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«En Valladolid no han subido ni de lejos tanto los precios como han subido en otras capitales». Es lo que responde el responsable de ... la inmobiliaria Engel & Völkers, Gonzalo Jolín, cuando se le pregunta cómo está la vivienda en la ciudad en relación a otras. Grandes urbes españolas como Madrid y Barcelona ya han superado el máximo histórico que se alcanzó en 2007, llevando la media española a cotas también superiores, pero aquí «no estamos aún en ese nivel pese a que a todo el mundo le parezca que está carísima», señala Sergio Ruiz de Gauna, de Ker 2000. Y la misma impresión tiene Ignacio Díez, de Dicampo, que a tenor de los datos que maneja considera que las cuantías que hay que pagar «todavía no han llegado a como estaban en la época del boom».
Lo que palpan estos tres expertos a pie de calle lo confirman los datos. Basta ver el último informe al respecto de la plataforma idealista, la más grande del sector, correspondiente al pasado mes de octubre. Según esta estadística, elaborada por su servicio de estudios a partir de los anuncios que publican los vendedores, el coste del metro cuadrado ha subido el 7,4% en la capital vallisoletana en el último año hasta situarse en 1.743 euros. Se trata de una cantidad que, aunque elevada, aún está lejos de los 2.117 euros por metro cuadrado que se registraban en el mismo mes de 2007, cuando se alcanzó el récord. De hecho, es el 17,6% inferior a la de entonces.
A la hora de analizar las razones, Gonzalo Jolín explica que «esto va siempre en función de la relación entre la oferta y la demanda, y en Valladolid la demanda tampoco es excesiva». En el caso de la obra nueva, «el propio mercado se ha regulado muy bien y los promotores han tenido habitualmente en el entorno de 1.500-2.000 viviendas en producción», cifra que «más o menos» se acomoda con lo que se requiere y «hace que no haya tanta presión sobre los precios». Y en la segunda mano «se está produciendo algo que en la época del boom no ocurría tanto y es que va un poquito por detrás en la subida de precios respecto a la nueva», que atribuye a que «la gente es muy lista y sabe muy bien lo que compra». Así, ahora las preferencias se centran en hogares «con unas buenas condiciones bioclimáticas, de aislamiento térmico y acústico», «con aerotermia y suelo radiante refrescante, que proporcionan un confort brutal siendo muy económico» y a ser posible con terraza, condiciones que no suelen cumplir las casas y pisos usados.
Sergio Ruiz de Gauna también incide en que «tenemos una buena oferta que es competitiva respecto a la demanda, que va absorbiendo esa oferta poco a poco», y resalta que «no se produce una especulación porque teníamos mucho suelo urbanizado y terminado» frente a lo que ocurre en otros puntos del país, donde «ya hay una escasez». Añade que las subidas de precio «son contenidas porque esta ciudad es muy sensible al precio a diferencia de otras, donde todo se va escalando de forma paulatina para todos los clientes», y remata con la constatación de una realidad: «No todo el mundo puede acceder a una compraventa». En este sentido, hace especial hincapié en las dificultades a las que se enfrentan los menores de 30 años, hasta el punto de que solo tres de cada veinte logran emanciparse. «El primer acceso a la vivienda cada vez se dificulta más», remarca, y por eso defiende que «si a la gente joven le ayudáramos toda la sociedad un poco más» tendrían más oportunidades de independizarse. «Creo que podríamos modernizar el sistema tributario para ellos», propone, de modo que no les resultara tan gravoso embarcarse en una compra al menos en lo que se refiere a los impuestos.
A la hora de analizar por qué el sector inmobiliario de Valladolid está menos tensionado que otros Ignacio Díez incorpora otro factor adicional. «Yo siempre digo que el mercado de Madrid, Barcelona o la costa es un mercado mundial, porque el demandante de vivienda es muy amplio y procede de todo el mundo. En Valladolid no tenemos inversión de extranjeros, el mercado es puramente local», expresa. Eso no significa que no haya nacionales con la disponibilidad económica suficiente para adquirir una casa o un piso con intención de rentabilizarlo. «Siempre hay inversores de compra de vivienda, sobre todo pequeña, e incluso ahora se está comprando mucha vivienda para estudiantes, para alquilar por habitaciones», una modalidad que según detalla «se está poniendo un poco de moda».
El propietario de Dicampo acota, no obstante, que ese no es el perfil de cliente más habitual en la capital del Pisuerga. «El comprador tipo es el usuario final», tanto «familias jóvenes» que estrenan hogar como «familias no tan jóvenes por vivienda de reposición, que venden una y compran otra porque cambian de zona o porque cambian de superficie, porque las familias cambian». Coincide punto por punto con el responsable de Engel & Völkers, quien apunta respecto a estos últimos que «es gente a la que la casa se le ha quedado pequeña o al contrario, se les ha quedado grande. Se da mucho el fenómeno de los retornados de chalés del entorno, que son un poco más mayores, están hartos de subir y bajar escaleras y venden su casa en urbanizaciones y se van al centro o semicentro, a un piso de dos o tres dormitorios».
«Son los que más están tirando del mercado porque el mercado está muy ágil, muy líquido, en el sentido de que la vivienda de segunda mano que venden se vende bien y se vende rápido, con lo cual a su vez facilita que ellos compren», sentencia Jolín. El responsable de Ker 2000, por su parte, confirma que el principal nicho de negocio está en lo que califica como «vivienda de necesidad, y ahí entra el primer acceso a la vivienda y las necesidades vitales familiares: tengo más niños, necesito más vivienda. Me he quedado viudo, necesito menos. Me he divorciado, necesito menos. El inversor en Valladolid existe, pero es más residual, estamos hablando de porcentajes muy controlados respecto a Madrid», ejemplifica, que cuantifica en «un 10%-15%».
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