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Suena el timbre en la armería Ampudia, en el Paseo de Juan Carlos I. Al otro lado una patrulla de la Guardia Civil espera que el propietario accione el botón de apertura. «Es una de las medidas que tiene que tener una armería», explica el cabo Terán, que pertenece al equipo de inspección de la Unidad de Intervención de Armas y Explosivos de la Comandancia de Valladolid. Al traspasar la puerta lo primero que llama la atención es una exhibición de escopetas, perfectamente alarmadas y encajadas en un mecanismo de seguridad, que precisa de una llave para poder tenerlas en la mano.
En el establecimiento una vitrina luce también un arsenal de rifles de aire comprimido. No hay más armas en la armería. No que estén a la vista. «Cuando hacemos una inspección lo que hacemos es ver que el establecimiento se adecúa a la legislación vigente y a las autorizaciones que tiene concedidas», explica el cabo Terán, que recorre las instalaciones a efectos de comprobar la vigencia de las medidas de seguridad. Dos cajas fuertes blindadas a prueba de ataques resguardan la cartuchería metálica. Las escopetas y los rifles se encuentran protegidos en una cámara acorazada impenetrable, equipada con múltiples dispositivos de seguridad, como un detector volumétrico y un pulsador anti-atracos.
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Está y otras nueve armerías de Valladolid reciben, al menos, una visita al año del grupo de Intervención de Armas y Explosivos, encargado del control administrativo de las armas existentes en la provincia. Entre sus cometidos está la concesión y revocación de licencias para la tenencia de armas y armerías, así como la inspección de los nueve establecimientos autorizados en Valladolid para su venta.
«La condición imprescindible para obtener una licencia es la honorabilidad del ciudadano. Que el ciudadano tenga una conducta impecable», explica el teniente Fernando González, al frente del grupo, que detalla que en la actualidad en la provincia hay concedidas «cerca de 16.000 licencias y 28.0000 armas». González advierte que las mismas pueden ser revocadas e incautado el armamento por la comisión de delitos contra la Seguridad Vial, el consumo de alcohol y drogas o por conductas conflictivas y agresiones, especialmente en casos de Violencia de Género.
El registro finaliza una vez se ha comprobado que las armas que constan en el sistema informático de la Guardia Civil coinciden con las de la armería. «Lo ideal es comprobar todas, una por una. Si no es posible, por tiempo, se hace aleatoriamente», explica el cabo Terán sobre el procedimiento. Armería y Guardia Civil cuentan con una «línea continua de comunicación» que permite que la Benemérita tenga constancia de todas las ventas y la titularidad del comprador.
La transferencia entre particulares también está permitida, pero esta tiene que ser comunicada a la Comandancia para expedir una nueva «guía de pertenencia», el DNI del arma, a nombre del nuevo titular, que debe contar con la correspondiente licencia.
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