincas y bastantes colmenas.

En la retina se han quedado los rostros de los mayores de la comarca, conscientes de que el fuego devoró la cultura, rural y sostenible, que han defendido y de la que han vivido toda su vida. «La mayoría de los castaños calcinados fueron plantados por hacenderas, sobre todo mujeres, que los han cuidado de generación en generación», remarca Oria de Rueda.

Su zona se encuentra entre las 45.000 hectáreas de esta reserva natural que se han salvado de las llamas. Y, ahora que se activan los primeros fondos (35 millones de euros ha anunciado esta semana Mañueco), este botánico, uno de los mayores expertos y divulgadores de Castilla y León, reclama que «se empleen también en la zona que no se ha quemado. Porque allí podría estallar el mismo peligro en cualquier momento».

Fatalismo político

El último balance, conocido días atrás después del análisis de los satélites europeos Copérnico, 'reduce' los daños a 25.166 hectáreas, de las que más de la mitad (16.949) son de matorral.

Cuando se desató el infierno el 15 de junio, en plena ola de calor y con los operativos forestales a solo el 25% de su capacidad, el consejero de Medio Ambiente de la Junta, Juan Carlos Suárez-Quiñones insistió después en que «no es una cuestión de medios, sino de dificultades e imposibilidad de actuación del operativo».

Pero los expertos coinciden en que este argumento es otra forma de confesión de la mala protección de las áreas forestales. «Si un incendio inicial no lo sujetas en 60 o 90 minutos pasa a nivel 1. Y cuando pasa al 2, siempre es un fracaso de la comunidad autónoma. A partir de ahí lo de La Culebra ya no lo paraba nadie», insiste el presidente de la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla y León, Esaú Escolar.

¿Fatalismo? ¿Excusas a fuego quemado? La investigadora en temas forestales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Juli G. Pausas, argumenta que «la política de tolerancia cero a los incendios no ha funcionado en ningún país. Debemos aceptar un cierto régimen de incendios y aprender a convivir con ellos».

Pero esa convivencia no significa que no se pueda mejorar la lucha contra las llamas. Y menos en una sociedad como la de Castilla y León en la que «tenemos un paisaje en el que se han juntado todos los problemas: éxodo rural, cambio climático, nuevas olas de calor y bosques descuidados», resume la experta en siniestros forestales de WWF (World Wildlife Fund), Lourdes Hernández.

Hernández presenta el próximo martes su informe 'Pastoreo contra incendios' en el que analiza el papel de la ganadería extensiva para luchar mejor contra los fuegos. «La única forma de parar los incendios es intervenir en el paisaje, pero las Administraciones no dan facilidades a la ganadería extensiva», lamenta.

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Porque lloradas las pérdidas, en La Culebra se abre el tiempo de recuperar el futuro. Mientras a la zona llegan los primeros compromisos para garantizar agua potable y forraje para el ganado, sus habitantes se preguntan qué pasos se van a dar para intentar devolver la vida al gran pulmón verde del oeste de la región. «La mitad de lo perdido era pastizal y matorral. Todo viejísimo y que ardería en cualquier momento -opina Oria de Rueda-. En mes y medio comenzará a reverdecer».

El investigador de la UVA se muestra escéptico frente a los planes de repoblaciones masivas que llegan cargados de fondo para tapar lo antes posible lo perdido. «No hay que tirar el dinero plantando árboles sin ton ni son».

Lourdes Hernández defiende también la «regeneración natural del propio monte» e insiste en que «no se puede clonar lo que había. Hay que repoblar pensando en el uso futuro».

Antes emplearía las máquinas en «hacer desbroces y trabajos comunales de limpieza». Esta y el resto de expertos consultados defienden incluso las quemas prescritas (controladas). «Los incendios extremos resultan de tener grandes acumulaciones de combustible o vegetación con masas forestales continuas, sin gestión o abandonadas», refuerza este argumento el profesor de Incendios Forestales y Cambio Global en la Universidad de Lérida, Víctor Resco de Dios.

Ruralismo de verdad

La Culebra se enfrenta al futuro con la vista perdida en la negrura de unos montes irreconocibles y en los que se concentraban las esperanzas de arraigo en la tierra de sus habitantes.

Frente a la parca política oficial de lucha contra los incendios con temporeros de tres meses en la época estival, generaciones de zamoranos combatían este riesgo tal vez sin saberlo.

«Están desapareciendo las vacas alistanas sanabresas, que tienen un sexto sentido para hacer controles ecológicos de la vegetación. También les hicieron deshacerse de sus rebaños de ovejas y cabras. Que haya población allí es imprescindible. No basta con el ruralismo de los fines de semana», filosofa Juan Andrés Oria de Rueda.

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Pero esa economía lúdica también es parte ya de la zona. «Casi en cada pueblo hay algún alojamiento de turismo rural», confirma la presidenta de la Asociación Zamorana de Turismo Rural, Patricia García. Ángela Cabezas tiene dos casas en Ferreras de Arriba. Pero la temporada de verano se tambalea. «Las cancelaciones se han ido sucediendo para todo julio. Las de agosto, de momento aguantan pero no sabemos qué pasara».

El jueves, el Consejo de Gobierno de la Junta aprobó los primeros envíos de maquinaria pesada para la zona. Y el mismo día abrió la oficina de atención a los afectados en Villardeciervos. Allí dos operarios y un teléfono atenderán a los damnificados.

Ahora, en la zona miran con desconfianza y se acuerdan de los compromisos incumplidos en la Sierra Paramera (Ávila), hace diez meses. Y esperan que no se repitan los mismos errores. Aunque los precedentes no son demasiado halagueños.

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