María Yolanda Sierra, en el negocio al que ha dedicado toda su vida. rodrigo jiménez

La cafetería Yovilant de Valladolid se despide el 16 de mayo

Los dueños del mítico local de la calle San José lo traspasan después de más de tres décadas al frente del negocio por motivos de salud

sofía fernández

Valladolid

Sábado, 27 de febrero 2021

De aquel juego de palabras creado en 1985 entre Yolanda y Vicente nació hace 36 años el Yovilant. Más de tres décadas y miles de historias se quedarán en este mítico establecimiento de carácter familiar, situado en la calle San José, en el ... que se sirvieron con humildad y simpatía miles de hamburguesas, sándwiches o bocadillos a varias generaciones que calmaban el hambre tras volver de fiesta. Hace apenas dos días el establecimiento cercano a la estación de autobuses anunciaba su traspaso. Ni la crisis del 2008, ni la covid han podido con él, pero la salud de sus dueños, María Yolanda Sierra y Vicente Toquero (ambos con 59 años) se resiente y han decidido poner fin a toda una vida tras la barra.

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«Desde que puse el cartel en la puerta evito mirarlo. Ese día no paré de llorar, me da pena porque el Yovilant ha sido el abrazo a todo Valladolid. Ha sido mi vida y mi pasión», explica Yolanda, quien afronta una nueva etapa para cuidar su salud. Sus dueños han mantenido durante 36 años la misma ilusión que tenía aquella pareja de 24 años cuyo negocio se convirtió en hogar.

«Fue un proyecto de futuro, vimos el anuncio en El Norte de Castilla y, avalados por la familia, pedimos un préstamo; así empezamos la andadura siendo conscientes de hasta dónde podíamos llegar. Hacíamos 16 horas diarias. Al principio solo éramos mi marido y yo. Las cajas eran muy justas al principio hasta que, pasados unos seis años, todo empezó a funcionar mejor. Luego la plantilla ha ido aumentando en función de la necesidad, pero siempre hemos sido muy hormiguitas». Su clientela ha evolucionado con el tiempo, como la propia cafetería: «Muchos de los jóvenes a los que servíamos comida cuando venían de fiesta han vuelto años después con sus hijos, algunos incluso con sus nietos. Aquí se han conocido parejas, han surgido amistades duraderas y han sucedido miles de historias. He visto crecer a gente que ahora son médicos o abogados y hemos disfrutado de una generación maravillosa que hoy son personas importantes en la sociedad, los quiero», comenta emocionada.

Interior de la cafetería Yovilant.. R. J.

Por aquella cafetería, que se abrió el 18 de octubre de 1985, han pasado cuatro reformas, y el aire de restaurante americano de los 50 que mantiene en la actualidad sigue conservando la esencia de un local en el que los clientes más fieles, con sus sugerencias, han ido elaborando la carta. «Nos pedían esto o lo otro y lo íbamos incluyendo. Haciendo el tonto en la cocina empecé a probar y nació el 'pechuguito Yovilant', que es sin duda lo que más se vende», comenta Yolanda, que lleva toda la vida trabajando con la misma ilusión en un sector «muy bonito, pero que requiere de mucho sacrificio».

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Sus hijos se han criado en este local de la calle San José: «Fue duro compaginarlo, pero lo entendieron a la perfección porque era nuestro modo de vida. Aquí crecieron, jugaron, hacían los deberes… incluso mi hijo tenía una cama arriba para poder estar con él, era muy pequeño por entonces. En el Yovilant están todos los recuerdos de infancia que han tenido, mi vida de pareja, nuestra forma de vivir y, aunque tengamos que decir adiós, estoy muy agradecida de lo que hemos creados con mucha lucha y mucho mimo. Este negocio es mi vicio», añade Sierra.

Un mítico de la noche

Es un mítico de la noche de Pucela, aunque en los inicios estaba pensado para atender en horario de día. «Al principio pensábamos en servicio de cafetería y pinchos de barra, pero no llegó a funcionar del todo bien», por lo que decidieron probar en horario nocturno. Los mejores años de este negocio fueron de 1995 hasta el 2008. «Fue impresionante, esos fueron los años más fructíferos del Yovilant, donde nos ganamos el reconocimiento total de los vallisoletanos», dice Yolanda, que tiene claro el secreto del éxito de su negocio familiar «mucho esfuerzo, buen producto, buen precio y ser amable con todo el mundo aunque eso no me costaba en absoluto, he venido a trabajar muy contenta cada día».

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La crisis del 2008 fue muy dura, tanto para ellos como para miles de negocios, pero después comenzó una época de mayor competencia que supieron afrontar y, aunque la pandemia actual les estaba poniendo las cosas complicadas, nunca pensaron en dejarlo. Desafortunadamente, los problemas de salud que arrastran ambos dueños ha sido el paso definitivo para tomar la dura decisión de traspasarlo, aunque no tienen pensado que sea de forma inmediata: «Cerraremos el 16 de mayo, si no hay ofertas que cambien esta fecha, y lo haremos con mucha pena, pero con la alegría de haber vivido de un negocio que ha sido nuestra vida. Hay que afrontar las situaciones según vienen y eso es lo que haremos», explica la hostelera.

Sus hijos han tomado caminos distintos y este negocio de éxito cambiará de dueños: «Si alguien se anima a llevarlo, va a ser buen negocio. El que coja el Yovilant va a tener suerte, porque esta difícil situación va a pasar».

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Ahora quiere cuidarse, lo ha pospuesto demasiado. «Tras un infarto y varias anginas de pecho me cogía el alta voluntaria una y otra vez porque me veía incapaz de dejar mi negocio, pero ha llegado el momento de cuidarse de verdad y comenzar a vivir. Me tomaré un año sabático en Benidorm y, de momento, no tengo planes a corto plazo. Quiero dar las gracias a Valladolid por acoger y apoyar cada cosa que hemos hecho en estos 36 años», señala Yolanda al frente del mítico establecimiento de Valladolid que ha visto crecer a varias generaciones de vallisoletanos.

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