Los párpados metálicos de Cubero ya están cerrados y no hay pasteles al otro lado del cristal. Se acabó ese escaparate de tentaciones que era la perdición del goloso. Adiós a los abisinios, los cruasanes, los buñuelos en Los Santos y en navidades el ... mazapán. Se acabó el pastel envuelto en su característico papel rojo y habrá que buscar por otras vías las garrapiñadas de Villafrechós. Cubero ya es historia.
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Y un cartel así lo explica en sus locales de Pasión, 7 y Ferrari, 24. «Durante 70 años, Confiterías Cubero ha trabajado para hacer felices los paladares de sus clientes y hoy queremos daros las gracias por tantos años de cariño y fidelidad», dice un letrero con letra cursiva, que continúa así: «Nuestro maestro pastelero, Enrique Cubero, que es el alma y el motor de la empresa, se jubila y por lo tanto, Confiterías Cubero cierra la puerta de sus tiendas, pero abre un recuerdo vivo en el tiempo y en la nostalgia de la historia de Valladolid».
Susana y Tamara leen estas palabras con la decepción de no haberse podido despedir con un último pastel. «Cuando dijeron que cerraban el 31 de mayo, pensamos que todavía ese día estarían abiertos», explican. Ambas trabajan en el entorno, en una oficina dedicada a tareas de facturación, y habían pensado en comprar varios dulces y unas almendras para subirlas al trabajo y conmemorar así el adiós de Cubero. «Lo que no podíamos pensar es que hoy ya habrían cerrado».
Y este equívoco no solo lo han tenido ellas. A lo largo de la mañana, decenas de personas han paseado por delante de la mítica fachada de madera de Ferrari y el gran local de Pasión. Todas iban con la intención de tomarse un café con penas, de ponerle un poco de azúcar a la amargura del adiós. Y se han quedado con las ganas.
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«Vamos a tener que buscar otra alternativa para el 'kit kat' de media mañana», cuenta Gloria Calderón, procuradora de tribunales, con oficina en Santa Ana, y junto a Tamara García, una habitual del «cafetito y el dulce del día». Mónica García llegaba con un encargo de su hija, comprar dos docenas de pasteles para compartir postre en la despedida de Cubero. «Y no ha podido ser«, lamenta.
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El comercio ya estaba este martes cerrado, pero como ese era el día habitual de su descanso semanal, pocos podían pensar que ya el miércoles no abriría sus puertas. Y eso que, durante el fin de semana, ya se apreció un descenso en la producción del obrador.
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«Menuda semana llevo. El lunes, se nos inundó el garaje. Y hoy, cierra Cubero», bromea Loli Rodríguez, vecina de Laguna de Duero, cuya vivienda se vio afectada por la tremenda tromba con la que Laguna estrenó la semana. Loli había quedado con Ana María González, residente en Arco de Ladrillo, para decir adiós a la tienda con un café y un lazo, «siempre un lazo».
«Lo más triste de esto es ver cómo el centro se vacía de comercio», comenta Julio Díez, de la administración de lotería El Gato Negro. «Durante esta campaña electoral, no hemos escuchado propuestas sobre qué van a hacer los partidos para que el centro no se convierta en un desierto comercial, solo lleno de hostelería y franquicias».
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El cierre de la confitería llega con la jubilación de Enrique Cubero, hijo del fundador y maestro pastelero desde que su padre (nacido en el 6 de abril de 1924) falleció en 1997. Atendía el negocio junto a sus hermanas María del Carmen, María Ángeles y Cristina. Eran la cuarta generación de una estirpe de confiteros que se encomendó al azúcar a finales del siglo XIX, con especial mimo por el chocolate y la cera. En 1902, la familia obtuvo el reconocimiento de Proveedores de la Casa Real, concedido por la reina María Cristina de Austria, que otorgó también el uso del Escudo de Armas (un salvoconducto para entrar a palacio sin necesidad de pedir audiencia). Las cajas de almendras garrapiñadas, con sus letras rojas y los sellos de varias exposiciones, recogían ese reconocimiento de proveedores de la realeza.
Enrique Cubero padre comenzó de aprendiz en la confitería El Buen Gusto, en la calle Mantería. En 1960, adquirió esa pastelería (después de tres años ya establecido por su cuenta en la calle Conde Ansúrez). En 1980 abrió su nueva tienda en Pasión, 7, donde también tenía el obrador y un Museo del Dulce que Jesús Julio Carnero (candidato del PP a la Alcaldía) se comprometió durante la campaña electoral a conservar.
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Cubero, con su dulce escaparate y esas letras rojas en los círculos blancos, ya ha servido en Valladolid su último pastel.
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